mi primer relato... consejos para otra ocasion??

buenas

hace un tiempo, en un club de lectura en el que participo, se creo un concurso de relatos que quedo en nada, los que participamos eramos todos principiantes que jamas habian escrito nada como es mi caso, y como quedo en nada pues me gustaria saber que opinan los demas...

no creo que se me de bien, asi que me gustaria que alguien con mas criterio me diera algunos consejos para futuros relatos... esta plagado de faltas ortograficas, asi que el que lo lea queda advertido...

dejo el PDF AQUI
Lo siento pero dejar una advertencia no me vale de nada ;) Si sabiendo que tiene muchas faltas (no algunas, no pocas, muchas has dicho) no te has parado a corregirlas para que quien lo lea no las sufra, no creo que puedas pedir a nadie que haga el esfuerzo de leerte y además darte consejos.

Repasa esa ortografía y vuelve a pegar el relato aquí. Por lo menos, yo así sí lo leería [oki]

P.D. Además, esa composición que tiene, con esos márgenes enormes... en fin. Ah, y la misma portada ya echa para atrás y desanima a la lectura.
en primer lugar gracias por los consejos, de veras que te los agradezco, aunque los margenes esos me los ha creado al convertirlo en PDF, y si supiese hacerlo todo a la perfeccion no pediria consejo alguno...

el tema de las faltas, por mucho que intente corregirlas, si no se mas de gramatica va a ser imposible que lo haga mejor de lo que ya lo he hecho por mucho que lo intente, pero el relato es totalmente comprensible, mas que nada son faltas de acentuacion pues tengo las normas un poco olvidadas...

de todas formas lo dejare por aqui en vez de un PDF externo, aunque ocupe bastante...


T_D_S P_T_S

23 de noviembre 2007: sigo teniendo 32 años, y desde hace mucho tiempo, despierto sin saber que ocurre a mi alrededor.

A veces, aún no he despertado y ya estoy dando vueltas por mi mundo, pensando que hoy por fin saldré de él, para poder respirar un poquito de felicidad, para volver a sentir el cariño que tanto anhelo, y para encontrarme de nuevo con las ganas de vivir. Mis sueños son más reales que mi vida. Y entonces despierto, en la misma cama, mirando el mismo techo, y la misma sensación de ahogo al respirar este aire real.

- Buenos días cariño - le digo con ilusión todas las mañanas, pero casi nunca me contesta, se levanta muy despacio, y sin apenas mirarme me da un beso e inicia su día a día, alejándose de mi.

Mi matrimonio es un escudo quebradizo que cada día tiene menos fuerza para sostener el peso de mi alma. Es imposible imaginar como me hace sentir, lo que un día fue la mitad perfecta de mi ser. Odio, amor, palabras encontradas entre si, sentidos opuestos que sin quererlo se precipitan a un fatal encuentro, donde los sentidos y sentimientos pueden acabar... muertos.

Han pasado casi dos horas desde que se fue a trabajar, y lo se porque he contado los segundos desde que se marchó, lo se porque cada vez hace más ruido el segundero del reloj. Es un ruido amenazante, hueco, sin humanidad, que sin saber porque no puedo dejar de escuchar. Ese "tic" se mete dentro de mi cabeza, descontrola mis nervios, estoy al borde de un apocalipsis mental. Tengo que encontrar mis analgésicos. En el frasco de la mesita de noche solo queda uno, creo que hay más en la cocina, asi que no me queda mas remedio que ponerme en marcha e ir a buscarlos, necesito tomarme dos para que me hagan efecto.

La cocina esta fría, busco en el cajón de las medicinas y solo hay un frasco de omeprazol, unas pocas tiritas, una venda elástica, un poco de algodón, y una botellita de agua oxigenada. Nada de lo que hay me sirve, asi que cojo una vaso lo lleno de agua y me tomo mi último paracetamol, luego bajaré a la farmacia a por más.

Tengo hambre, me preparo el desayuno, empiezo a cortar el pan para hacerme unas tostadas con mantequilla, y al ir a la nevera a coger la mantequilla, me doy cuenta de que en la mesa de la cocina hay dos vasos con café con leche a medio terminar.

