Este vasto aguacero bajo el que estoy
no descarga más que lágrimas sobre mí.
Yo, que me veía emocionada,
ascendiendo a las cimas más altas
con la voz entrecortada
ante tanta bellleza.
Yo, que me veía jovial y viva...
Veo que se truncan mis senderos,
pues mis botas descansan ya polvorientas
en un rincón de este lugar
que no puedo abandonar.
Esta vasta tormenta bajo la que estoy
que destroza en silencio mis vértices
da paso al dolor más insólito,
más inhóspito.
Este lento vendaval
que se ha llevado mis meses
y quizá se lleve para siempre
todo aquello que merece
un esfuerzo, una lágrima
y las mejores sonrisas.
Esta niebla que ha empañado
la juventud, mi futuro
marcado ya por el dolor,
por esta losa atada a mis piernas
que no cesa
que nunca cesa.
Este huracán devastador
quisiera frenarlo con todas mis fuerzas
con una esperanza,
sin caer mil veces,
con un punto de apoyo
que me deje huir de este lugar,
volver a mi vida,
donde pueda volver a ser libre
a ser libre...