Privilegios de tener
una mente tan brillante, dices.
Sientes deferencia sólo
por tu suerte
y, desbarrar en el intento
no parece suficiente
para restar crédito a tus trece.
Proclamas tu mandato
descerrajando heridas
que ya no cerrarán.
Proclamas tu alegato
convencido y literato
ante juicio popular.
Proclamas que no te acaban de saciar.
Sigues el camino
que hay marcado, nada más.
Sueles permitirte
desvariar, imprudente
y sin poder atestiguar
qué hay decente
en tu tesis de la realidad.
Yo ya tuve suficiente
de tendencias complacientes,
de deméritos, rumores.
De insultar tan educadamente.
De excursiones de improviso
sin papel de culo
a villadementes.
Y si por un casual
atisbas con tu ojo de cristal
las moscas vagar
de la mierda a tu panal.
Algo habrán urdido
que no podrás parar.
Algo habrán urdido a tu pesar.