- ¿Dos vasos por qué? - me pregunto en voz alta, nunca desayunamos juntos, asi que no le veo sentido a que haya dos vasos en vez de uno. Sigo pensando en ello, pero no consigo entenderlo, cuando venga de trabajar me dará una explicación me digo para mi misma, y lo dejo correr, el pan tostado huele tan bien que ahora mismo no puedo pensar en otra cosa que no sea untarlo de mantequilla y saborear hasta la última migaja.

La cabeza me sigue doliendo, la primera pastilla aun no me ha calmado, y sigo escuchando el reloj, tic, tic, tic... no acaba nunca.

Toc, toc, toc.

- Ya voy, ¡un momento por favor! - Debe ser mi hermana Claudia, había olvidado que hoy es martes, y los martes y viernes toca "desviar miradas" así es como ella lo llama a hacer footing por el parque, en parte tiene razón, los hombres son tan simples, en cuanto nos ven con ropa de deporte, es raro el que no desvía la mirada cuando pasamos por su lado. A ninguna de las dos nos gusta el ambiente de gimnasio, mucho musculito sin cerebro, clases abarrotadas, y sensación de claustrofobia... es mucho mejor correr al aire libre.

- Joder Malia, ¿Aún no estás preparada? - Me dice mi hermana nada mas entrar y ponerse cómoda en el sofá.

- Calla petarda, que hoy no me encuentro muy bien.
- Será porque anoche sí que lo pasaste bien.
- No me hables de eso que ya sabes como van las cosas entre Luis y yo.
- Vale, vale... lo siento si he abierto viejas heridas, creí que lo teníais superado.
- No es tan fácil... es... ¿A qué has venido? ¿A cotillear, o a buscarme para ir al parque?
- Mi primera opción siempre será cotillear burra, pero hoy no, he venido para ir al parque.
- Pues venga, me cambio de ropa y nos vamos, ya sabes dónde está todo, enseguida salgo.

Dejo a Clau, así es como la llamamos en casa, esperando en el salón mientras me cambio a toda prisa, hoy no me va a hacer falta ni calentar, unos pocos estiramientos y estaré lista, bueno, eso si encuentro mis zapatillas, las dejé junto a las mallas aquí mismo - ¿Dónde las habré metido? - Me pregunto mientras miro debajo de la cama.

- ¡Las Reebok las tienes aquí en el salón! - Me grita mi hermana.

Creo que he hablado en voz alta mientras pensaba, una vez más, y van... Muchas. Voy para el salón, le quito las zapatillas a Clau y me las pongo, ahora sí que estoy lista.

- ¿Nos vamos? - Le pregunto como si fuera ella la que está tardando más de la cuenta.
- venga vámonos, que se nos hace tarde.

Salimos del piso y nos subimos al coche, yo no entiendo de marcas, pero sé que le ha costado mucho dinero, todo piel por dentro, y muy elegante, no sabría describir mejor un coche como el de Clau, solo puedo decir que es el más cómodo en que he ido.

El parque Lednevir, que le debe el nombre a su diseñador paisajístico Roneld Lednevir, es famoso por sus dos lagos de vista superpuesta con una cascada entre ambos que los unifica, además tiene dos puentes colgantes que cruzan de punta a punta los dos lagos, y por su periferia el carril bici recorre todo el parque, también cuenta con muchas rutas para dar largos paseos a pie. No está lejos de casa, así que llegamos en 15 minutos, casi tantos como los que cuesta encontrar un sitio para aparcar.

Casi siempre hacemos el mismo recorrido, en total unos 6 kilómetros llenos de vida natural en un entorno creado artificialmente, árboles y papeleras en la misma proporción, casi más bancos a la sombra de un árbol, que piedras para que puedan estar al sol las pequeñas lagartijas que por aquí se esconden, y casi tantos pájaros como personas, ambas especies revoloteando de aquí para allá.

