El inventor y empresario británico Clive Sinclair ha muerto a los 81 años “después de una larga enfermedad”, según ha informado su hija Belinda. Deja tras de sí una industria que nunca hubiera sido igual sin su visión de futuro, que le llevó a diseñar la familia ZX Spectrum como propuesta de informática asequible (y sin embargo capaz) para las masas.
Basado en el no menos icónico Zilog Z80, el ZX Spectrum inspiró a toda una generación de desarrolladores europeos y fue clave para la industria del videojuego del Reino Unido. El recorrido de la línea original fue sin embargo curiosamente corto. En 1984 el empresario lanzó el Sinclair QL, un ordenador que a pesar de sus 32 bits no consiguió un buen rendimiento comercial. Finalmente, Clive Sinclair dejó atrás las marcas Spectrum y Sinclair en 1986, siendo adquiridas por Amstrad.
Incontables usuarios deben a aquellas máquinas sus primeros pinitos en el mundo de los videojuegos e incluso la programación. Linus Torvals, de hecho, comenzó sus trabajos en Linux usando un QL. A día de hoy el ZX Spectrum sigue teniendo una efervescente
scene, con lanzamientos modernos en forma de series limitadas e incluso nuevo hardware de mejora y ampliación.
Aunque Clive Sinclair siempre será recordado por sus microordenadores, fue primero y ante todo un inventor. Antes de sus aventuras informáticas Sinclair diseñó la
primera calculadora de bolsillo delgada (1972) y trabajó en aparatos de radio e incluso pilas para audífonos. En 1985 llegó a lanzar el
Sinclair C5, un minicoche eléctrico (técnicamente un triciclo) comercializado sin análisis previo del mercado que resultó un desastre comercial. Con el tiempo, como sus ordenadores, se ha convertido en un cotizado objeto de colección.
Una de las últimas aventuras de Sinclair fue la
A-bike, una bicicleta plegable lanzada en 2006 en ciertos aspectos adelantada a su tiempo.
Tras su muerte, Clive Sinclair deja tres hijos y una copiosa descendencia de nietos y biznietos. También varias generaciones de aficionados a la informática que hoy se sentirán un poco huérfanos.
Fuente: The Guardian