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Los rayos de sol que consiguen atravesar el vaho de los cristales bañan los asientos. <<Castellón>>. Los párpados le pesan y la imagen se desdibuja, lentamente. Se revuelve en su asiento y sacude la cabeza; se quita las gafas y se rasca los ojos; inspira profundamente y sube la música de su reproductor.
Con la manga de su jersey limpia el cristal y mira hacia el exterior. El mar parece que está calmado aunque el viento golpea con fuerza la ventana. Noviembre.
Se reincorpora en el asiento e intenta enfocar la mirada frunciendo el ceño y achinando los ojos. No sabe cuánto rato lleva dormido. Busca entre sus piernas las gafas y se las coloca sobre la nariz con un dedo. <<Valencia>>.
El muchacho juega con sus dedos, nervioso. La mira embelesado a través de la imagen difusa que se refleja en el cristal.
Un gorro de lana azul cubre su melena de pelo rojo y pajizo; puede contar las pecas de sus mejillas en la eternidad que dura esa mirada. Ella sonríe y habla con la mujer que está a su lado. Ni siquiera repara en ella en un principio.
No hay titubeo somnoliento, no hay hambre ni aburrimiento. Una pastilla de speed envuelta de piel blanquecina y un trench aterciopelado hasta las rodillas.
Disimuladamente ladea la cabeza y la mira directamente. El corazón se le acelera y parece que deja de latir en el momento en el que se encuentra con esos ojos grises clavados en sus pupilas. Nota su pulso en el pulgar cuando presiona la tecla para cambiar de canción; cabizbajo. Parece que ya ha oscurecido.
Baja el volumen hasta el mínimo con un movimiento seco e imperceptible. No entiende nada de lo que dicen pero elije la canción que habla sobre el acento francés aderezado con café. <<Alicante>>.
El joven disimula y hace que echa un vistazo al final del pasillo, en el segundo plano que queda tras el hombro de la chaqueta de la señora.
Dirige la mirada hacia la pantalla de su teléfono y aprovecha para mirarla de nuevo. Aprieta los dientes lentamente. Los ojos que se dejan entrever entre dos mechones de pelo rojo le apuntan directamente. Ella deja de sonreír y traga saliva. La guerra de miradas apenas dura un par de segundos pero son capaces de aislar todo un universo dentro de un pequeño vagón.
<<Alicante>> repite una voz radiofónica.
La señora la coge de un brazo y le dice algo inteligible a los oídos del que está frente a ellas mientras se levantan.
El frío se cuela a través de los pantalones del chico y se estremece en un escalofrío.
La mujerona coge el equipaje que hay sobre el portamaletas de encima de los asientos y le da una pequeña mochila y una especie de bastón blanco a la muchacha.
Mientras golpea uno de los asientos con el extremo de su bastón camina torpemente. El sonido de la bola blanca al golpear cada esquina inunda el lugar.
<<Alicante>> repiten los labios del chaval en un murmullo.
El paisaje empieza a moverse lentamente cuando el tren retoma la marcha. Ya no hay apenas vaho en los cristales.
Unos mechones de pelo rojo asoman en tras la nuca de la que va empequeñeciéndose cada segundo.
Gira sobre sí misma y él vuelve a notar dos puñales sobre sus ojos.
Un escalofrío recorre su espalda.