En la noche que alumbra tu pelo,
un gota, un dolor, una costumbre,
me siento caminar sin más,
paseando de la mano de nadie,
respondiendo palabras de nadie,
porque te miro ahí y no te veo.
Veo tu cuerpo,
tu cabello, tus senos,
veo tu voz, tu risa,
tu mirada posada sobre nada,
pero no veo que me mires dentro,
una gota, un dolor,
me ignoras.
Has cambiado tanto
desde que fuiste tu misma,
desde aquel día en que yo te quise.
Maldita flor marchita,
me jodes solo con estar seca,
una gota, un dolor, ¡¿y tu sonrisa?!
Te debí de querer tanto
al principio,
que te convertiste en costumbre.
¿Tan difícil te era
quedarte convertida en mi amante?
Cobarde acción
salir ciudadana de todo esto.
Tú que siempre fuiste mujer,
tú que eras especialmente tan tuya...
te has convertido en otra sombra más
que se alimenta de rutina y de sueño.
Tú café no va cargado de esperanza,
no es una droga
contra el aburrimiento.
Es solo el placebo de tu vida,
que te hace creer que eres feliz.
Una gota, un dolor, está lloviendo.
Te busco sobre tu rostro
una ventana por donde volver a verte.
Una gota, un color, hay esperanza...
puede que aún pueda besarte...
y quitarte ese mal que el mundo ta ha dado.