Un relato sobre la persona que me acompaña desde hace mucho tiempo:
Me levanto y, todos los días sin faltar ningun, estoy conmigo. Me ducho, desayuno conmigo mismo y voy a trabajar acompañándome por el camino y contándome a mi mismo lo que aborrezco este puesto. Siempre me doy la razón en todo lo que pienso. Desde hace tanto timepo que ni puedo recordar ya, me acompaño en la vuelta a casa y siempre estoy ahí al entrar por la puerta. No falta el día en que me prepare la cena que, aunque a veces no esté todo lo bien cocianda que debería, está preparada con todo el amor posible. Día tras día me acuesto conmigo mismo y espero pacientemente para dormir hasta que esté dormido sin haberme lamentado ningún día por ello. No solo eso. Jamás me he molestado con mis ronquidos, a pesar de que ronque estruendosamente, ni me he quejado por eso. En mis momentos malos, ahí estoy yo y en los buenos también, también suelo estar en los que no son ni buenos ni malos. No solo eso sino que también tengo mis mismos gustos y mis mismas aficiones. Y, por si todo esto fuera poco, tengo la misma forma de pensar que yo mismo.
Entonces... ¿Por qué me siento tan sólo?