La desafección la ciudadanía hacia la clase política está provocando desánimo no solo en las bases de los partidos, sino también entre sus cuadros directivos. Los populares, que lograron un amplio mapa de alcaldías en la Comunidad Valenciana, así como una mayoría solvente en las Cortes autonómica en las elecciones de mayo de 2011 empiezan a registrar esa pulsión de cierto hartazgo entre algunos de sus alcaldes.
Es el caso de la provincia de Valencia, donde una proporción cercana al 30% de los primeros ediles -hay 166 en total- ha expresado a la dirección del partido su intención de no repetir en las elecciones municipales de 2015.
El desapego ciudadano es una de las causas, pero es la situación de crisis económica y sus implicaciones la fundamental. Los retrasos en los pagos de las distintas administraciones, la central y la autonómica, unidos a la bajada en la recaudación de los municipios por los tributos -sobre todo los ligados a la actividad urbanística- ha provocado la «tormenta perfecta» para que gestionar un municipio sea una tarea con pocos alicientes.
Grandes y pequeños núcleos
La Administración más cercana a los ciudadanos sufre también, con los alcaldes en primera persona, las iras de quienes ven con recelo los retrasos en el pago de convenios, subvenciones o contratos que los alcaldes suscribieron con diferentes colectivos sociales.
En consecuencia, ese grupo de cincuenta alcaldes se plantea no seguir adelante en su función política, al menos en la primera línea. Entre los munícipes que han manifestado esa intención los hay de pequeñas, medianas y grandes ciudades, lo que preocupa enormemente en el seno del PPCV ante la posible creación de un problema de relevo en 2015 que se añadiría al proceso de renovación.
El desánimo de quienes ya han manifestado su deseo de dar un paso al lado puede no tener vuelta atrás pese a que la situación económica mejorare sustancialmente en los próximos meses, y es en este punto en el que el partido trata de buscar soluciones dirigidas a «mimar» a quienes en estos momentos se sienten escasamente motivados para seguir afrontando los retos de sus municipios.
Ya en enero de 2012, tanto el presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, como la presidenta de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias, Elena Bastidas, desactivaron una rebelión de alcaldes por los impagos del Consell. Un año después, esa situación ha variado escasamente, si bien el horizonte de pago más despejado por el Fondo de Liquidez Autonómica que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ultima en este mes de enero y que puede subir en la lista de prioridades el pago a los ayuntamientos podría liberar cierta tensión.
La reforma de las Administraciones locales del Gobierno debe servir también para que el 30% de las actividades impropias que prestan con fondos municipales tengan financiación adecuada o dejen de ser prestados por los consistorios para pasar a manos de las Diputaciones o de las propias Autonomías.
La convención política que el PPCV celebrará en abril marcará las pautas programáticas del partido y tratará de reactivar a las bases y a los cargos públicos. Igualmente, la intermunicipal prevista con anterioridad debe también servir para tratar incentivar a los cuadros locales de la formación.
La desafección la ciudadanía hacia la clase política está provocando desánimo no solo en las bases de los partidos, sino también entre sus cuadros directivos. Los populares, que lograron un amplio mapa de alcaldías en la Comunidad Valenciana, así como una mayoría solvente en las Cortes autonómica en las elecciones de mayo de 2011 empiezan a registrar esa pulsión de cierto hartazgo entre algunos de sus alcaldes.
Es el caso de la provincia de Valencia, donde una proporción cercana al 30% de los primeros ediles -hay 166 en total- ha expresado a la dirección del partido su intención de no repetir en las elecciones municipales de 2015.
El desapego ciudadano es una de las causas, pero es la situación de crisis económica y sus implicaciones la fundamental. Los retrasos en los pagos de las distintas administraciones, la central y la autonómica, unidos a la bajada en la recaudación de los municipios por los tributos -sobre todo los ligados a la actividad urbanística- ha provocado la «tormenta perfecta» para que gestionar un municipio sea una tarea con pocos alicientes.
Grandes y pequeños núcleos
La Administración más cercana a los ciudadanos sufre también, con los alcaldes en primera persona, las iras de quienes ven con recelo los retrasos en el pago de convenios, subvenciones o contratos que los alcaldes suscribieron con diferentes colectivos sociales.
En consecuencia, ese grupo de cincuenta alcaldes se plantea no seguir adelante en su función política, al menos en la primera línea. Entre los munícipes que han manifestado esa intención los hay de pequeñas, medianas y grandes ciudades, lo que preocupa enormemente en el seno del PPCV ante la posible creación de un problema de relevo en 2015 que se añadiría al proceso de renovación.
El desánimo de quienes ya han manifestado su deseo de dar un paso al lado puede no tener vuelta atrás pese a que la situación económica mejorare sustancialmente en los próximos meses, y es en este punto en el que el partido trata de buscar soluciones dirigidas a «mimar» a quienes en estos momentos se sienten escasamente motivados para seguir afrontando los retos de sus municipios.
Ya en enero de 2012, tanto el presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, como la presidenta de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias, Elena Bastidas, desactivaron una rebelión de alcaldes por los impagos del Consell. Un año después, esa situación ha variado escasamente, si bien el horizonte de pago más despejado por el Fondo de Liquidez Autonómica que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ultima en este mes de enero y que puede subir en la lista de prioridades el pago a los ayuntamientos podría liberar cierta tensión.
La reforma de las Administraciones locales del Gobierno debe servir también para que el 30% de las actividades impropias que prestan con fondos municipales tengan financiación adecuada o dejen de ser prestados por los consistorios para pasar a manos de las Diputaciones o de las propias Autonomías.
La convención política que el PPCV celebrará en abril marcará las pautas programáticas del partido y tratará de reactivar a las bases y a los cargos públicos. Igualmente, la intermunicipal prevista con anterioridad debe también servir para tratar incentivar a los cuadros locales de la formación.
http://www.abc.es/comunidad-valencia/20 ... 30116.html