Últimamente tiendo a estar enfadado con el mundo, me asquea la sociedad de consumo, los gusanos que se hacen llamar personas y alimentan la gran araña de amplias patas que es el capitalismo, y el egoísmo que lleva implícito este sistema, que cala hondo en las personas, y acaba consiguiendo un mundo hostil, conformista y autodestructivo, que parece apático por vivir, sistemático. Las personas cada vez tienen menos de naranja y más de mecánica, menos de vivo y más de pieza de maquinaria. Vivimos en una sociedad injusta que no apoya cambios favorables para construir un mundo mejor. Los estudios, el trabajo, cada vez son menos satisfactorios, la sensación de nulo reconocimiento es cada vez mayor, nos va pinchando, nos vamos vaciando, y llegado cierto momento, parece imposible que el espíritu no se escape entre tantos parches.
La comprensión, el uso de la lógica para la búsqueda de un comportamiento adecuado, que nos lleve a autoperfeccionarnos como personas, se ha abandonado. La pasión parece difícil de encontrar, la población se mueve por intereses nimios e irracionales cual máquina que conduce la sociedad. Cada vez más influenciable, menos persona, más metálica...
El altruismo no me ha llevado a ninguna parte. El mundo no te devuelve tus bonanzas, y la opción fácil es dejar que tus ilusiones se escapen, y se las lleve un río que desemboca en el océano en el que están los cadáveres de las de los demás. Nuestra vida consiste en aferrarnos a una roca en medio de la corriente, hasta que desistimos, la corriente nos arrastra, nos ahoga, y pasamos a formar parte del gran charco de muertos vivientes. En ocasiones he fantaseado con huir, escapar a una comuna, buscando desesperadamente la comprensión de quienes flotan en el charco, vivos, pero sin brazos, que quedaron aferrados para siempre en la roca que les tocó en el gran río de seres humanos. Hoy mismo he hecho un favor, muy sencillo, pero que me ha reconfortado. Me encanta ayudar, y he pensado en la otra opción, ir al tercer mundo como voluntario. Lejos de esta sociedad, lejos de quienes e conocido hasta ahora, y haciendo lo que mejor se me da, mi gran vocación, ayudar a los demás.
Carta de un corazón que aún alimenta el alma de una persona viva.