Hoy el día está algo nublado, y tengo un mal presentimiento, sigue doliéndome la cabeza aunque ya menos. El aire fresco me ha sentado bien, y el ejercicio ayuda a activar el cuerpo y la mente. Clau apenas me habla mientras corremos, sé que lo deja para mas tarde, hoy tiene esa expresión nerviosa que tanto le afea la cara y que indica que algo va mal. Ya casi estamos al final del recorrido, se ve desde aquí la puerta de entrada al recinto. Clau se para y se apoya en el borde de una valla que delimita el lago, no dice nada, sólo me mira, me mira a los ojos, en los suyos asoman dos gotas de sufrimiento, que caen abriendo camino a un río en llamas de lágrimas que yo no sé como sofocar.

- Sabes que pase lo que pase estoy a tu lado ¿Verdad? Puedes contarme lo que te pasa sin miedo. - Le digo mientras me acerco para abrazarla y darle todo mi cariño.

Ella me abraza más fuerte aun, y empieza a pedirme disculpas entre sollozos, me dice que no está de acuerdo, que nada de todo esto que me hacen tendría que haber pasado, que se arrepiente de ser partícipe de este engaño.

- ¡Dios mio Clau! Me estas asustando ¿Que ha pasado? ¿Que es lo que me están haciendo? ¿De qué engaño me hablas? - Le digo mientras mi hermana poco a poco se va calmando, y yo cada vez más asustada y nerviosa empiezo a temblar.

- Mália cariño, no debería hablarte de ello, para mi es muy doloroso, tanto decírtelo como que no lo sepas, creo que es algo que tendría que haber hablado contigo hace mucho tiempo, algo muy importante, y no se como contártelo, ni como te va afectar. Eso es lo que más me preocupa, la manera en que pueda afectarte. Y lo más triste de todo es, que ni siquiera me vas a creer.

- ¡Claudia! ¿No te das cuenta de que la ansiedad me está matando? ¿Que con cada una de tus excusas haces que me sienta peor? ¡No puedes dejarme así! Acaba lo que has empezado... Por favor. – Ella me mira con tristeza ¿Acaso no ve que así abre un poquito más las puertas de mi pequeño abismo interior? Dame la llave para que pueda cerrarlo, rezo en el silencio de mis lágrimas.

- Sabes que te quiero Malia, eres mi hermana y siempre estaré a tu lado. Quiero lo mejor para ti, y me duele que estés tirando tu vida, y de que hagas como si no hubiera pasado nada entre Luis y tú.

El Dr. Sugrañes lleva años intentando hacerte volver a la realidad, él ha sido el que se ha ocupado de ti, nos ha aconsejado no revelarte nada de tu enfermedad, pues eso podría ahondar más en tus alucinaciones, y meterte de lleno en ese falso mundo que tú misma creas, y crees. En 3 años que llevamos no has avanzado nada, asi que por eso me he decido a dar el paso, a arriesgarme pensando que te voy a hacer un bien.

Sí Malia, estás enferma desde el 23 de noviembre del 2007, el mismo día en que Luis te dejó, se fue de casa, y nunca más se ha sabido de él. Ese día perdiste tu frágil cordura, y desde entonces , hace 3 años ya de eso, estas en la clínica psiquiátrica privada del Dr. Sugrañes, todos los días vamos a visitarte, siempre hay alguien de la familia a tu lado, esperando que por fin salgas de la oscuridad en que te encuentras, quizás si te lo repito cada vez que vengo a verte, poco a poco la verdad se abrirá paso ante la locura que cierra tu mente, y por fin podamos tenerte de nuevo entre nosotros. - Claudia calla, y parece que se haya quitado un peso de encima mientras hablaba, y ahora ese peso lo cargo yo.

El mundo se para, la vida deja de tener sentido, noto como cada gota de mi sangre avanza por las arterias, corriendo por llegar una vez más al corazón por si acaso esta es la última, y Clau no se da cuenta de que estoy a su lado muriéndome. Sus palabras son como cuchillas afiladas que atraviesan sin piedad todo mi cuerpo, desmenuzando en jirones todo mi mundo, y siento miedo, miedo a que sea cierto y sea yo la que vive de fantasías. No es posible, Luis no puede haberse marchado, lo veo todos los días, todas las mañanas veo como se levanta y se va a trabajar, y vivo en casa, no en un psiquiátrico ¡No puede ser! ¡No puede ser! ¡NO PUEDE SER!.

