Hace una hora he recibido una llamada de mi tía, para decirme que mi padrino, ha muerto esta tarde, no sabía como decírmelo, porque sabe lo unida que estaba a el y no sabía como me lo iba a tomar. Han estado a punto de no llamarme para no darme un disgusto, pero me conocen bien y saben que sino me lo hubiesen dicho posiblemente, no se lo habría perdonado en la vida.
Me he quedado fría, no he podido articular una palabra, en décimas de segundo, se ha formado un nudo en mi estomago, he comenzado a llorar convulsivamente y he dejado caer mi móvil.
Por mi cabeza, han empezado a pasar mil imágenes de mi infancia, momentos vividos, risas compartidas, momentos inolvidables, que jamás volveré a vivir. No puedo hacerme a la idea, de que ha muerto, de que no volveré a verlo, que no volverá a llamarme por teléfono, que no volveremos a irnos de cañas, que nunca más lo tendré a mi lado.
Para mí era un gran apoyo, era alguien que me comprendía, alguien con el que podía hablar de cualquier tema, alguien que era capaz de arrancarme la sonrisa, aunque estuviese triste o echa un mar de lágrimas.
Hace poco más de 6 meses perdí a mi padre con 56 años se lo llevo un cáncer de pulmón y a el se lo lleva un paro cardiaco, con 52. La vida, no es justa no puede llevarse en tan poco tiempo a dos pilares de mi vida
Más tarde me llamarán para decirme donde y cuando es el entierro, a pillado a todos por sorpresa. Ha muerto en la terraza de un bar, tomándose una cerveza, dicen que ha sido muy rápido, que se ha encontrado mal y en cuestión de minutos ha caído de la silla y que cuando ha llegado la ambulancia, ha certificado su muerte y lo han llevado al hospital, para hacerle la autopsia.
Ahora me siento vacía, rota por el dolor y sin verle demasiado sentido a la vida, esperando a que me llamen, para empezar a mirar vuelos y poder estar para su entierro.
Y sin saber como explicarle a mis hijos que me tengo que ir, porque alguien a quien ellos adoraban, a muerto.
Esta mañana había comprado billetes de avión, para irme a finales de mes, para poder estar con mi familia, mis amigos y con el. Y resulta que ahora, esos mismos billetes serán los que me lleven a su entierro. No hay derecho, esta vida es una mierda.
Siento el tocho, pero necesitaba compartirlo…