Bueno antes de nada... este "loquesea" es una replica al desafio de Gad, y esta pensado (es un decir) a partir del relato que ha publicado ella
"No mires atras" ... Y si...en efecto, es una ida de olla a partir de una idea simple..
Vamos con ello.
Por la mañana
Lo que mas me gusta de vender casas, y cuando digo casas son casas y no vulgares pisos, es el componente de psicología tan extraña que se da. Veras, me gusta observar a la gente. Lo hago desde que era pequeño, sentarme, observar e imaginar a la gente en situaciones o haciendo cosas distintas a las que hacen en el momento de ser observados.
No es que fuera o haya sido nunca un autista ni un paria para los demás, todo lo contrario. Soy bastante sociable y afable, no me cuesta para nada integrarme o entablar una animada conversación con cualquiera, pero por debajo de ese nivel social de conciencia completamente normal, corre un nivel paralelo pero igualmente lucido y activo que tiene la particularidad de colocar los elementos de la escena o la persona que tengo delante en otro tipo de circunstancias o de imaginarla en todo tipo de situaciones. Me divierte ser tan frió y no estar haciendo en realidad ni puto caso a la conversación que estoy manteniendo sin que mi interlocutor sospeche nada.
Esto me es muy útil en mi trabajo porque mientras estoy visitando una agradable y señorial casa con un cliente manteniendo una muy trivial charla sobre la arquitectura o la disposición de la decoración puedo ir colocándole en situaciones en las que se vea cómodo ante futuros invitados, o como lugar de lo que demonio fuere que al tipo en cuestión le interesara. Como todo vendedor ya tenia mi clasificación de las personas y una vez que “calas” a un tipo es fácil comerle cabeza y ponerle en tus labios sensaciones que ya sabes que le van a resultar agradables y que hábilmente te encargas de asociar a elementos mobiliarios.
En fin, vender casas si eres un buen vendedor, es decir, si se te da bien manipular a los demás puede ser un negocio bastante prometedor.
Ya es viernes 5 de la tarde, acabo de vender un chalet precioso y mi comisión me permitirá unos cuantos vicios y seguir paladeando mi estilo de vida que si bien puede que no sea el habitual o el socialmente admitido por la mayoría me consta que es envidiado por no pocos.
Hago una visita al gimnasio con la mochila que siempre llevo en el maletero a tal efecto y tras castigarme un buen rato y relajarme otro tanto, me voy al centro. Una llamada desde el móvil y me aseguro de que en mi destino alguien me espera. Vendiendo casas se conoce a mucha gente y bueno ya se sabe lo que se suele decir, hay que tener amigos hasta en el infierno y así es como conocí y conserve a mi proveedor ocasional de “antidepresivo colombiano”. Un rato de charla con un vodka mientras lleno mi elegante dosificador, y pregunto que tal ambiente hay en un par de pubs nuevos que todavía no he inspeccionado.
Con mis gramos en el bolsillo por si acaso, me voy a casa, una ducha, ropa informal pero ligeramente elegante, nada sobrecargado pero tampoco que resulte demasiado casual.
No se en que momento del día he decidido que esta seria un noche de caza, pero la verdad es que así esta decidido. Por diversificar un poco el ambiente, evitar posibles reproches de victimas anteriores o simplemente cambiar de aires, me decido a probar alguno de los nuevos pubs que hay cerca del puerto. Cojo 200 euros en billetes de 50, la american express y tras un momento de duda dejo las llaves del coche. Esta noche prefiero ir en taxi, obviar la búsqueda de aparcamiento peleando con niñatos que fardando de coche pretenden camelar a alguna niña pija de los alrededores.
12 de la noche, hora bruja y momento ideal para tomar un bourbon que me ayude a pasar por el gaznate el casi medio gramo que tengo haciendo la travesía desde mi fosa nasal derecha hasta mi estomago. Es una sensación que me encanta, ese ligero sabor químico en la garganta mezclado con la rudeza del bourbon mientras se va entumeciendo mi boca. Pequeños vicios, que aburrida seria la vida sin ellos. El pub es poco decepcionante, no es lo que me esperaba, no por la decoración o por el estupendo escote de la camarera sino porque esta llenándose de niñatos. Últimamente resulta complicado encontrar un ambiente ligeramente mas adulto sin caer en un antro de eso que llaman mediana edad.
