Bueno, pues me he decidido a poneros una historilla que ocupara mas de lo que hago ultimamente. La cuestion es la siguiente, esta escrito este capitulo solo, por lo que no se como seguirá, puede que el prota muera en el siguiente y asi acabe la historia, o puede que sea mas duro que la leche y aguante 50 capitulos
, todo se vera, a ver si me pongo y la acabo, que ya va siendo hora de acabar alguna.
Espero que sus guste.
Saludos.
Un asunto delicado.
I
Estoy seguro de que no debería haber sacado la pistola. Es mas, no debería haber salido del coche. Pero bueno, lo hecho, hecho esta y no hay marcha atrás. Dos muertos, joder, y uno pesaría mas de cien kilos; no iba a ser fácil arrastrarlos. No, definitivamente no iba a ser una tarea fácil, mas que nada porque al muy capullo se le habían salido los sesos de la cabeza, y como mínimo nos pondríamos perdidos de sangre coagulada. Eso como mínimo, pues el callejón mas cercano no estaba tan cerca como su nombre podría indicar. Y esto era un problema.
-¿Un problema?-Dijo mi compinche, mientras, impasible se encendía un cigarro. Parecía que no se diera cuenta que tenía dos cadáveres a sus pies. Uno con la cabeza reventada, la sangre corría por un reguero hasta juntarse con la de su compañero de fechorías, que tenía un balazo en el estomago, con una pinta muy muy mala.
- Yo no he sido el que he disparado, es mas, te he dicho que no salieras del coche, coño, si lo se te dejo encerrado. ¡me cago en la puta¡. ¿Sabes una cosa, Manosrapidas? No traían el jodido maletín, y eso mi querido amigo, es un problema, eso si es un problema muy serio.
Me temblaron las piernas, que cojones era eso de que no traían el maletín. Todo estaba bastante torcido, no había maletín y peor aun, no estaban los capullos que lo debían traer. Estar estaban, pero muertos, por lo que a fin de cuentas no contaban.
Nos montamos en el coche, al parecer a mi compinche le pareció una buena idea salir de allí pitando. Aún teníamos una carta debajo de la manga; los hermanos Curtis eran tres, y solo habíamos matado a dos, únicamente era cuestión de encontrar al tercero de los camellos de pacotilla. Y lo mejor era buscarlo rápido; antes de que nuestro maletín pululase sin rumbo por la ciudad, y en manos de gentuza como los Curtis. Ni me quería imaginar lo que podría pasar si una de esas ratas de los bajos fondos ponía sus sucias zarpas en nuestro maletín. Todo podía pasar, los Curtis podrían haber descubierto que había en el interior del maletín, ponerse nerviosos, y en lugar de devolvérnoslo (a cambio de su porcentaje de droga, por supuesto), trataban de ganar tiempo, ¿para buscar un buen postor?. Cualquiera sería un buen postor ahora, mas cuando no tenía que partir en tres el botín. En fin, teníamos que encontrar el maletín, o nuestro Jefe si que se cabrearía.
Mi compinche aceleraba a fondo, sabía que no podía perder el tiempo, y de vez en cuando echaba una ojeada al teléfono del coche, por si se le ocurría sonar, por si al Jefe le daba por cerciorarse de que todo iba bien. Joder, todo iba de puto culo, y más aún cuando no encontramos a Carlo en su casa. Si lo estaba la mujer de Mario, el de los cien kilos, el de los sesos por la acera. Tan joven y tan viuda, murmuró entre dientes mi compinche. Estoy seguro de que cuando acabe todo esto le hará una visita. Me refiero a una visita cordial, un polvo rápido como dice el fanfarroneando cuando estamos de copas.