Pensamientos de un soldado

Despierto, comienza un nuevo día; Izan bandera...... tan ajena a mi; Hoy toca correr como siempre, rodeado de soldados medito; Prefiero soñar solo y con música la verdad; Paramos tras una hora de libertad vigilada; Me ducho, desconecto, dando paso a este universo, que se burla de mi; Nos equipamos ante una guerra ficticia. Luces y sombras fusionadas. Disparos que hoy no preceden a ninguna muerte, fusilamiento al objetivo completado, esa es nuestra misión, asesinos financiados por el estado, no sé que hago aquí extinguiendo mi tiempo. ¿Quien me devuelve su efímero tic-tac? Quieren enseñarme a odiar...... creo que llegan demasiado tarde.
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Parecían copos de nieve cayendo en mitad de la noche. Desde mi posición en la retaguardia sentía impotencia al ver que muchas de las naves se precipitaban dejando una estela roja que iluminaba el firmamento. Muchas se estrellaron, pero a tiempo los soldados saltaban sin saber dónde iban a caer. El fuego de antiaéreos marcaba líneas intermitentes, y lo que era una auténtica masacre simulaba un auténtico espectáculo visual.

-Rayo – dijo una que salía de la oscuridad.
-Centella, - me apresuré a contestar, en un tono nervioso.

Estaba boquiabierto por el entretenimiento que sucedía allí arriba, y andaba un poco colocado por culpa de las pastillas contra el mareo que nos dieron antes de partir.

-Soldado, ¿tiene el equipaje adicional?
-No señor, lo perdí en el salto, creo que está detrás de esos arbustos.
-Bien, sígame.
-Señor, ¿de qué unidad es?
-Sargento Collins, de la 501. ¿Dónde está su grupo?
-No lo sé, hace una hora que caí en esta zona y no pude moverme. Soy Parker, de la 102.
-Pues apresúrese a conseguir una arma.

Tenía razón, de poco iba a servir con las manos desnudas. Nos dirigimos a una zona de espesa vegetación en la que encontramos a 3 soldados de la compañía Charlie. Me daba cuenta de que la operación había sido un fracaso, todos desperdigados ponía en peligro el éxito de nuestra misión.

-Parker, rápido, linterna.
-Sí, señor.

Debajo una gabardina localizamos nuestra posición a unos 5 kilómetros de nuestro objetivo. Teníamos que darnos prisa antes de que amaneciera, el tiempo corría en nuestra contra.

Por el camino, seguimos encontrando soldados, pero ninguno era de mi compañía. ‘¿Estarán todos muertos?’ No, no podía ser.
A las dos horas llegamos a una granja, allí nos reagrupamos y el teniente Barton tomó el mando a la espera de encontrar al teniente Smith.

-Bien señores, descansen hasta las 5 am. Nuestro objetivo será tomar un emplazamiento de artillería que está diezmando las unidades que desembarcan. Lleven lo esencial, armas y munición.
(¡Sí, señor!)

Allí por fin encontré a compañeros de mi pelotón, fue un verdadero alivio ver caras conocidas.
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