Lchana poemiza con sabio ardid de maga despierta, con sustantivo ávido, con lucidez y gracia armónica de muñeca que fecunda y arboriza. Lorquiana a ratos, surrealista por gusto, hace de su capa verso y lleva un sombrero sincopado de literatura. A veces sus poemas tienen décimas líricas y otras perfuman de fiebre asonante el pie quebrado.
¿Me gusta, entonces, el poema "Piropo"? Claro. Claro que sí y claro que no. Claro que sí, porque Lchana escribe con los duendes y la gramática de su parte. Claro que no lo suficiente, porque el molde del verso no está hecho para todas las manos. Yo mismo, salvo por alguna ocurrencia, dejé de versificar a los veinte, cuando entendí que mi reino era el de la prosa. En verso, creo, se os sublime o se está de más. Y yo no soy sublime. Lchana escribe bien hasta la declaración de la renta, pero, a mi entender, su galería de fantasmas está en la prosa. Y digo eso después de admirarme de versos tan inspirados como "Déjame contar tus sombras, tus ángulos y repechos...", o "Hoy voy a entrar en tu cuarto/cruzando el balcón de encaje,/trepando por la baranda,/pisoteando galanes/para pregonar tu escote...".
Me pido ser pregonero de ese escotado sublime y verdilento.