Existe una verdad indiscutible en el mundo: Siempre hay una chica con suerte, perseguida y detenida por un hombre que una vez llevara el aspecto de Hamfrey Bogart. El hombre está sentado ahora delante de la barra del mismo bar. No es cierto que beba Ginebra azul, tampoco es cierto que esté fumando mientras el humo se mezcla en el aire con la sensual melodía del Concierto de Aranjuez tocado por Miles Davis. Como tampoco es cierto que la eche de menos, que esté triste porque no la encuentra, y no es cierto que piense que quizás todo fue el rumor de algo que no pasó, y que su imaginación inventó para pasar un rato. No es cierto que haga nada de eso, pero lo hace. Lo hace tanto que la ginebra sigue siendo ginebra, y el recuerdo sigue siendo recuerdo. El hombre sigue buscando a la chica con suerte por los bares de juego donde la encontró. Esperando poder invitarla otra vez a una copa, y poder, aunque terminen centrándose solo en el momento, seguir hablando con ella de la forma tan deliciosa con que lo hizo. ¿Dónde estará la chica con suerte? ¿Tendrá miedo? ¿Existirá de verdad? El Barman mira al hombre con cara de "Vendrá, las chicas con suerte siempre vuelven" y tras decir esa frase se pierde él también entre el humo del tabaco y las notas de Jazz de la trompeta de Davis.