1993. Era ahora o nunca. Pearl Jam tenían que demostrar que podían seguir sorprendiendo tras su primer disco (primera obra maestra) TEN. Se encierran en una casa en el campo con el productor Brendan O'Brien (todo un mito en el rock) y siguen demostrando que no le hacen mucho caso a los estereotipos del "grunge". Ellos no están influenciados por los Pixies (como Nirvana) ni por Dinosaur Jr, sino que beben directamente del grandilocuente rock de los 70's, a saber: Led Zeppelin, The Who, Hendrix...
Nos encontramos ante un disco más oscuro que su antecesor, con auténticos cañonazos como el tema que abre el disco: Go, corta e intensísima. La sucede Animal, otro clásico instantáneo en su repertorio a la que sigue Daughter (qué voy a decir de esta canción).
Como siempre, la temática lírica es muy variada, así encontramos una bonita historia sobre un preso que se esconde en la casa de una mujer que acaba enamorada de él pero al final tiene que denunciarlo (Dissident), tenemos una letra de desengaño amoroso con bastante dolor (Rearviewmirror), un bonito reencuentro tras muchísimos años (Elderly Woman)... Siempre han sido unos buenos compositores, y no sólo Eddie, recordemos que componen todos.
Este disco batió en su día varios records de venta, entre ellos, fue el disco que más vendió en su primera semana en EEUU (creo que sobrepasó el millón de copias, una barbaridad) que demostraba que Pearl Jam eran la banda más importante en ese momento en América (hay que recordar que aunque el pelotazo lo dio Nirvana con su Nevermind, al final, con el tiempo, Ten superó en ventas a dicho disco). Y no se han convertido en la banda más grande tocando cancioncitas típicas de la radio, ahí tenemos Rats, Blood, Glorified G (sátira sobre Dios), Leash, W.M.A... que demuestran que a estos chicos la movida comercial no les va.
Además, a partir de este disco, decidieron no sacar videos de sus canciones (tradición que no se rompería hasta años después con el genial Do The Evolution del album Yield), y emprendieron una batalla legal contra la empresa Tickermaster, que era la que llevaba el tema de las entradas de los conciertos de casi todos los grupos en América. Pearl Jam veían exagerado el precio de las entradas, que habían subido muchísimo tras el subidón de popularidad. Incluso llegaron a cancelar la gira y financiársela ellos mismos en pequeños locales. Unos auténticos cracks.
Musicalmente, se demuestra que Stone Gossard y Mike Mccready son una de las mejores (si no la mejor) duplas de guitarristas que ha parido la música en los últimos 20 años, con unos riffs tremendos que son clásicos modernos ya, con un Vedder que sigue demostrando que su voz ya está en el olimpo (a veces canta como un ángel, otras con la rabia de un demonio) y la sección rítmica excelente con Jeff Ament al bajo y Dave Abbruzzese (uno de los muchos baterías de Pearl Jam hasta que llegó Matt Cameron y se ha quedado fijo, de momento).
Discazo, cuando todavía el rock tenía ese sentimiento de peligrosidad y de escupirte en la cara cuando hacía falta.