La mayoría de esta gente acaban todos igual. Para ellos la montaña es como una droga, no pueden dejarlo, están fascinados por esa puja con la naturaleza. Yo conozco cuadrillas de montañeros donde han muerto uno o dos y el resto siguen y siguen y siguen yendo a las montañas y cada vez más altas y cada vez más difíciles. Son como polillas atraídas por la luz, es superior a ellos, llevan algo en la sangre que les impulsa a subir una y otra vez.