Miradas

Empieza un nuevo día. Aún no ha salido el sol pero el despertador ya suena insistentemente requiriendo de mi atención. Como si nada muevo el brazo, lo apago y me quedo tumbado mirando el techo en la penumbra. Ya hacía largo rato que estaba despierto. Un día más mis dulces pesadillas han perturbado mi sueño. Evocaciones de tiempos pasados, sensaciones ya olvidadas que mi subconsciente expulsa como si de una fuga de gas se tratase.

Me miro al espejo sin demasiadas ganas y me sonrió. “Le gustarás.” Almuerzo corriendo y abordo ese sombrío tren que cada mañana me lleva a la oficina. En el vagón la habitual procesión deprimente de rostros inexpresivos y apagados, con los ojos clavados en el suelo. Me quedo observando a un inmigrante, una chica, un trabajador y un trajeado al ritmo de mis canciones habituales. En un pequeño esfuerzo intento imaginar la vida de cada uno, leo sus facciones, intento penetrar en sus almas y en su ser. Así me convenzo de que el inmigrante trabaja 12 horas al día, la chica está enamorada, el trabajador fuma sustancias ilegales y el trajeado va a participar en una reunión importante.

Llego a mi destino y mi viejo amigo, el frío, me envuelve y me congela hasta los pensamientos. Corro para no llegar tarde y accedo al complejo tecnológico. Saludo a la portera con una sonrisa tímida, saco mi tarjeta de empleado, se abren las puertas y me dirijo a mi cubículo. Una oleada de saludos precede mi llegada a la silla, las devuelvo y me siento. Enciendo el ordenador y mientras arranca echo un vistazo a mi izquierda, a su zona. Ella aún no ha llegado. Devuelvo la vista a la pantalla y comienzo a revisar los mails atrasados. Me ajusto los cascos de mi mp3 y me pongo un día más a hacer mi monótono trabajo de revisión.

Van pasando las horas. Yo, como un robot en una cadena de montaje, voy revisando, reportando a mi jefe, revisando, reportando a mi jefe y de vez en cuando haciendo una esporádica visita al lavabo. Noto que mi vida es gris, aburrida, pero no sé que hacer para remediarlo, no he nacido rico y trabajando tampoco me haré. Miro el reloj, las 11:50, me pongo nervioso. En breve llegará el mejor momento del día, aquello por lo que me levanto cada día, esa brizna de ilusión por la que sigo viviendo. Empiezo a dejar de banda el trabajo y a vigilar a la gente que pasa, tengo que estar preparado para cuando llegue el momento. Mi corazón palpita violentamente. Mi princesa, aquella chica especial no tardará en pasar. De repente veo a sus amigas, el momento está a punto de llegar. Pasan sus amigas y ahí está ella. El tiempo se congela, nuestras miradas se cruzan en un instante interminable. Leo en sus ojos, tan dulce mirada, su inocencia, su pureza, aquello que la hace especial. Su pelo ondulado le confiere un aspecto más juvenil aún si cabe. La deseo, siento la necesidad de estar a su lado, de protegerla, de darlo todo por ella. El tiempo vuelve a transcurrir con normalidad y se aleja dejándome una oleada de sentimientos. Siento la necesidad de levantarme de mi asiento, romper aquellas cadenas que me atan, hablar con ella, pero un miedo irracional me embarga y un día más me dejo vencer sin remedio, maldiciendo mi cobardía y saboreando todo lo que inconscientemente su ser me ha expresado.

Vuelvo al trabajo pero solo en cuerpo, mi alma vaga por mundos que probablemente nunca existirán. Me imagino cogidos de la mano paseando por un bonito parque en una mañana de domingo, diciéndole lo maravillosa que me parece, o perdidos en una cala inaccesible, sentados en la arena mientras nuestras miradas se pierden en el horizonte, o subidos en una noria mirándonos con complicidad y sellando nuestro amor con un beso.

Fueron pasando las semanas. Día tras día me proponía a dar el paso pero nunca lo conseguía. Mis fantasmas eran más fuertes de lo que podía afrontar y me volvía a maldecir, una y otra vez. Por fin un día me decidí, ya era hora de cambiar mi destino y tanto si salía victorioso como derrotado, lo importante es que lo habría intentado. Obsesivo controlaba el reloj más que nunca. El tiempo, caprichoso como de costumbre, pasaba más lento que nunca. Las 10, 10:02, 10:05, 10:10. Debía calmarme, pensar en otra cosa, pero era imposible. Estaba sufriendo una larga agonía, maltratando a mi alma en una espera eterna. Constantemente visitaba el lavabo, los nervios me estaban haciendo mella físicamente también. Y por fin, llegó la hora. Pero no pasó nadie. Extrañado, eche un ojo a la zona donde se sentaban las chicas y vi que estaba vacía. “Tendrán vacaciones.”,pensé. Pasaron los días y su zona seguía totalmente vacía al igual que mi ilusión y mis ganas de seguir adelante. Un día se sentaron unos chicos y no pude evitar acercarme a preguntarles. Fue entonces cuando un frío puñal atravesó todo mi ser al saber que ella ya no volvería. La habían cambiado de sede. Me deje caer pesadamente sobre mi asiento y me hundí en la más absoluta tristeza. Maldije a mi suerte, a mi timidez y a esas historias románticas fantasiosas del cine y la literatura que nunca se cumplen.

Llegó la primavera y ya lo tenía decidido, dejaría aquel trabajo para siempre. Aquello que me ataba a la oficina había desaparecido. Un día más el tren iba atestado pero desde hacía algún tiempo, ya no me fijaba en las personas de mi alrededor. De repente, algo llamó mi atención y me quedé helado al cruzar de nuevo mi mirada con la de ella. Sonreía tímidamente y me miraba con aquellos ojitos llenos de inocencia y vida. Esta vez no lo dudé y me levanté de mi asiento bajo los rayos del sol que comenzaba a salir en un nuevo amanecer.
Hola tío, me chocó un poco el cambio de tiempo al final del relato. Está bien redactado, es fiel a la realidad y sin muchas florituras que entorpezcan la lectura.
Bueno, ¿qué te dijo?

¡Salu2!
DeFT escribió:Hola tío, me chocó un poco el cambio de tiempo al final del relato. Está bien redactado, es fiel a la realidad y sin muchas florituras que entorpezcan la lectura.
Bueno, ¿qué te dijo?

¡Salu2!


Lo siento, no es autobigráfico. XD Pero el tema acabó bien. Quería dar a entender que ella lo miraba cada día esperando que él le dijera algo pero tampoco se atrevía a acercarse.

A lo del cambio de tiempo, ¿te refieres a qué empieza la historia en invierno y acaba en primavera? Es algo escrito así expresamente para realzar el cambio interior del protagonista.
Hola, no no x"D, la estación está bien.
Me refiero a empezar en presente y terminar en pasado (los dos últimos párrafos).
DeFT escribió:Hola, no no x"D, la estación está bien.
Me refiero a empezar en presente y terminar en pasado (los dos últimos párrafos).


Eso me pasa muchas veces cuando llevo un rato escribiendo. Es un pequeño fallo mío característico. XD
muy buen relato, como te dijeron por ahi yo tampoco sirvo para esto. y tambien que en parte me he sentido idenificado con la historia.
Me ha gustado el relato, una historia muy real que puede pasarle a cualquiera en un momento dado. Estaré atento por si decides poner por aquí alguna otra cosa.

Un saludo.
Intentaré encontrar tiempo para publicar alguna otra cosa. Gracias por las críticas [ayay]
7 respuestas