Dos opciones:
1-Tener dignidad. Es decir,
muy educadamente sin gritar, sin usar palabras malsonantes ni exabrupto alguno (ni se te pase por la cabeza), con tono suave pero muy serio y mirando directamente a los ojos (con esa mirada que dice: "
no soy un crio, no me toques los cojones"), recriminar su actitud cuando te trate como a un perro. Si te chista, no te gires, no eres un perro. Si te grita de malas maneras, no atiendas, como excusa por ejemplo estás ocupado. Que poco a poco aunque sea entienda que si te trata bien, gana más. No eres un animal, ni un esclavo, tienes que poner límites. Imagina que eres Clint Eastwood. Otro ejemplo: te trata mal, en ese momento no respondes, la miras, haces una pausa dramática. Y haces lo que te dice. El respeto se gana. Ya te va tocando....
2-Guerra encubierta. Cuando tu jefa-jeta te mande algo que nadie sepa que has hecho tú porque se supone que debe hacerlo ella, hazlo mal. A tiempo, pero mal. No puede repercutir contra ti el hecho de obviar sus responsabilidades, aunque si fornica bien, usando esta opción es más que probable que te largues tú antes que ella, lógicamente, ella aporta más a la empresa que tú: sexo de calidad.
Pero a las malas, puedes hacerle "la cama". Caería por su propio peso. Es más, puede que incluso ni su amante pueda cubrir sus cagadas y le toque desfilar por la puerta mientras tú la ves largarse con una sonrisa triunfal.
Yo haría lo primero, o te plantas o te pisan. Se buen trabajador, no des motivos para que nadie diga lo contrario, pero no te dejes explotar, menos aún con malos modos. Pon a esa zorra en su sitio con una mirada de macho. E igualmente, con una mirada si te interesa, hazle saber que te la follarías gustosamente.
El lenguaje visual es esencial en la vida.