Paprika sigue a Atsuko Chiba, una joven que está utilizando un método de terapia psiquiátrica revolucionario en donde se introduce en los sueños de los pacientes y trata de ayudarlos con sus traumas, y todo esto mediante su alter-ego, Paprika. Esto es posible gracias al dispositivo desarrollado por un genio, el doctor Tokita, y el consentimiento del jefe de su equipo, Shima Torataro. La problemática comienza cuando tres prototipos experimentales (Mini DCs) que permiten al portador meterse en cualquier sueño son robados y el creador, el doctor Tokita, aún no les había añadido restricciones de seguridad. Por lo tanto, Atsuko comienza una búsqueda onírica como Paprika, una detective de sueños.
La animación es un puntazo. Y el porqué es simple. En un principio aporta un realismo vigente a la hora de la interacción de los personajes así como cuando la acción toma lugar en “el mundo real”, pero en cuanto el escenario cambia a un sueño, lo onírico y fantástico toma el control y la animación cambia a un tono más acorde con la temática. Y todo esto se combina cerca del final cuando lo real y lo onírico se fusionan.
Lo que a mí me más me ha gustado ha sido la representación de la locura que ocurre en estos sueños, ya que parece real y sacada de verdad de un sueño.