Me gustaría hacer una pequeña acotación sobre este juego y tal...
si se permite claro.
Se nota que este juego me encanta
Hubo un tiempo -¿recuerdas?- en que los juegos no habían saltado a la tercera dimensión, en que con dieciséis colores bastaba, en que el guión lo era todo porque sin guión, directamente, no había nada.
Hubo un tiempo en que surgían historias en los juegos que, una vez hilvanadas y eliminados los espacios en blanco que provocaban los atascos inevitables en algún punto, podías en contar en luz baja a la luz de la lumbre.
Monkey Island. Las palabras reverberan en las cavernas del recuerdo,y de pronto no sabemos los años que tenemos, no sabemos que es eso del pentium, ni de la VGA (mucho menos SVGA y cosas GeForce suenan a película de ciencia ficción), pero sí que recordamos a la perfección los monitores de fósforo verde o naranja y el fantasma que dejaban tras de sí los gráficos que se movieran demasiado aprisa.
Te han pasado el Monkey Island en diskettes, ¿recuerdas? Y un mazo de hojas con los códigos fotocopiados, o una rueda recortada de un folio -¿crack? ¿qué demonios es eso?- y te afanas en ver la fecha que se corresponde con la cara del pirata y el lugar que te pregunta el programa para poder ejecutarse. Finalmente lo descubres y el juego se inicia.
Lo primero que te llama la atención es la música que sale del altavoz interno de tu pecé (excepto alguna gente afortunada jeje), esa chicharrilla insolente que repite unas notas que poco a poco aprenderás de memoria, que años después pondrás en tu móvil...
"Me llamo Guybrush Threepwood y quiero ser pirata", le dice el personaje principal a un ciego.
Y entonces empiezas a jugar con la tranquilidad del que sabe -porque te lo ha dicho tu colega- que aquí no te matan a las primeras de cambio, que eso no es como la saga de King Quest de Sierra, que en cuanto te despistabas estabas fiambre y que además tenías que soportar los cartelitos de burla de los programadores.
De modo que, decía, empiezas a jugar. Hay que superar tres pruebas para ser un pirata, te dicen en la Taberna Scumm (TM): Robar un tesoro, ganar en duelo de espadas a una chica -no recuerdo el nombre, mecachis-, y robar el ídolo de la Gobernadora Marley, la que se convertirá con el tiempo en el amor de tu vida...
Pero las cosas se complican, no podía ser tan fácil. Cuando lo consigues todo, el malvado pirata fantasma Lechuck rapta a la gobernadora y se la lleva a...
A Monkey Island.
Para entonces ya llevas horas enganchado, superando cada prueba como bien puedes. De vez en cuando te ves obligado a llamar a tu amigo para pedirle consejo en algún punto, y en otras ocasiones es él quien te llama a ti. En aquellos tiempos todo funcionaba así, ¿recuerdas? ¿Internet? ¿Google? ¿Qué jerga es ésa?
Guybrush Threepwood, en sus dieciséis colores -aún pasará algún tiempo antes de que LucasFilms Games (por entonces no existía aún LucasGames) saque el juego en su versión de 256 colores, y de todas formas tu monitor tampoco da mucho más de sí-, consigue reclutar tripulación y un barco de la tienda de barcos de segunda mano de Stan -por Dios, cómo habla ese hombre- y decides embarcarte hacia Monkey Island a buscar a tu amada.
Tu amigo te llama. Estais ambos atascados en el barco. No sabéis cómo llegar a la isla. Hay un diario de a bordo que parece una receta, pero no aparece ningún ingrediente. Decidís probar con sucedáneos...
Monkey Island... La Isla de los Monos...
Respira, parpadea, sonríe, despierta. Estás aquí, de vuelta al presente. Mirate. Kbyte, ¿qué es un Kbyte? La millonésima parte de qué????
Bienvenido, estás en el mundo de ahora de nuevo. El mundo de Doom, Quake, Unreal, Soldier of Fortune, Devil May Cry, Splinter Cell... Ya no hace falta que pienses, ni que sonrías ni siquiera que te eches unas risas.
Necesitas más memoria de la que antaño tuvieran los discos duros más capaces, más memoria de vídeo que los computadores de la NASA que llevaron al hombre a la Luna. Pero menos neuronas que las necesitaste para acabarte The Secret of Monkey Island.
En eso hemos ganado.
O no.