Bueno, tras varios meses y muchos problemas retomo mi faceta literaria. Espero que disfruteis con mis escritos. Me han comentado que mi estilo ha madurado.. me gustaria saber que opinais. [Actualizo el relato con una version mas depurada del mismo...]
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Algunas veces me despierto y aquello me parece un sueño, una ilusión de los sentidos… fue algo tan extraño que perdure en mi memoria cada detalle de aquella noche.
Había sido indudablemente un mal día, uno de esos que deseas olvidar lo antes posible, los ordenadores en la oficina se habían colapsado, culpa sin duda del descuido de algún empleado visitando alguna pagina infectada, que ofrecía seguramente contenidos para adultos. No había terminado de arreglar el problema cuando recibí la llamada de Lucia cancelando con fingido pesar la cita que teníamos esa noche.
Acabado el trabajo había tomado el coche y conducido sin rumbo por las indómitas calles de la gran ciudad donde un parte comenzaba a retirarse a sus cubiles tras una larga jornada a descansar y otra parte comenzaba salir al exterior para vivir la noche.
Tras lo que fueron horas al volante, a través de carreteras vacías, me interne en caminos de tierra con el vano presentimiento que mi viaje me llevaba al mar. Llegue a un descampado perdido que se asomaba al mar sobre un acantilado. Oí al mar antes de verlo, su rugido al chocar con las pétreas paredes del acantilado barría los sentidos a una gran distancia.
Me fue extraño encontrarme con otro vehículo aparcado cerca del acantilado, pues eso presuponía la presencia de otras personas y estar acompañado no era lo que mas deseaba en esos momentos. Decidí irme de allí, me dispuse a arrancar nuevamente mi coche para irme de allí cuando unos ahogados espasmos del motor me dieron entender que mi vehículo que se había quedado sin combustible.
Apesumbrado salí del vehículo y lo patee enfadado. Si quería salir de ahí debería pedir ayuda al ocupante del otro coche. Me acerque con cuidado pues no era tan tonto para no suponer que podía ser una pareja que disfrutaba de su amor carnal en un sitio tan deshabitado. Con pasos inseguros y precavidos me acerque al coche, cuando estuve cerca comprobé que era un coche rojo de gama baja sin duda y que para mi extrañeza estaba vació. Me asome a la ventanilla y ví las llaves colocadas en punto muerto.
Me di al vuelta pues sin duda el propietario estaría cerca del vehículo, oteando el horizonte descubrí una sombra en el acantilado. Comencé a acercarme poco a poco y gracias a la menguante luna que brillaba en el cielo, fui capaz de observar mejor la figura que se recortaba contra la negrura de la noche.
Me acerqué hasta que estuve a unos diez metros de ella, pues llevaba una melena al viento y las curvas de su cuerpo pertenecían sin duda a una mujer.
-Perdón… se me he quedado sin gasolina –Comencé a hablar con voz trémula- podría usted llevar… ¡pero que hace! –Grite con toda mi voz cuando la mujer saltó al vació del acantilado-
No se por que lo hice, fue quizás uno de esos extraños momentos en los que haces lo que debes hacer aunque tu sentido común te grite que no lo hagas. Corriendo me lancé tras la mujer. No sentí la caída ni el golpe contra el mar, solo tenia en mi cabeza la idea de salvarla. Apresuradas brazas me llevaron a su cuerpo inerte. Lo tome con una mano y con la otra me apresure a llevarla a la orilla. El reflejo de la luna me mostró una cala entre los acantilados. Tras eternos minutos logré llegar a ella gracias sin duda al beneplácito del rey de los mares que me protegió de las embestidas de las furiosas olas.
Alcé la forma inerte de la mujer y la lleve en brazos hasta una gran roca que se elevaba sobre la cala. Aterrado comprobé que no respiraba, frenéticamente me forcé a recordar el curso de primeros auxilios que había recibido en el ejército y le hice el boca a boca, al tercer intento la mujer reaccionó y comenzó a escupir el agua de mar que se había alojado en su interior. Con suaves golpes en la espalda la ayude en este cometido, Cuando pudo respirar sin dificultad me miro, algo surgió muy dentro de mi, cuando aquellos ojos verdes me miraron parecían no verme… mirar mas allá de mi, hacia algún lugar mas allá del firmamento. Un instante después se desmayo en mis brazos. Con suavidad la alce y subí por un serpenteante camino que esperaba que llevara a la cima del acantilado.
Una vez que estuve en lo alto lleve a la mujer hacia el coche. Abrí el portabulto de mi coche y saqué una manta con la que la arrope. La introduje en asiento de atrás de su coche y me monte en el. Arranque internándome una vez más en la carretera. A través del retrovisor y gracias a la luz interior del coche pude tener una mejor impresión de la mujer.
Era joven, quizás rondaba la treintena, sin duda era hermosa o eso me parecía, poseía unos rasgos finos y delicados, el maquillaje se le había corrido por toda la cara. Su talle quedaba oculto por la manta pero de llevarla en brazo sabia que poseía suaves curvas. No pensé en llevarla al hospital pues ya respiraba con normalidad y no parecía tener ninguna otra lesión. Así que decidí llevarla a mi apartamento. Me alegre al internarme en las luces de la ciudad, en pocos minutos llegue al aparcamiento de mi edificio y aparque en mi plaza. Me tome un minuto para comprobar si había algún documento en la guantera, para conocer la identidad de la mujer, pero no había nada. Cargando con la mujer subí por el ascensor hasta mi apartamento.
