Polaroid (7) Speedo
El mundo es como una piscina climatizada a la que acudo a diario. Cada mañana llego puntual a la cita con la hilera de taquillas que adorna el pasillo de acceso al Gran Vaso, y ahí estás, instruyendo a un ejército de nadadoras tan voraces como ancianas. Me gusta fijar la vista en tu abdomen, oculto casi siempre bajo una camiseta naranja con grandes letras a la espalda: S.O.S.
Eres morena. Eres alta, esbelta y vivaracha. Tienes unos pies preciosos, masajeados dulcemente por tus chancletas Speedo. Me gustaría estar colgado de los grandes aros que adornan tus orejas y balancearme y formar parte de tu paisaje enternecedor. Eres morena y llevas siempre el pelo atado. Una coleta anárquica, como la anarquía de mis besos. Eres morena. Eres morena, morena, morena y vivaracha.
Me gusta cuando ríes. Veo que disfrutas tanto como yo gozo mirándote, lo cual te hará vivir una vida larga y plena. Al menos cien años. Cien años de largos y anchos rastreos del fondo de la piscina con mis gafas Speedo. Largo por ancho (por alto). Ese es el volúmen del mundo y equivale a una millonésima parte del amor que siento por ti.
La hora mágica llega a su fin cuando pongo rumbo a las duchas. Su agua con cloro elimina el cloroformo que anestesia mi sexo. El champú desentumece mi pelo, aprisionado hasta hace poco por mi gorro Speedo. Salgo a la calle y te observo detrás de la gran cristalera que separa tu mundo del mio. Hasta mañana.