Navegando por la sección cultural de El Mundo me he encontrado con esta noticia. "El Viejo y el Mar", de Hemingway, es una de las novelas más famosas del escritor estadounidense, y ahora cumple medio siglo de vida. He de reconocer que no es un escritor al que le tenga demasiada simpatía: cada vez que he tratado de enfrentarme a uno de sus libros siempre he abandonado con la misma sensación: sus historias están contadas de una forma muy lenta. Es cierto que no conozco todos sus libros, y este argumento puede quedar en el aire, pero no me siento atraído hacia su forma de escribir. Es curioso, ya que generalmente suelo disfrutar con los escritores que provienen del mundo del periodismo, porque tienen un estilo distinto, en ocasiones más claro y conciso, y manejan perfectamente al lector; o sea, captan su atención magistralmente hacia los terrenos que ellos eligen. Pero Hemingway me parece distinto. No es como, por ejemplo, Robert Laxalt, escritor vasco-americano que cuenta con unas novelas fabulosas -desgraciadamente sólo hay una traducida al castellano (esperamos que su reciente fallecimiento sirva para que se traduzcan más. De hecho, la Universidad del País Vasco está trabajando en proyectos que repasan su obra y milagros), "Dulce tierra prometida", donde narra la historia de su padre enfrentándose a la realidad de volver al País Vasco-francés en una visita tras casi medio siglo de ausencia- Por eso opino que Hemingway ha sido -y es- un autor sobrevalorado.
Pero como es un personaje de esos importantes, qué menos que hacerse eco de esta noticia. Adjunto la información que aparece en El Mundo. Un saludo.
El viejo y el mar de Hemingway cumplen medio siglo
50 años después de su publicación, los cubanos evocan la novela que abrió al escritor el camino hacia el Premio Nobel y la gloria literaria
ANGEL TOMAS GONZALEZ. Corresponsal
LA HABANA.
Hace 50 años, el 1 de setiembre de 1952, fue la revista Life la primera en publicar la novela El viejo y el mar, de Ernest Hemingway. Ese número de Life vendió 5.325.447 ejemplares en 48 horas. Para Hemingway significó el momento exacto en que su carrera como escritor inició su ascenso hacia la cima de la fama universal.
Ocho días después, la casa editora Scribner puso a la venta la novela y fue tanto el éxito que ese mismo día dispuso su segunda edición. El viejo y el mar, casi de inmediato, fue galardonada por el Book of the Month Club, que lo calificó como «un texto destinado a graduarse entre los clásicos de la literatura norteamericana».El escritor William Faulkner, poco dado a regalar elogios, dijo que con esa novela su autor había encontrado a Dios.
Hemingway, al año siguiente, fue distinguido con el Premio Pulitzer.Pero El viejo y el mar sobre todo fue el boleto que le abrió a su autor las puertas para ganar el Premio Nobel en el año 1954, concedido por el conjunto de su obra.
Cuando el narrador de Adiós a las armas se enteró de que le habían otorgado el Premio Nobel declaró: «Este es un premio que pertenece a Cuba porque mi obra fue pensada y creada en Cuba, con mi gente de Cojimar, de donde soy ciudadano».
Convivencia
Fue una reivindicación honorable porque ciertamente en el poblado de Cojimar, a unos 15 kilómetros al Este de La Habana, fue donde Hemingway obtuvo, en su convivencia y charlas con los pescadores del lugar, el aprendizaje que le permitió crear al pescador Santiago, el personaje de El viejo y el mar.
Uno de estos hombres de mar, Anselmo Hernández, se afirma que fue el modelo principal que inspiró la creación del personaje Santiago, en el que también hay elementos de otros muchos pescadores con los que Hemingway compartía tragos en el bar de La Terraza y otros cafetines de Cojimar. El sitio donde tenía anclado su yate El Pilar en el que navegaba con su capitán Gregorio Fuentes, el hombre que le enseñó todos los secretos de la pesca y el mar.
El argumento de El viejo y el mar tiene su punto de partida en una anécdota real cubana que Hemingway había contado en una crónica periodística, de 200 palabras, en el año 1936, y la hizo novela cuando sintió que podía escribirla.
Así lo explica en una carta suya redactada en el año 1952. «Yo siempre tuve buena suerte escribiendo en Cuba (...) Perdí cinco años de mi vida durante la guerra y ahora estoy tratando de recuperarlos.Yo no puedo vivir y trabajar en Nueva York (...) Este otoño cuando salga El viejo y el mar tú verás parte del resultado del trabajo».
Parte fundamental de ese trabajo fue el largo tiempo de paciencia que Hemingway dedicó a revisar una vez y otra el manuscrito de su obra. En una de sus cartas, donde anunciaba que las pruebas del libro ya están listas, dijo que en 10 años no volvería a leer esta novela «porque cada vez que lo leo siento las mismas cosas que he sentido antes y 200 veces son suficientes».
El viejo y el mar pudiera interpretarse como la lucha del hombre por la vida. Santiago, su protagonista, lo define explícitamente cuando comenta: «El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado». Hemingway, cuando se le pidió comentar algo sobre el significado de su novela dijo que no había en ella ningún simbolismo. «Traté de hacer un viejo real, un muchacho real, un mar real, un pez real y tiburones reales», pero añadió: «Cuando se escribe bien y con sinceridad de una cosa, esa cosa significará después otras muchas cosas».
Aquella crónica periodística de 200 palabras donde Ernest Hemingway contaba que «en otro tiempo, un viejo que pescaba solo en un bote (...)», con la que creó una novela de 27.000 palabras, fue definitivamente su mejor obra literaria. Por todo ello, y por su convencimiento absoluto de que aquella isla le daba suerte al escribir, Ernest Hemingway regaló su medalla del Premio Nobel a la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba.