Yo les quitaria a los hijos para que odien sus jilipolleces, hay que ser payaso para hacer eso y si encima la pareja lo apoya, pobre del crío.
Hay maneras de explicarles a los niños lo bueno y lo malo, lo que les perjudica o les favorece y eso se consigue hablando con ellos, no un día, sino a diario entablar conversaciones de miles de cosas, de sus problemas y sus intrigas, de lo que les gusta o disgusta, los niños son niños pero no tontos.