Nazco en tu sonrisa, en tu boca;
allí donde se mitigan todas las penas,
allí donde tu voz me llama.
Tú naces de mi pensamiento,
donde las ideas se amontonan desordenadas,
donde ya apenas queda lugar para la cordura.
Nacemos los dos,
yo a la vez que tú,
tú a la vez que yo, como un solo ser, único e inimitable.
¿Qué más que una fina cuerda de hilo nos une?
¿Qué más?
¿Qué más que un color o una canción?
Un sentimiento,
un sentimiento que brota del alma, del corazón.
Que tú llenas de cosas bonitas,
simples, como yo me considero.
Y dudo,
a veces dudo de lo poco que nos une,
de que el fino hilo sea capaz de soportar
el peso de la distancia,
kilómetros y kilómetros sostenidos por
una frágil cuerda llamada amor.
Y sí, ¿qué es el amor sino una cuerda?
una cuerda que se une a la vida,
que a veces se corta
o se pierde porque se deja de tejer.
Y así es mi amor por ti,
tan grande como la distancia que nos separa
y frágil como el hilo que nos une.