- ¿Como pretendes que te crea? ¿Acaso tú lo harías? - Nos miramos sin saber que decirnos, se ha abierto una grieta entre las dos, y no hay forma de cerrarla.

Una vez más, sabía que no me creerías. - tras un minuto sin decir nada se acerca, me da un beso, y se marcha. Me deja sola en el parque, y me siento sola en la vida.

Todo me da vueltas, me quedo sentada pensando en lo que ha pasado, no tiene sentido, Clau nunca me ha mentido ¿Por qué iba a inventarse semejante cuento? Quizás debería haberle hecho entender que estaba equivocada, demostrarle que no tiene razón ¿Pero como? yo no he sabido reaccionar, no he sabido hacerle entender que no estoy loca ¿Acabo de perder a una hermana, o quizás la cabeza? Ya no sé qué pensar, ni qué creer.

Me estoy mareando, vuelve con más fuerza el dolor. Tengo que salir de aquí e ir a la farmacia a por mis pastillas. Se me nubla la vista, y las fuerzas me abandonan, ya casi ni veo el lago, el camino está borroso, y los árboles se difuminan en sombras a mi alrededor ¿Que me ocurre? Me he quedado dormida en el parque, con los ojos cerrados soy capaz de ver mi cuerpo tendido entre las hierbas, mientras mi otro yo sube y sube hasta perderse en el vacío de la soledad.

23 de noviembre 2010: Me llamo Claudia, y desde hace 3 años cargo con el negro pesar de la culpa, el lamento infinito del dolor, y la carga insoportable de vivir una vida que ni yo misma creo que merezca.

Todos cometemos errores, sin duda alguna más de una vez nos hemos arrepentido de algunas de nuestras acciones, y aunque la mayoría de ellas no son mas que obsesiones absurdas, y fijaciones internas a las que solo nosotros le damos importancia, de vez en cuando hay actos que por su propia naturaleza deberían condenar eternamente el alma, y así me siento yo, condenada por dentro.

Estoy en la sala de espera del Dr. Sugrañes, director médico de la clínica psiquiátrica de su mismo nombre. Mientras espero no hago mas que recordar y recordar...

Mis demonios interiores se cobraron pieza el día que mi corazón se enamoró, un amor no correspondido y con un destino fatal para quien de verdad mas quiero, todo ello sin tener conciencia ni querer provocarlo, si, pero con el sello inequívoco de la más baja calidad humana por mi parte.

El 13 de Septiembre del 2007 fue mi cumpleaños, y como cada año llegué sola a ésa fecha, mi vida sentimental era y es casi inexistente, mi familia y unos pocos amigos que aún conservo desde niña son las únicas personas que al parecer se dan cuenta de que existo y llaman para felicitarme.

Luis y Malia, fueron los primeros en llamar, quedamos para ir a cenar el sábado y así celebrar que dejaba de ser una veinteañera, y me unía a su club de los treinta, Claudia me dijo que Luis había invitado a un amigo, y que sería una cena en parejas y eso me dio miedo, los hombres no suelen hacerme mucho caso, me siento apartada, y eso me duele.

Así fue como conocí a Sergio, y mis hormonas se revelaron nada mas verle, moreno, con unos ojos azules que llenaron los míos con su luz, me hablaba y me hacía sentir única, me hizo pensar que aquel intenso brillo de sus ojos podría iluminar el resto de mi vida siempre que estuviera a mi lado, me enamoré perdidamente de él en ese primer encuentro.

Volvimos a vernos el fin de semana siguiente, esta vez solos, yo creí comprender cada uno de sus gestos, cada vez que se acercaba, y me rozaba, pensaba que era una invitación velada para que ocurriera algo más, pensé que todo iba bien, por fin me sentía feliz con alguien a mi lado, y él también parecía estarlo.

