Buenas,
aviso ante todo que no se me da nada bien escribir, pero estas fechas me han removido el interior y, el resultante, tenia que sacarlo por alguna parte.
Seguro que veis muchos errores gramaticales, o puede que veais redundancias por doquier, pero bueno... es lo que hay. Seguro que iré mejorando.
Ahi va:
El niño, abatido, se sentó en el oscuro horizonte.
Pensaba sobre la vida, la cual veía como un juego en el que a veces se gana y en otras se pierde. En ese juego hay unas normas que seguir, si las incumples acabas siendo castigado. Él había incumplido una, la peor que pudo incumplir: hacer daño inconscientemente a quien más quería. Inadvirtió que estaba dañando el corazón de la persona mas importante para el, que su egoísmo y la comodidad fueron tirando piedras sobre su propio tejado. Pero no se podía excusar diciendo que no conocía las normas, pues se aplicaban por igual y él quedó castigado por ella, dejándole solo y con el alma vacía. Al borde de la locura sólo le quedaba buscar a alguien que pudiera ocupar ese vació que sentía en su interior. Un vació irrellenable, puesto que lo único que podía saciar el hambre del hueco era el corazón de la joven. Probó muchas veces encajar las almas que le ofrecían pero, como en el cuento de la cenicienta, sólo había un pie para su zapato.
Mientras ella volvía a ser feliz, él la observaba desde ese pozo del cual no podía salir, nadie le tiraba una cuerda lo suficientemente larga como para poder cogerla, y la que era larga no era lo suficientemente fuerte.
Pasaba el tiempo y la desesperación era cada vez mayor. Chillaba y chillaba pero ella, que bien le oía, seguía empeñada en mantener su castigo. Aunque bien le quería, debía mantenerse firme y no volver a caer en lo que creía que sería un error.
De repente un día, el menos esperado, él se calmó. Pensó en que podía hacer para recuperar el amor de la chica. Lo único que se le ocurrió fue demostrarle que él había cavilado mucho acerca de aquel error que le convirtió en una especie de muerto viviente. Aunque ella estuviera con otra persona, no le importaba demasiado puesto que sabía que al final ella acabaría perdonándole y le volvería a brindar una última oportunidad. No le volvió a fallar nunca mas, se comportó como el buen amigo que era, estando ahí siempre que ella lo necesitara.
Pasaron tres años y el joven seguía esperando esa recompensa por su buen hacer con la chica. Ella supo ver lo realmente importante que era para él, por fin notaba esa seguridad que no recibía hace unos años, sabia que él había aprendido la lección.