Oscuridad

Resultaba curioso. Hacía tiempo la luz se había ido. Al principio estuvo tentado de encender las velas de Ikea que existían en algún lugar. Sólo tenía que buscarlas. Aunque primero tendría que buscar un mechero. De hecho, pese a la total oscuridad, sabía a ciencia cierta que los mecheros seguían allí, esperando para volver a sentirse útiles durante ese cálido instante en el que el fuego deslumbraba su anodina existencia como objetos sin alma. Pero decidió no hacerlo. La oscuridad no estaba tan mal, decidió. Los ruidos, presumiblemente procedentes del piso de arriba, perturbaban la calmada paz de la no-percepción, pero eran soportables. Claro, que ahora mismo no sabría decir si "arriba" era la palabra correcta para describir la posición del sonido. Si no tienes referencias visuales ¿cómo puedes saber lo que es arriba? Bueno, supongo que porque, tradicionalmente, el suelo estaba abajo. ¿Y porqué el suelo tenía que estar abajo? ¿Porqué no, un día, un suelo, no podría decidir escapar de su destino y trasmutarse en algo que esté arriba? Probablemente, porque dejaría de ser un suelo. Y, sin embargo, el suelo del piso de arriba, a través del cual se repetían los sonidos, estaba arriba. ¿Arriba con respecto a qué? Arriba respecto a él, claro. Y seguía siendo un suelo. Al menos, para los creadores de sonidos. Para él era un techo. ¿Cómo podía algo ser un techo y un suelo a la vez? No era así como funcionaban las cosas antes de que se apagaran las luces. Los suelos eran suelos, que eran lo contrario de los techos. Era algo obvio.

De repente, el suelo dejó de ser suelo. De hecho, de repente, el suelo dejó de ser. No era que el suelo, en un salto cuántico, hubiera decidido mover sus átomos a un lugar en el que dejara de ser suelo, no. Simplemente ya no estaba. Y él se encontraba allí, flotando en su sofá. Al menos hasta que el sofa, probablemente por inercia, también decidió dejar de ser. Y su ropa, y su piel, y sus músculos, huesos y órganos internos. El ruido seguía allí. Cómo podía captar algo en su actual estado de no-existencia era algo incomprensible. Tic. Rooorr. Tic. Tic. Plac. Clanc. Desacompasados y carentes de melodía. Los percibía. Pero ya no venían de arriba. Ya no parecían venir de ningún lugar, símplemente estaban allí.

Decidió buscar el origen del sonido. Era difícil, ya que no parecía existir nada. Y moverse sin existir es un asunto peliagudo.

¿Aquí? No, la intensidad del sonido permanecía igual. ¿Allí? Los sonidos permanecían inmutables en su volumen.

Pensar sin existir es uno de los ejercicios más complejos por los que pueda pasar lo que sea que fuera él ahora, pero lo intentó. Si los sonidos no parecían provenir de ningún lado, debía de producirlos él. Claro que ningún lado es un concepto extraño en un lugar en el que no existe nada. Y producir sonidos sin existir, estaba seguro, era algo físicamente imposible. Casi tan imposible como dejar de existir. Así que algo existía. Los sonidos existían, pero no era capaz de rastrearlos hasta su origen. De modo que desistió. No era una no-existencia total, pero algo es algo, pensó.

Durante unos instantes, si es que tales conceptos temporales se pueden aplicar a la no-existencia, el sonido enmudeció. Al poco, volvió, pero más suave. Más rítmico. Ahora podía apreciar la lógica que guiaba la existencia del sonido. Tic. Rooorr. Tic. Tic. Plac. Clanc. Claro. ¿Cómo no lo había sabido apreciar antes? Tic. Rooorr. Tic. Tic. Plac. Clanc. Era maravilloso. De una belleza exquisíta. Tic. Rooorr. Tic. Tic. Plac. Clanc.
¡Joder! Vaya rallada, tío xDDD
Con lo fácil que sería encender un mechero, Dios.

¿Porqué no, un día, un suelo, no podría decidir escapar de su destino y trasmutarse en algo que estuviera arriba?


Oh, se me olvidaba: Willkommen.
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