El lanzamiento de una nueva actualización de Windows 10 se ha convertido en todo un acontecimiento. La continua introducción de mejoras y nuevas prestaciones siguiendo un calendario de dos actualizaciones por año hace que numerosos usuarios hagan línea para iniciar sus descargas, pero algunas personas han podido constatar que la
actualización de abril no puede ser instalada en sus equipos.
Según ha
comunicado Microsoft, esto se debe a la existencia de "una incompatibilidad conocida que peude causar problemas de rendimiento y estabilidad" en ordenadores equipados con algunos modelos de SSD fabricados por Intel. De acuerdo con un mensaje en los foros de Microsoft, "no existe una solución para este problema", que se manifiesta en forma de bloqueos reiterados y reinicios a la pantalla de la UEFI. Los usuarios que hayan instalado de alguna forma la actualización pueden regresar a la anterior versión del sistema operativo mientras los desarrolladores implementan alguna clase de remedio.
El comunicado de Microsoft señala que la compañía está trabajando "en una solución que será proporcionada a corto plazo", tras la cual sí será posible instalar la actualización de abril con garantías de un correcto funcionamiento. A juzgar por el texto, parece que el bug reside en la propia actualización y no en las unidades SSD o su software.
Este no es el único problema descubierto en la actualización de abril, que
ya fue retrasada tras descubrirse un importante bug que afectaba a la estabilidad del sistema. Otras posibles complicaciones incluyen problemas de rendimiento con Chrome, Edge, Firefox y Visual Studio, ralentizaciones en el ratón, micrófonos incapaces de registrar sonido y problemas de diversa índole relacionados con el nuevo control general de audio, así como fallos gráficos relacionados con el lenguaje de diseño Fluent. La manifestación de estos bugs, en cualquier caso, depende en gran medida de cada usuario e instalación.
Fuente: Microsoft