Doy un rápido repaso al pub hasta que me fijo en una mujer que esta sola en la barra. No es extraño que haya mujeres solas en las barras de un pub un viernes a la noche, pero si que es extraño que no tenga veintimuchos o trintaypocos. Esta mujer es joven, no llegara a los 25 casi seguro, pero llama la atención, tiene una mirada dura, casi perdida, pero definitivamente dura. Nuestras miradas se han cruzado un par de veces pero es evidente que no es la típica mirada con la que estoy acostumbrado a toparme un viernes noche. Tampoco esta vestida con la absurda vulgaridad de las que salen a cazar, no cabe duda de que resulta sexy su vestido, pero es mas una consecuencia de su estilo que un fin en si mismo. Es tontería perder el tiempo así que mientras dejo mi copa en la barra me dirijo hacia ella.
La invito a una copa que no resulta ser otra cosa que una coca cola light mientras yo pido otro bourbon y mantengo una típica conversación de cacería de tipo C, es decir, no tan simple como suele ser habitual. Es divertido ver como nos estudiamos por debajo de la charla superficial. Parece una mujer interesante por sus miradas y parece que nuestra charla la divierte ligeramente, hasta que en un momento dado acerca uno de sus dedos a mis labios y me hace callar mientras se levanta, pide la cuenta se acerca mi dejándome saborear su perfume y me susurra que la acompañe a su hotel.
Tiene una habitación bastante elegante, no es lo que esperaba encontrar en un típico viaje de negocios que es lo que ella me había contado que hacia en mi ciudad. No podría considerarla una suite pero constaba de un salón bastante elegante.
Mientras echaba un vistazo a la habitación ella se encargaba de ir desabrochando mi camisa desde detrás de mí. Ese primer polvo en el salón es de los llamados rabiosos, sin tonterías. Casi siento como si hubiese sido una prueba y que si no lo hubiese superado me hubiera echado de la habitación sin pensárselo 2 veces. Después de esa satisfactoria prueba mutua ya viene la relajación, la ducha compartida, las botellas vacías, los juegos con la materia colombiana y en fin, una noche de sexo sin preocupaciones en la que a pesar de varios amagos, observo que no acaba de marcharse esa mirada de mi acompañante. Me doy cuenta mientras saboreo sus muslos que no se su nombre y que yo tampoco me he presentado y creo que es un de los motivos por los cuales la noche se esta dando de esta manera tan magnifica.
A eso de las 3 de la mañana y tras haber dormido un rato me dedico a observarla mientras esta encima de mi y es curioso como yo, que estoy mas que acostumbrado a las cacerías, me siento ligeramente molesto porque me estén echando un polvo casi sin sentimiento ninguno, es absurdo pero casi me siento como si me estuviera utilizando poco mas que como un juguete.
Tampoco es plan de darle vueltas a la cabeza cuando te están haciendo el amor de esa manera. Después de apurar una última copa en la ventana me duermo hasta que la luz de la media mañana me va despertando. Mirando hacia la ventana permanezco 5 minutos repasando mentalmente lo que paso anoche, antes de darme la vuelta y decidir si despertar a mi acompañante o largarme sin mas. Extrañamente decido que me apetece desayunar con esa mujer, saber algo mas de ella, empezando por su nombre y quien sabe si tener su teléfono.
Al darme la vuelta en la cama veo unos ojos que me miran y que hacen que me de un vuelco el corazón, unos ojos muertos. No solo no esta la mujer con la que me acosté anoche sino que hay una tía muerta en mi cama, boca abajo, mirándome, desnuda y con un fino hilo de sangre bajando desde la comisura de su boca.
Mientras salto de la cama presa del pánico me doy cuenta de las circunstancias de esa noche, veo la botella vacía, veo la mesilla del salón con unas “autopistas” preparadas y el dosificador volcado al lado y veo que no esta ella, ni ninguna prueba de que hubiera pasado la noche conmigo. Incluso el sujetador que tiré detrás del muble del salón ha desaparecido y en cambio por el sofá esta desordenada la ropa de otra mujer que sin duda es la que esta en la cama.
Me visto como puedo, apurado sin saber muy bien que hacer pero decidido a bajar a recepción y preguntar por la mujer que alquiló la habitación.
Salgo atropelladamente de la habitación tropezando con un empleado de mantenimiento del hotel y bajo a la recepción mientras me doy cuenta de que he limpiado los “restos” de la mesilla pero no he recogido el dosificador.
El recepcionista me informa que la mujer que pasó la noche conmigo hacia 3 horas que se había marchado dando instrucciones precisas que no se me diera ningún dato sobre ella, solo me queda claro que ha cogido un taxi así que salgo a la calle con intención de preguntar a los taxistas sobre la mujer en cuestión quedando cegado por el sol de la mañana y constatando que no hay ningún taxi en la entrada del hotel.
Continuara?.....