Pensando en vosotros

La cartera de cuero del profesor descansa sobre el escritorio, contrastando su marrón con el verde claro de la mesa. La luz de la ventana se filtra por las rendijas de la persiana y peina los pupitres en miles de puntos de luz. El polvo de la tiza flota en el aire y el resto de alumnos atienden a la interesante explicación del joven profesor Daniel. Entre su suave murmullo consigo discernir algunos conceptos de la literatura Barroca española, pero prefiero mantenerme flotando en el aire como el polvo. Daniel sostiene la tiza y torna sus dedos con ella en un tono blanquecino, mantiene sus típicos gestos nerviosos y alegres a la vez. Me mira con discrección, para saber qué tramo bajo las hojas de cuaderno, levanto la mirada sintiendo la suya y me topo con su media sonrisa burlona. Prefiero seguir perdiéndome entre el polvo de la tiza.

Pienso... Recuerdo... a un hombre con cazadora que busca mecheros por un euro en una feria, recuerdo que me gustó mucho aquel relato, pero que no contesté. Recuerdo aquel poema, pequeña paranoia lo llamaste... y también fue maravilloso. Recuerdo tantos relatos que leí y nunca contesté...

Me perderé entre versos que me habéis dejado, entre líneas interminables de maravillosos textos, más cercanos, más humanos que las fábulas de Iriarte, seguiré, sin embargo, componiendo poemas para nadie.

"Te dejaré mis manos
para que juegues con ellas,
te dejaré un segundo
de mi tiempo.
Te dejaré mis labios
para que me des
las tinieblas de tu mirada.
Te dejaré un recuerdo
para que duermas por las noches,
seré el eco
de unas sábanas vacías,
me llevaré tu alma
como un demonio penoso
..."

Y el timbre metálico y brillante lo destruyó todo en mil pedazos.