Calle Herradores, sin número.
Un hombre y su guitarra, juntos, al calor de la soledad en una calle plagada de sombras. Las manos viejas se enredan con las cuerdas que en épocas pasadas enamoraron corazones de más.
Un hombre y su guitarra riendo por no llorar, burlando a la gente vacía y gritando su triste melodía. Los ojos, grises de haber vivido años; los pies, doloridos del camino andado y la memoria dañada de tanto recuerdo guardado.
Un hombre y su guitarra, tocados por la desesperación, contando soles y lunas que vienen y van, buscando refugio en un nuevo hogar.
Un hombre y su guitarra, una guitarra y su hombre, sin presente, sin futuro y sin un sueño que soñar. Un hombre sin sombra, una guitarra sin alma, mirando monedas caer y viendo cómo la vida pasa.