Adiós verano
Ya se marchan las caras
de alegría por la tarde.
Ya no habrá ruidos en la siesta
para despertar
a nadie y salir corriendo.
Ya no habrá sal pegada
a los labios, ni besos de alcohol,
ni cariñosos susurros de
polvo de estrellas.
Casi añoro ya tus blancos pies,
aquellas manos afinando
la brisa, las carreras, los murmuros.
Ya no verán mis ojos las olas
peleando por llegar hasta la orilla.
Nunca volveré a probar
el dulce sabor de tu tatuaje,
ni las flautas dulces
entonarán himos de estío,
ni la radio nos dará las horas.
Ya mueren en la arena
nuestros sueños, bañados en basura,
mordidos por las algas,
pisados por tus pies blancos
y olvidados de verano en verano.
Las promesas se quedan en
los cajones de madera de tu cómoda,
y el balcón quedará una vez más cerrado.
No es en verdad justo
saber que no serán más asunto
mío tus miradas, y las suyas, y las nuestras.
Ya no habrá más besos de sal, ni dulce
sabor a tatuaje, ni agradable brisa
entre tus dedos. Mudos
de nuevo, sordos otra vez.
Adiós verano...
Tan seguido
Frío lago, oscura tez
de la balsa que me mira
con rencor y malicia.
Necesito un cigarrillo
en el parto. Vaso de limón
agrio en el porche pues tu aliento
me devuelve en la nuca
recuerdos de verano tan
intensos que socorren la
distancia de tu muerte
y te reviven.
Frío de nuevo,
otra vez solo,
con astucia te fuiste...
La lluvia, tu lluvia,
me retira del campo
donde pretendo librar
la batalla de estar solo,
otra vez solo,
siempre solo
con el eterno recuerdo
de haberte perdido
en el parto. Necesito
un cigarrillo la noticia
me mata, tan seguido,
primero tú, después el niño.
Maldita lluvia y terrible
Asfalto. Limón agrio...