Vamos a embarcarnos en un nuevo proyecto. Vamos a ver qué sale de todo esto. Gracias por la lectura =)
Los gritos irrumpen entre el gentío, una voz que emana desde lo más hondo. Entre vísceras y sangre, todavía unida a la madre, una masa de carne cianótica está a punto de hacer tambalearse los cimientos que sostienen el universo.
Entorna la multitud sus pupilas sobre el niño, en silencio. Una nueva luz ilumina vagamente las tinieblas pero éstas apenas la perciben.
La madre, sudorosa, derrama lágrimas de vida y dolor sobre sus mejillas entre jadeos entrecortados. Mientras, el padre le posa su mano en el hombro. Acércase el padre de rodillas hacia las piernas de la mujer, tensando el gelatinoso tubo con ambas manos. Deja de latir. Pinzando un extremo lo secciona con ferocidad utilizando sus caninos, tiñendo su espesa barba de un rojo imperceptible en la penumbra.
El primer llanto del retoño inunda de vítores este lienzo. El primer llanto del retoño enmascara el fétido olor de los animales y el sudor. El primer llanto del retoño ahoga el llanto del otro cuerpo que yace sin aliento sobre el forraje.
Y EL VERBO SE HIZO CARNE, y puso morada entre nosotros.
Sí, la verdad que es nunca había imaginado un parto tan desagradable. A mí se me han quitado de repente todas las ganas que quizá algún día tuve de tener retoños xD
No sé lo que estás pensando sacar de aquí, pero seguiré atenta. Desde luego que el comienzo es impactante, esperemos que no decaiga y que se gane un título propio
Claro que sigo pero como todo en mi vida va a temporadas, hace "nada" escribí y lo posteé (llevaba sin hacerlo desde agosto sobre el tema). Vamos a ver que sale de estas cosas; quizás nada. Lo intentaré.
El hombre apura los últimos tiros de su cigarrillo, incapaz de conciliar el sueño. El volumen del televisor al mínimo y una luz mortecina iluminando el salón.
En segundo plano, la mujer de rodillas, abocada al retrete. El pelo cae sobre su cara, húmedo y frío. Las pupilas encharcadas y la garganta enrojecida. Nueva arcada.
El hombre juguetea con algo entre sus dedos y lo deja caer sobre la mesa mientras se levanta del sofá. Sus pasos, toscos y descompensados se dirigen hacia el lavabo. Nota la humedad del cabello entre sus dedos mientras lo aparta con suavidad de la frente de la mujer, todavía de rodillas. Murmúrale éste algo inaudible en el oído. La cisterna suena y los oídos de la joven se taponan. Ya no hay lágrimas. Haifisch.
Sobre la mesa, un anillo. Nueva arcada.
He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel.
jesus-christ
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