[La imagen es de una publicidad de nike.]
Con su sonrisa ante ella, soltó sus manos y dio un paso entre las barandillas. Los motores sisearon pero sostuvieron sin vacilar su peso. Se detuvo para disfrutar de ese instante… sus piernas, de nuevo tenía piernas. Respiró hondo y levantó el pie izquierdo para dar un nuevo paso, el equilibrio le falló y se vio precipitada al suelo antes de que sus brazos la sujetasen.
-Tranquila Bea, tranquila… -le susurró, ayudándola a sentarse de nuevo en la silla de ruedas- Has dado un paso, ¡te has mantenido sola! – le felicitó-
-¡Ni un instante!- espetó ella- estas malditas piernas de chatarra…- golpeó sus rodillas cubiertas con un redondeado protector plástico- malditas, malditas, malditas…-las lágrimas recorrieron su rostro y cayeron sobre el metal- Nunca volveré a andar…-
El se arrodilló ante ella, limpió sus lágrimas con un pañuelo y agarró sus manos.
-No digas eso, no mientas… anda mírame- le obligó a sostener su mirada- Vas a andar y yo no me voy a apartar de tu lado hasta que lo hagas… y no voy a dejarte en paz hasta que, tu, niña malcriada, seas capaz de correr por toda la habitación…- Ella asintió y se abrazó a él avergonzada-
Paso a paso, incentivo tras incentivo, aprendió a controlar sus nuevas piernas. Los motores pasaron a ser tan familiares como sus viejos músculos y los engranajes giraban tan bien como sus verdaderas rodillas. Pero era un proceso lento y solo la presencia de él a su lado la forzaba a seguir.
-Cuando pueda caminar… ¿me acompañarías fuera? -deseó ella mientras estiraban en la barra- Afuera de estos muros… caminar por senderos de montaña y valles…-
-Claro, te acompañaré a donde quieras –besó su frente- pero tendrás que ir con calma o me dejarás atrás…-bromeó antes de seguir con el estiramiento-
Con un sonoro ruido, después de tanto, tanto esfuerzo… cayeron las muletas a cada lado y sin apoyo alguno, caminó hacia él. Andaba, andaba como si siempre hubiera tenido esas piernas; corrió por la habitación, incluso se permitió un pequeño salto… ¡Se sentía tan libre!
-¡Mira, mira, ando y corro!- grito de júbilo antes de girarse ante él y observar asustada como el mundo se disolvía a su alrededor- ¿pero qué pasa?... ¿A dónde vas?... – gritó a su figura, que se le alejaba de ella junto con toda la habitación-
-Mi deber ya ha terminado… nací para ayudarte y verte caminar tan feliz –le contestó abriendo los brazos- No me recordarás cuando no exista, pero aun así te deseo que corras, niña mía… corre siempre para mí…-
Cuando se despertó, sintió por un instante que habían pasado meses, pero todo se disolvió en una bruma impenetrable. Tras arrancarse los electrodos del programa de aprendizaje, observó sus piernas mecánicas que le habían implantado apenas hacía unos días. Con ayuda de la enfermera dio un paso; sintió que todo estaba bien... De nuevo tenía piernas y eran suyas.
Aunque nunca descubrió porqué en la montaña, cuando sola recorría sus queridos senderos, un deseo irrefrenable le acudía de abrazar sus metálicas piernas y llorar con una sonrisa a un fantasma de sus sueños…