Podemos ir juntos, cerrando los ojos,
con la silueta de tu rostro aún ardiendo
en el fondo de las retinas.
Podemos correr juntos, de la mano,
cuesta abajo, como alegría de la noche
corriendo, como un día en que éramos niños
tan distantes entre sí.
Podemos dar volteretas
y rodar por las colinas en espirales de rizos y risas.
Podemos estrechar las piedras de una playa
en nuestras espaldas, mientras las olas
acarician las plantas de los pies
celosas.
Podemos recordar, en este asiento eterno,
los días de primavera, que ya vienen...
que ya se van...
Podemos recordar eternamente
y dibujar con mis dedos las sombras proyectadas
de las gotas de los cristales sobre tu pecho.
Podemos perdernos en el trajín de las calles
de cualquier ciudad
y en los susurros de las hojas
de cualquier bosque.