Vamos a hacer un experimento químico.
Tenemos una garrafa de agua de veinte litros con un contenido en sal del 2% y añadimos un vaso de 200 ml con un contenido en sal del 10%. Si medimos ahora la garrafa observaremos que la salinidad ha aumentado.
Ese es el problema de la inmigración. No es racismo ni xenofobia, es la realdad, hay países donde la vida no vale tanto como aquí, o donde las mujeres no tienen tantos derechos o la comunidad LGTB no es respetada. Si metemos esas sociedades sin programas de integración, aumentará la criminalidad, la discriminación y la intolerancia.
Yo, si fuera LGTB, me preocuparía bastante cierto tipo de inmigración, viendo con el respeto que tratan en países árabes como marruecos, por ejemplo, a los miembros de esta comunidad. En muchos estas conductas sexuales, muy normalizadas en España, son hasta ilegales.
A mi mujer le ofrecieron hace un par de años un trabajo en Arabia Saudí, por una pasta gansa, que rechazó porque no quería perder sus derechos y libertades, y es que, seamos justos, se criminaliza al hombre blanco hetero, pero somos, de lejos, el grupo de hombres más tolerantes y respetuosos con la mujer y las otras condiciones sexuales del planeta.
Pero claro, es mucho mejor luchar contra el manspreading que contra el derecho a conducir o que no te metan en la cárcel por ser homosexual.