Pequeño recopilatorio de mierda

Azul y verde
Quiero pasar del pecado al paraíso
que escondes bajo el vestido,
que vistes sobre ese cuerpo
que tanto, tanto y tanto ansío.

Reventar la escafandra que encierra los sueños,
que desborden en desmesura toda mi cama, toda mi casa
con la suavidad de tu cabellera ruciamente diseñada
y caer y morir arropado entre la blancura de tus pechos.

Primaveralmente me veo floreciendo en la negrura
de saber lo lejana que está tu figura.
Tan precísamente tallada, tanta ternura
que desprendes cuando me muestras sonriendo tu dentadura.

Quiero volver a rozar con mi boca y con mis dedos
los pasos y entresijos que forman tu sombra,
y temblar y vibrar excitadamente de nuevo
bajo el hipnotismo de tu verdiazulada mirada.

Azul y verde más allá de la hechicería,
del más ardiente y frio azul posible,
del más eterno y profundamente verde,
tienes pintada en todo lo alto la cara
de una luz que se pega como el plomo ardiente
a mi piel, a mis memorias, a mi locura
que se crece con el ansia incandescente
que ilumina mi sueño y mi querencia
de tus pechos, tu mirada, tu mente,
tus palabras, tu cabello y tu figura.

Sueño

Acechas, lo sabés, lo sé, tras el telón de los párpados
sonriente, anhelante al reencuentro de hondas pupilas
con el pecho abierto para en un abrazo conectarnos.

Por los canales de mis venas fluyes y yo fluyo,
sobre ti y dentro de ti, somos uno, compañera,
sabedora de que lo que soy, fui y seré es tuyo.

Y volamos siendo ahora una estrellada bóveda,
un firmamento intemporal, eternamente libre
del pasado y del futuro, siendo siempre presente
donde el beso es eterno y el abrazo nunca acaba.

Soy más feliz al dormir que al despertar
porqué oníricamente existes.
Hecha de recuerdos, pero tan real,
tan real el sentimiento,
tan real tu piel, tu pelo, tu aliento,
el aliento de tus besos.
Tan sentidas tus palabras,
tan ardiente está tu sexo,
tanto abriga tu contacto
y cubren tanto tus abrazos.
Tanto das, tanto, tanto siendo un sueño
que cuando sueño despierto, sueño que duermo.

Nada

Soy palabras y soy nada.
Un onírico vigía en el espejo de mi ventana, mirando al infinito del reflejo, más allá de la oscuridad de mis pupilas.
Soy un bufón sin guirnaldas. A veces con la sonrisa triste, a veces con una sincera carcajada.
Vivo en una lucha intransigente contra el tiempo, abriéndome paso a dentelladas, hacia un futuro claroscuro.
Soy un loco dolorosamente cuerdo. Un demente extremadamente lúcido.
Soy verano y soy invierno.
Soy aroma primaveral, y melancólico otoño.
Un oxímoron viviente.
Soy recio de espalda y de barba,
un cúmulo de memorias y miradas.
Solo soy, nada y palabras.

Bufónico corazón

Envuelto en un manto como ala de cuervo
se encuentra dolorosamente agujereado
mi absurdo y bufónico corazón.

Silenciado por mi mente, ya no habla
ya no escapan de mi pecho las palabras
que tanto el tiempo como mi calma,
mi ser, mi sexo, mi alma necesitan.

Corazón sin mente, mente enferma
y un llanto oscuro y silencioso
dolorosamente eléctrico me infecta.

De las aladamente primaverales ramas del almendro
que se encuentra en la memoria fonda de mi infancia
quiero regresar, pronto y congelar el tiempo
de la rosada lluvia floral de unos días sin llanto eterno.
Pérdida

El cimbrear de mis pestañas a cada instante
ya atestiguan mi interior desgarradamente herido.
Como un témpano los ojos estacados en el presente
observan el tiempo andante irreversiblemente perdido.

A mi espalda arrastro pesadamente la memoria,
el recuerdo de los sueños, de la meta adolescente
que lacera incesante la reserva de mi savia,
y agujera en mi pecho un refugio permanente.

He perdido el yo que enamoraba,
perdidamente están mis sonrisas,
mis palabras, los gestos y miradas.
Convertido en un homúnculo quimérico,
en un holograma que es solo cascara,
un cataclismo en piel y hueso estructurado.

Preso me siento, pero sin fuerzas.
Preso sin ilusión, preso sin esperanza.
Preso del tiempo que pasa y pasa
en mi presente donde siempre y nunca: nada.

Añoro, rememoro.
Melancólicamente recuerdo.
Evoco nostálgico lo que entonces
amaba, enamorado veneraba,
disponía, estimaba, deseaba,
adoraba, resolvía con caricias
mimaba, acariciaba y susurraba.

Y ahora todo es deseo,
anhelo, aspiración, ansia
de lo perdido, de lo no conseguido.
Desesperada e irracionalmente un capricho
que se suma a los serrados cuchillos
profundamente hundidos en mi mente.

A la vez hacedores de mis sueños,
demiurgos, artesanos del tormento.

Cristales Negros


La Luna miró al estaño
de un campo de verde y nardos,
donde jugaba mi inquieta mano
con tus atezados cabellos,
hembra de todas, hembra,
que a mi me has enamorado,
con tu dulce y acre aroma
de caballo desbocado.
Por tus negros acristalados,
ojos, que no son ojos,
sino dos potros alados
que penetran mi costado,
dos cristales negros,
dos algarabías moras,
que recitan testamentos
de mi amor en tus memorias.

Cada cristal negro,
cada beso vespertino,
que antes de la noche tengo,
de tu tierno fruto eterno
que te guardas en la boca,
donde bebo de tus besos,
donde mi alma se alborota,
con el timbre de tus huesos.


Compañeros

Hierven en mi interior cientos de segundos
guardados, dolorosamente contados
vibrando, arañando semilúcidos
mi orondo y triste costado.

Una cuenta atrás estalla en mi pecho,
resuelta en malestares de electro,
soltando al viento la querella
del cacho ausente de tu fuego.

Un si y un no se debaten,
un cielo y una tierra guerrean,
un ardor que mis sienes baten
hasta encontrarme contigo, compañera.

Dolor hoy, y gloria mañana,
del afable sabor de tus besos,
que serán férvidos por tus labios esposa,
que a los míos libraran de sus lamentos.

A una cumbre de orgasmos enarbolaremos
nuestros cuerpos hoy tan lejanos,
juntos mañana, firmaremos en el cielo
nuestro amor redentor de tormentos.

Guerreando nuestras manos cincelan,
en tu cuerpo, en el mío,
odas de nuestro encuentro,
en excitadas bocanadas, al tiempo
venceremos siendo dos en uno, compañeros.
Buscando una respuesta.

Cimbrean mis pestañas nerviosas
estancadas en el tiempo de la espera
de tu regreso, de tus palabras.

Palabras que el viento no cuenta
palabras, que enmudecidamente
no soy capaz de decirte
no soy capaz de arrullarte
mecida en la voz de mi hoguera.

Estoy buscando una respuesta
a este misterio y voy
perdido en mi rareza
del pensamiento.

Si solo quisieras, si tan solo quisieras
amar siendo amada
en un abrazo ininterrumpido
abarcando de nuestras vidas
al infinito.

Y busco la respuesta
a una pregunta que en palabras
no tengo, sino anidada en mi pecho
de querer comunicártela en silencio
con un suave roce, con un arrullo
que haga que se abran tus alas,
que las mías se ciernan sobre tu cuerpo
y dar por sentado a la existencia
que no hace falta más
que nuestras figuras conectadas.
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