Los resultados pueden ser catastróficos.
Antes de nada, os pido que comprendáis mi tesitura. Soy soltero crónico, no tengo novia, mujer, mayordomo o asistenta que se encargue de recoger los rastros que voy dejando por casa, así que si mancho algo, tengo que limpiarlo yo solito. Y como todo buen soltero, soy un vago de mil pares de cojones. Lo achaco a la falta de latigazos femeninos, pero esto no es un hilo de S/M, así que lo dejaremos para otra ocasión.
El caso es que este miércoles, me encontré con que no tenía el segundo plato hecho. Naturalmente podría haberme hecho unas salchichas Oscar Mayer, pero estoy de eso y del chorizo/lomo en conserva hasta el nardo, y me apetecía algo distinto para acompañar mis acelgas. Así que fui a la carnicería y compré una hamburguesa. Nada más. Solo eso.
Vale, hasta aquí todo bien. Meto las acelgas al microondas, y mientras se calientan, quito la película protectora de la hamburguesa y la pongo en un plato pequeño. Una vez calientes las acelgas, las dejo sobre la mesa y meto tres minutos la hamburguesa, cubriéndola con una tapa resistente al microondas para que no salpique y lo ponga todo perdido de grasa. Sí, ya sé que al igual que el bacon las hamburguesas solo se deberían hacer a la brasa o a la plancha (¿no hay una ley al respecto? debería), pero es que tenía la vitrocerámica limpia y no me apetecía tener que fregar por tan poca cosa.
En fin, que me pongo a comer, y justo cuando termino con la verdura, el micro hace lo mismo. ¡Ping! Me levanto, abro la puerta y a continuación pierdo 2D12+1 de cordura al ver lo que había en su interior. OMFG. Por algún motivo desconocido, el plástico de la tapa supuestamente a prueba de microondas se ha fundido, cayendo sobre el plato y quemando mi esperada galleta de carne. El olor a ternera quemada y plástico derretido inunda mis pulmones, abrasándome como si hubiera metido la cabeza en un cubo con amoniaco. Si algún día me encuentran un cáncer de pulmón no será por los cigarrillos que me hizo fumar mi padre cuando era crío, no, fue por una puta hamburguesa. Rápidamente, encendí la campana, abrí de par en par las ventanas para ventilar la cocina, cerrando la puerta tras de mi no se fuera a escapar nada. Tras un par de horas o así, el olor se había extendido a toda la casa (y os garantizo que es algo de pesadilla, como el frotis rectal de satanás) y ya estaba quitando las cortinas resignado a llevarlas al tinte. No fue hasta que pasaron tres horas que me atreví a volver a la zona cero, y muerto de asco, saqué el plato del microondas y lo llevé volando a la terraza; no había huevos a meterlo en una bolsa de basura y aguantar con eso dentro de casa.
Entonces, pude apreciar con claridad el resultado de mi genial idea.
Repito, la tapa de plástico es resistente al microondas, o al menos eso ponía. Creo que era la que vino con el aparato.
:x
La hamburguesa. O lo que antes era una hamburguesa. Afortunadamente todo el plástico fundido se derramó sobre el plato. El olor que ha dejado en casa sigue siendo insufrible, pero al menos se salvó el micro.
Solo una pequeña parte de la hamburguesa quedó sin plastificar. Os juro que por un segundo pensé en probarla.
Ay madre. Esto no sé muy bien que es, pero lo toqué con un palillo y parecía "tierno", aunque de ninguna forma natural. Es como si me mirara.
...
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!
Cuatro días después, la hamburguesa sigue *igual*. No ha cambiado de color, forma ni mucho menos olor. De hecho, ni las moscas se han atrevido a posarse, es como si su hedor de otra galaxia las espantara. Sospecho que la culpa del desaguisado la tuvo la grasa. El plástico de la tapa está diseñado para soportar las radiaciones generadas por los microondas, pero no el calor de la grasa que posiblemente salpicó al "cocinar" la hamburguesa. Lo único que tengo seguro es que todavía no puedo traer visitas a casa de lo mal que huele. Es inhumano. Hora de volver al ramen, supongo.