Tu casa es el lugar más importante del mundo. Allí sueñas. Te alimentas. Te drogas. Te aseas. Follas. Te haces mayor. En tu casa vive tu pareja, tus hijos. Tu gato. O tu perro. Tus plantas.
En tu casa ríes. Probablemente es de los pocos lugares donde lloras. Habitan tus fotografías por las paredes. Allí lees. Ves las películas que te apetece. Duermes la siesta en el sofá. Llenas la nevera de chocolate. O de salsas. O de verduras. O de cervezas. Estás enganchado al ordenador hasta las tantas de la mañana.
Normalmente allí es donde engendras a tus hijos. Te quedas cuando estás malo. Guardas tus más preciados recuerdos en los cajones. También el dinero que tienes suelto. O tus ahorros. En tu casa celebras fiestas. Puede que también trabajes allí. Invitas a tus amigos a cenar. Pintas. O haces las cosas que no te atreves a hacer fuera. Eres libre, en definitiva.
Contiene tu váter favorito. La almohada que echas de menos cuando viajas. Tu olor. Los pelos de tu novia en la ducha. Tu ropa. Tus recuerdos.
A veces se convierte en un lugar mágico y nacen tus hijos. O incluso te mueres.
No hay deuda en el mundo suficientemente grande para que un banco tenga derecho a llevarse lo más importante de tu vida: tu hogar.
Stop Deshaucios.