Quería compartir mi felicidad con el mundo, pero sobre todo con Luis y Malia, sin ellos no habría conocido a Sergio. Quedemos los 4 de nuevo para cenar en mi casa, y así de paso tenía una excusa inofensiva para que Sergio viniera a ella, se quedase a dormir, y tenerle para mi toda la noche.

La cena empezó bien, mis tortellini a la bolognesa nunca me habían fallado, el lambrusco subió el tono de las conversaciones, muchas risas y muy buen ambiente, sobre todo después de que Sergio abriera la botella que había traído de limoncello, y que ya iba por la mitad.

Malia se ofreció para fregar los platos, y Sergio para ayudarle, Luis y yo nos quedemos en el salón vigilando los chupitos por si escapaban. Un mal presentimiento empezó latir dentro de mi, Luis no dejaba de hablar del viaje que quería regalar a Malia por su segundo año de casados, yo no podía concentrarme en lo que me decía, en vez de eso no dejaba de darle vueltas a los pequeños detalles de ésa noche, tenía la impresión de que Sergio se reía más con lo que decía Malia, estaba más atento a sus palabras que a las mías, y Malia esquivaba las miradas de Sergio, incluso la mía... Será el alcohol pensé, y volviendo a la realidad le dije a Luis que la llevara a Egipto, que a Malia le encantaría ir allí.

La noche se cerraba, y por fin estábamos solos, Sergio se acercó por detrás, pasó sus brazos alrededor de mi cintura y apretándome contra su cuerpo me susurró al oído: "Me muero por saber que sabor esconde tu piel, deseo recorrer todo tu cuerpo, encontrar los caminos que te den más placer, y saborear hasta la última gota de tu miel..." luego me dio la vuelta, rozó con sus labios los míos, me beso muy despacito, casi con miedo, me miró a los ojos y vi en ellos el cielo, me desvistió sin prisas, con mucha calma, llenando los huecos del silencio con besos y caricias, yo ya era totalmente suya, me tenía atrapada entre el deseo y la más ardiente de las lujurias.

Nos amamos, toda la noche, y al despertar sentí que mi corazón se había quedado pequeño, pues ya no cabía en él más amor. Sergio dormía, y yo miraba, su cuerpo semidesnudo envuelto entre el revoltijo de sabanas, me tenía hipnotizada. Pensé que por fin mis sueños se habían cumplido, estaba enamorada.

Pasaron varias semanas y yo seguía en mi nube de felicidad y satisfacción plena. Sergio pasaba mas noches en mi piso que en el suyo, así que le propuse que se instalara conmigo, mi piso es más grande y yo estaba encantada de tenerle siempre a mi lado, me dijo que si, que le parecía muy buena la idea. Era como estar en una luna de miel.

Una noche mientras veíamos una película muy mala, me quedé medio dormida en el sofá, al rato me desperté y Sergio no estaba, fui al baño para cepillarme los dientes e ir a dormir, supuse que Sergio estaría allí así que le diría que le esperaba en la cama si es que quería seguir viendo la película.

Cuando llegué al baño Sergio estaba dentro con la puerta cerrada y hablando por teléfono con alguien, hablaba muy bajito, casi no se oía, intente oír lo que decía, pero no pude escuchar nada.

Volví al sofá, a fingir que seguía dormida, no sabía que pensar, los celos me comían las entrañas, pero... ¿Y si tan solo quería darme una sorpresa? Quizás una fiesta, o un viaje como Luis pretendía hacer con Malia, la mente me iba a mil por hora, decidí que esa noche mientras dormía le miraría el móvil, para quedarme tranquila.

Y así lo hice, esperé a que estuviera profundamente dormido, cogí su móvil de la mesita, me fui al baño y allí empecé a investigar. La última llamada que había realizado era a Malia, me sorprendió un poco que no fuera a Luis, si quería un cómplice para darme una sorpresa, mejor un amigo que conoces de toda la vida, que no la mujer de un amigo a la que apenas has tratado. Ya que estaba le miré los mensajes, y los dos últimos también eran para Malia.

