Siento aumentar la mala estadística, pero yo también he pasado por esa divertida experiencia. Corría el año 87, si no me falla la memoria, y fue la noche del festival de San Remo (la memoria hace que te acuerdes de cosas curiosas), así que era un mes de febrero.
Vivíamos en un tercero, escalaron por la fachada y se colaron por el balcón mientras dormíamos.
Por suerte encontraron 15.000 pesetas en efectivo (un dinero importante por entonces) y un equipo fotográfico valorado en unas 50.000 pesetas (una fortuna). Desde entonces mi padre abandonó el hobby, ya que le dejaron prácticamente sin nada después de varios años reuniendo máquinas y objetivos.
Al encontrar eso no entraron en los dormitorios, se fueron a la puerta, robaron las carteras de mis padres y se largaron.
Nos despertamos porque dejaron la luz encendida de la habitación donde dormía el canario, que se puso a cantar más temprano de lo habitual, y nos encontramos el pastel.
Que entren en tu casa es verdaderamente desagradable, pero si lo hacen contigo dentro no se te quita el miedo en dos días precisamente.