Jean-Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional (FN) y gran patriarca de la extrema derecha francesa durante decenios, falleció este martes, a los 96 años, en su domicilio de Garches, un suburbio de la periferia oeste de París, “rodeado de los suyos”, según indicó un comunicado de la familia. Su hija Marine, sin embargo, recibió la noticia mientras volaba de regreso a París desde el archipiélago de Mayotte, en el Índico. Se enteró durante una escala técnica en Nairobi (Kenia).
Le Pen, apodado el Menhir o el pirata de la República siempre provocador y polémico, sacudió al establishment político francés cuando inesperadamente llegó a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales contra Jacques Chirac en 2002, con su combativa mezcla de populismo y carisma.
El político fallecido pasó el relevo como jefe del partido a su hija, Marine Le Pen, quien desde entonces se presentó a la presidencia tres veces y convirtió al partido, ahora llamado Reagrupamiento Nacional (RN), en una de las principales fuerzas políticas del país, la que dispone hoy del mayor número de diputados en la Asamblea Nacional y con el poder de tumbar al Gobierno, como se demostró con la moción de censura contra Michel Barnier.
El impacto de Jean-Marie Le Pen se deja sentir todavía en la política francesa, a pesar de que su hija lo apartó e incluso expulsó del partido, harta de sus excesos verbales y su antisemitismo, para moderar su imagen. Su condición de patriarca maldito de la Francia reaccionaria no puede ocultar la influencia enorme que ejerció. La irrupción del Frente Nacional alteró de modo duradero el equilibrio entre partidos, obligando a pactos contra natura entre el resto de fuerzas políticas para evitar que llegara al poder. Esa distorsión se produjo en las elecciones que llevaron al Elíseo a Emmanuel Macron, en el 2017, las de su reelección, en el 2022, y también en las legislativas del verano pasado.
El presidente del Reagrupamiento Nacional, el eurodiputado Jordan Bardella, que a sus 29 años encarna una extrema derecha mucho más suave, rindió homenaje a Jean-Marie Le Pen por haber llevado el uniforme francés en las guerras de Indochina y de Argelia. “Siempre sirvió a Francia, defendió su identidad y su soberanía”, agregó Bardella.
El líder de Reconquista, Éric Zemmour, otro exponente más moderno -aunque también muy radical- de la extrema derecha, puso énfasis en el carácter profético del mensaje político el dirigente fallecido. “Más allá de las polémicas, más allá de los escándalos, lo que recordaremos de él en los próximos decenios es que fue de los primeros en alertar a Francia de las amenazas existenciales que la amenazaban -destacó Zemmour-. Quedará la visión de un hombre, de su coraje, en una época en la que los hombres valientes no eran tan numerosos”.
El presidente Emmanuel Macron recordó en un comunicad que Le Pen fue “una figura histórica de la extrema derecha” que “desempeñó un papel durante casi setenta años que tendrá el juicio de la historia”. El primer ministro, el centrista François Bayrou, también adoptó un tono muy prudente, sin caer en polémicas, “el arma preferida de Jean-Marie Le Pen”, y dijo que “habrá sido una figura de la vida política francesa”. “Sabíamos, combatiéndolo, qué combatiente era”, agregó el jefe del Gobierno.
El líder de La Francia Insumisa (LFI, izquierda radical), Jean-Luc Mélenchon, consideró que “el respeto a la dignidad de los muertos y el dolor de sus allegados no borra el derecho a juzgar sus actos”, que el el caso de Le Pen fueron “insoportables”. Según Mélenchon, “la lucha contra el hombre ha acabado, pero continúa la lucha contra el racismo, la islamofobia y el antisemitismo que él propagó”.
Jean-Marie Le Pen nació en 1928 en Trinité-sur-Mer (Bretaña). Su padre era pescador y murió durante la II Guerra Mundial por la explosión de una mina alemana frente a la costa bretona. Su madre trabajaba como costurera. El joven Le Pen desempeñó diversos trabajos, entre ellos el de pescador, para financiar sus estudios de Derecho. Luego partió como voluntario a la guerra de Indochina, donde realizó más de doscientos saltos en paracaídas. Luego participó también en la guerra de Argelia, donde nunca negó que participó en torturas, como tantos otros militares franceses.
La dilatada carrera política de Le Pen comenzó en 1956. Ese año fue elegido diputado por primera vez bajo la bandera del movimiento populista que encabezaba Pierre Poujade. En 1972 fue elegido primer presidente del Frente Nacional, partido fundado, entre otros por colaboracionistas del régimen de Vichy, incluido un antiguo miembro de las SS hitlerianas.
Poco a poco Le Pen fue consolidando su partido, una progresión que, en su momento, fue indirectamente alentada por el socialista François Mitterrand porque creía que fracturaba y debilitaba a la derecha.
El dirigente desaparecido fue cinco veces candidato al Elíseo. En el 2002 dio la campanada al quedar segundo en la primera vuelta, por delante del primer ministro socialista Lionel Jospin. En el segundo turno Chirac se impuso con más del 80 % de votos, inaugurando el llamado “frente republicano”, un muro de contención para evitar el triunfo de la extrema derecha, una estrategia que siguió funcionando, hasta el verano pasado, pero que ha tenido consecuencias muy graves para el sistema democrático porque obliga a votos tácticos y eso da resultados que no responden al apoyo ciudadano real y fomentan un sentimiento de ilegitimidad de quienes ganan las elecciones, como ha sido el caso del propio Macron.
Un personaje oscuro menos del cual hasta su hija ha acabado renegando.