"Ayer no pude ir, pero hoy a las tres y media nos podemos ver en el bar de la esquina de mi trabajo" eso es lo que decía el primer mensaje. Sigo leyendo. En el segundo mensaje decía: "Estás segura que tu marido se va el lunes de viaje?? Necesito verte, necesito tenerte otra vez... no me hagas esperar hasta el lunes..."

Y fue así, sentada en la taza del inodoro, donde se me rompió el corazón, sentí como iban cayendo los trozos desechos que componían mi felicidad, desnudando y deshaciendo la persona que creía ser, hundiéndose mi nuevo mundo en un abismo de rabia, celos, y clamor de venganza. Me sentí utilizada, engañada y menospreciada.

Lloré, dejé que saliera todo el sufrimiento que me roía la razón, como una sucia rata a la que nadie quiere y que rebusca en la basura algo que roer, así estaba, planeando como hacérselo pagar a los dos, de él lo podría entender, pero de ella no, de ella nunca, y por eso jamás se lo perdonaría. Esa noche no pude dormir, me quedé en el sofá decidiendo qué haría...

Me fui a trabajar antes de hora, sin despedirme de él, le dejé el móvil en la mesita para que no sospechara nada, y desde allí llamé a Luis, le dije que tenía que hablar con él, a solas, sin mi "querida" Malia delante. Quedemos ésa misma tarde en la salida de su trabajo, lo esperé en la puerta, nos subimos a su coche, le dije que lo que iba a oír no le gustaría, y que me tenía que prometer que me ayudaría a solucionar de la mejor manera posible nuestra situación, Luis me miraba con curiosidad pero temiendo que me hubiera vuelto loca, pobrecillo, no sabía lo que le esperaba.

Comencé por contarle mis sospechas de la cena, Luis prestaba atención pero en su cara se reflejaba incredulidad, seguí y le conté lo de los mensajes, ahí sí que le cambió la cara, aun así, no quería creérselo, y yo no tenía más que mi palabra. Le dije que hiciéramos una prueba, cuando llegara a casa comprobara el teléfono de Malia, y en caso de no hallar nada porque hubiera borrado el rastro ya pensaríamos que hacer, y con lágrimas de rabia y tristeza en los ojos lo mire pidiéndole ayuda, no podía abandonarme en este momento de fragilidad.

Arrancó el coche, estuvo callado durante todo el camino a mi piso, me dejó en la puerta del edificio donde vivo, y sin decirme nada se fue, se fue y aún no ha vuelto...

Como ya había dicho, ya han pasado 3 años desde entonces, estoy en la sala de espera del Dr. Sugrañes recordando todo lo que pasó, María, la secretaria del Dr. Me saca de mis pensamientos.

- Ya puedes pasar Claudia, el Dr. Sugrañes te espera. - Le doy las gracias y entro.

Hoy me ha tocado a mi la visita, y según las normas de la clínica hay que hacer una evaluación paciente-familiar para ver si hay algún progreso, estudiar las posibles causas del transtorno, y así evaluar la forma más efectiva de tratarlo.

- Buenas tardes Claudia ¿Que tal la visita? - El Dr. Sugrañes, un hombre de unos 50 años, moreno, bajito, con una barba perfectamente cuidada y con sensación de confianza esculpida en su cara amplia y de aspecto familiar, me recibía con la misma frase y cordialidad de siempre...

- Buenas Dr. Sugrañes, hoy se ha alargado un poquito mas de lo habitual, hace ya 3 años que ocurrió todo, y a mi modo de ver, la visita de hoy tenía mas emotividad que otras, vaya una tontería ¿No?

- Para nada es una tontería mi querida Claudia, en psiquiatría cuanta más emotividad puedas reflejar con el paciente, mejor, pues puede causar más respuestas en su psique. Como ya sabes, en estos momentos se encuentra en estado catatónico debido a las crisis de esquizofrenia que sufrió. Así que todo estimulo externo hará que en su interior ocurran cosas, aunque nosotros no las veamos ni las podamos percibir. Como mucho repetirá una frase, o un gesto que haga, eso es una muy buena señal.

