Opinión de este relato

Lo primero, hola. Soy nuevo y sólo quería que opinaran sobre la siguiente mini-historia que escribí para el blog de un amigo, pero no se si está medianamente bien. Perdón si ven alguna falta de ortografía por adelantado.




Lo último que hubiera pensado Freeman es con quién hablaría aquella noche. Estaba demasiado ocupado leyendo "Crítica ácida de un castor" para pensar siquiera en prepararse la comida, así que pidió una pizza. El recurso de los vagos.
Suena el timbre de la puerta, Freeman se levanta del sillón, deja en la mesita la revista y va a la puerta.
-¿Quién es?
-Repartidor de pizza. abra rápido, que hace frío.
-AAAARRRGGHHH ¿Quién es usted? ¿Es por alguna religión?
Delante de él estaba nada más y nada menos que la muerte, con una pizza en la mano, temblando de frío.
-Déjeme entrar, déjeme entrar. -Ya en el interior deja la pizza en la mesita junto a la revista- Nunca he visto tanto frío en otoño.
-¿Es una broma? ¿Le paga la mafia? ¡Si no es así, váyase de mi casa!
-Oh, no. Con la muerte no se bromea. Vengo a llevarle. Usted está muerto.
-¿Cómo dice?
-Sí, sí. Murió mientras leía esa revista. Ya ha pasado muchas veces, no es bueno leer críticas de castores.
Freeman se deja caer en el sillón, aturdido. Se hace un silencio, la muerte mira unos discos de vinilo en una repisa.
-Bueno, déjeme por lo menos despedirme de mi esposa.
-Tranquilo, morirá mañana. No soportorá su defunción y se suicidará-Mientras habla, se le cae un vinilo en el pie.
-Es bueno que te quieran tanto. Por lo menos no estaré sólo. Y dígame, ¿Qué hace repartiendo pizzas?
-Pensé que si llamaba a su puerta y decía que era la muerte, no me iba a dejar entrar. Ya me ha pasado, es algo molesto -Se sienta a un lado de Freeman y se frota el pie.
-No me cuente su vida. ¿Puedo dejar una nota? -coge un papel y un lápiz del cajón.
-¿Para qué? Ya le dije...
-Es para mi asistenta. No vino esta mañana y quiero decirle que se quedará sin cobrar.
-Si quiere, la mato también -Mira por encima lo que está escribiendo Freeman.
-Esto... -Terminada la nota, se dirije a la muerte- ¿Puede decirme si alguien famoso morirá dentro de poco?
-Claro, pero le costará caro.
-¿Cómo, no tiene suficiente con matarme?
-No es mi culpa. Mire como está el mundo. No ganas lo suficiente con llevarte almas al otro mundo. Entre semana trabajo en un Mcdonald.
-No me imaginé a la muerte pluriempleada... debe de ser duro.
-Bueno, también trabajo de payaso en fiestas infantiles. ¿Quiere que le haga el truco del dedo? A los niños les encanta.
-Es suficiente con verla vestida así, si se pone el disfraz me daría un patatus.
-Vale, vale. Vámonos rápido.
-¿A dónde me lleva? ¿Al infierno? ¿Al cielo? ¿Cómo es?
La muerte y Freeman salen de la casa, Freeman cierra la puerta al salir y Caminan por la calle oscura y desierta.
-Ops, lo siento, pero están llenos los dos. Ya sabes, con lo poblado que está el mundo...
-Entonces... ¿A dónde vamos?
-A Holanda. Ahí es a donde llevamos ahora a los muertos
Se suben en un carruaje de dos caballos esqueléticos aparcado en doble fila. Dentro está todo forrado de rojo.
-Pensé que me llevarías con el rollo del túnel -Freeman parece decepcionado.
-El último año gasté demasiado en los efectos especiales. Tuve incluso que robar sábanas porque no tenía ni un duro.
-No iremos en carro hasta Holanda ¿Verdad? Sólo tengo una muda de ropa interior...
-No, no. Vamos al aeropuerto. Aquí tengo los pasajes -Rebusca en un bolsillo de su túnica.
El coche se aleja por la calle mientras se oye a Freeman y la muerte en una acalorada discusión sobre las críticas de castores.