Era una sala enorme, donde los susurros y los llantos se oían con desgarro y tristeza. Las columnas que bordeaban la sala eran de estilo griego, y los bancos donde los allí presentes se sentaban eran caoba brillante. Estaban en fila, los invitados se sentaban donde podían, cada vez iba entrando más y más gente, todos ellos vestidos de negro y con la expresión en la cara que lo decía todo.
En el fondo estaba yo, postrado ante todos, con mirada serena, los brazos cruzados, iba muy bien vestido. Era el centro de atención. En ese momento, alguien se puso delante de mí, para quitarme protagonismo, veía como se dirigía a mí de vez en cuando mirándome, y echándose las manos a la cara. Así todos pasaban por delante de mí, como si no estuviera. En ese momento, alguien hablaba a mis padres, era un señor alto, fuerte y con pelo claro.
De repente, uno de mis amigos hablo alto y claro. “Eres un amigo especial, pues sin tí no nos hubiéramos atrevido a hacer muchas de las cosas que hemos echo, y la mitad de las que nos gustaría todavía compartir contigo. Eres un amigo leal, nadie puede tachar tu nombre, y quien lo haga no sabrá a ciencia cierta cual fue tu cometido. Es verdad que siempre has estado ahí, siempre nos has protegido, y siempre nos has ayudado. Siempre sentías que este no era tu sitio, que tu lugar estaba allí, y me acuerdo que te pasabas tardes enteras cantando aquella canción:
Siempre yo sentí que en algún lugar
Hallarían un hueco esperando por mí
Sé que triunfaré y me aclamarán
Una voz me dice que yo debo estar allí
Sé que llegaré, ése es mi destino
Esforzándome ya cercano estoy
Llegaré al final, no me importa a cuál
Al lugar de donde soy y a mi lugar me voy
Sé que llegaré, ése es mi destino
Sólo un paso doy y más cerca estoy
Llegaré al final, sé muy bien a cuál
Al lugar de donde soy y a mi lugar me voy
Venceré al luchar, ése es mi destino
Me sabré enfrentar contra el mundo hoy
Lo voy a lograr, ése es mi destino
Voy a ser un héroe en mi lugar y allá me voy
Siempre a cada uno de nosotros nos has ayudado, incluso a las personas que menos se lo merecen, aquellas que te han hecho daño en tu vida no has flaqueado y has luchado, les ayudaste a sabiendas que tenias porque ya que nada te retenía. Ahora que ya no estas entre nosotros, que haremos sin ti, hacia donde miraremos…"
En ese momento de mi espíritu ya inmortal salió unas simples palabras; “hacia las estrellas, amigos míos, hacia las estrellas…”
Sabeís, creo que me oyeron porque cada vez que tienen un problema miran hacia las estrellas donde felizmente, ya estoy.