Pero sigue contando, tenemos que evaluar la visita y para ello es necesario saber todos y cada uno de los detalles. Ya sabes el procedimiento, no te detengas, luego ya podremos debatir sobre una cosa u otra.

- Muy bien Dr. Sugrañes, comencemos pues:

Cuando he llegado a su habitación parecía que dormía, me he acercado y le he dado un beso, y ha abierto los ojos en ese preciso instante, he querido creer que ha notado mi presencia, y me he alegrado un montón por ello, así que he estado hablándole sin parar, mientras le cambiaba el pijama, le ponía la bata, incluso cuando le daba de comer, pero nada, como siempre parece que no hay nadie al otro lado del espejo.

Luego he llamado al celador para que me ayudara, para mi es tarea imposible que se siente en la silla de ruedas, le he puesto las zapatillas y nos hemos ido al jardín de atrás, y allí junto a la fuente hemos pasado buena parte de la tarde. Todo seguía igual que siempre, sin expresión, sin una mirada más profunda o intensa que la otra, un ser totalmente vacío he llegado a pensar.

Le he hablado de toda la familia, y no he notado ningún cambio, de cuanto se le echa de menos, y luego me he acordado del incidente, por más que lo reprimo, siempre me viene a la cabeza, y se lo he estado recordando, la verdad es que quizás me haya excedido, me he sentido culpable por ello. Me he puesto a llorar y a pedirle perdón mientras le daba un abrazo, todo ha sido por mi culpa le decía, y así hemos estado un buen rato, y cuando iba a llevarle de nuevo a su cuarto, he visto que una pequeña lágrima le resbalaba por la mejilla, he pensado que sería parte de las mías, pero no, era suya, ¡Era suya!

Me he alegrado tanto que le he dado un beso y he ido a llamar al celador para que lo llevara a su cuarto, yo estaba tan nerviosa que me fallaban las fuerzas. Tenía que venir aquí a contárselo porque no podía esperar. Cuando he vuelto con el celador, se había caído de la silla y parecía que dormitaba. Me he asustado muchísimo, me he temido lo peor, por un momento he llago a creer que esa lágrima había sido su último acto de humanidad. Pero gracias a dios sólo ha sido un susto, tan solo se ha desmayado, y ahora ya está en su cuarto esperando que amanezca un nuevo día.

Así ha transcurrido la visita Dr.

- ¡Qué gran noticia! parece que vamos por buen camino Claudia, es la primera vez en 3 años que demuestra algún tipo de afecto o empatía, sin duda hay que celebrarlo... pero... en caso de recuperación total. ¿Estarías preparada para el juicio y la posible condena?

- Lo se Dr... Es algo que he pensado mucho, y creo que sería mejor para todos que saliera de aquí, aunque su destino fuese la cárcel. Claro está que la esquizofrenia y sus crisis fue lo que le hizo hacer aquello, después de eso entró en estado catatónico y ahí sigue de momento. Así que, sí, creo que estoy más que preparada, mejor sufrir una vida, que una vida sin vida...

- No te confundas Claudia, sin lugar a dudas fue una crisis esquizofrénica la que hizo que acabara en esta clínica, pero fueron los celos los que iniciaron todo esto.

Tu Hermano Luis, mató a su mujer Malia y a su amante Sergio, a él le pego dos tiros nada más entrar en la casa, su casa, y el dormitorio que tantas noches habían compartido, a ella la mato con el reloj de la mesita, le dio un golpe tan fuerte con él, que le partió el parietal derecho causándole la muerte cerebral al instante, luego se sentó en la cocina, preparó dos cafés con leche y ahí se quedó hasta hoy día. El hecho de que llevara el arma será lo que haga que lo metan en la cárcel, fue totalmente premeditado, y no se podrían usar como atenuante las crisis esquizofrénicas que a la postre lo han dejado tal y como está ahora.


- Lo sé Dr. - le digo mientras pienso que por mi culpa Sergio y Malia están muertos, Luis encarcelado en su propia cabeza, y todo por mi culpa, todo por culpa de no querer perder a Sergio...
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