Mi apartamento era pequeño, con pocos muebles, me agradaba que fuese así. La tumbe en mi cama y recordé que estaba empapada al igual que yo. Le saque el vestido floreado que llevaba y con una toalla sequé su cuerpo, cuando termine la arrope entre las sabanas de mi cama.
Cansado hasta la extenuación me acosté en el en sillón del salón y cerrando los ojos me deje llevar a los reinos de Morfeo.
Desperté cuando el sol ya se alzaba alto en el firmamento, por suerte era sábado y no tendría que ir al trabajo excepto por algún problema. Me levante de un salto pues las imágenes de lo ocurrido en la noche regresaban a mi mente. A grandes pasos entre en el dormitorio y me tranquilicé al encontrarla placidamente dormida. Un rubor invadió mis mejillas cuando comprobé que solo vestía ropa interior.
“¿Por qué no me importo anoche?”- pensé extrañado-
Tome el vestido del suelo y junto mi ropa la metí en la lavadora. En la cocina prepare un liviano desayuno para mí. Estaba vertiendo un poco de mermelada en las tostadas cuando una figura surgió por la puerta. No se había puesto nada encima, pero parecía no importarle en absoluto.
-O cariño… me has dejado dormir… -comento con voz melosa- debes saber que eso te costara mas caro… o dios, que resaca tengo…-
Se acercó a la mesa y tomo un vaso de zumo que tragó con deleite ante mi sorprendida mirada.
-Debiste meterme algo en la bebida picaron… no recuerdo nada -dijo mientras masticaba una tostada- Por si no te lo he dicho me llamo Andrea ¿como te llamas tu ricura?
-Andrés –conteste cohibido- ¿No recuerdas nada?-
Ella pareció mirarme de una forma divertida.
-Chico, estoy seguro que el polvo fue magnifico… -Contesto- Aunque he tenido una extraña pesadilla y además no recuerdo como he llegado aquí…
-¿No recuerdas el acantilado? -me atreví a preguntar-
-¿Cómo conoces….? –Pareció asustada- un momento… por que tengo salitre en la piel… no puede ser… - la chica se apoyo en la pared consternada.
-Por favor siéntate- Sugerí levantándome y ofreciéndole la única silla-
Cuando se sentó, le serví una taza de café y mientras lo tomaba le explique con suaves palabras que había ocurrido en la noche, como la había rescatado de las aguas y traído a mi apartamento. Mientras hablaba mantenía los ojos bajos sin querer mirarme. Cuando terminé me miro y me di cuenta que en sus ojos faltaba algo, la chispa de la esperanza.
-Ahora lo comprendo… recuerdo que tome uno de los coches de Jhony y me dirigí al mar -dijo pasados unos minutos- ¿pero por que me salvaste?, no soy nada mas que una desconocida que quería morir…
-Te salve por que debía hacerlo –conteste con convicción- Y ahora cuéntame por que querías morir.
-¿sabes lo que soy? –Preguntó- Este es un bonito piso, se nota que tienes dinero –dijo mientras señalaba a su alrededor- seguro que no te falta nada, pero yo no tengo nada, soy una vulgar puta… vendo mi cuerpo a quien pueda pagarlo. y ahora… ahora Jhony me venderá a Carlos .
-¿Te venderá? –Pregunte extrañado- ¿Cómo se puede vender a una persona?
- Andrés… soy una puta, una puta se vende y se compra, mi chulo me trata muy bien, es bueno conmigo y con las demás chicas pero se gasta todo el dinero en drogas y va a venderme… -Andrea sollozo y le entregué un pañuelo que agradeció- Me venderá esta noche a otro chulo, a Carlos, es un enfermo… le gusta pegarnos y tratarnos como animales… prefiero morir antes de....
Andrea comenzó a llorar, yo me arrodille y la tome entre mis brazos. Me partía el corazón verla llorar.
- Andrea, eres un ser humano, nadie puede comprar tus sentimientos ni tu alma–dije mientras acariciaba su cabello- Dime donde puedo encontrar a ese tal Jhony
-Tiene un club llamado Estrella en la calle real –Contestó- ¿pero que vas a hacer?
-Déjamelo a mi, ahora por favor Andrea prométeme que te quedarás aquí –Dije tomándola de las manos-
-Vale Andrés, no me iré a ninguna parte –Contesto ella secandose las lagrimas que perlaban su rostro- Pero no hagas ninguna locura, has sido muy bueno conmigo, no quiero que te pase nada malo.
-No me pasara nada, una cosa mas ¿Cuánto vales?- pronuncie la pregunta con sentida repugnancia, pues el hecho de vender una persona me parecía dantesco-
- Creo que me iba vender por 15.000€ -contesto ella con un brillo en la mirada-
Le di un beso en la frente y tras vestirme salí por la puerta. El resto fue más fácil de lo que pensaba. Conduciendo el coche de Jhony me dirigí a un cajero donde saque todo el dinero de una cuenta que tenia para comprar una casa algún día, no me importó gastar esos fondos, hay cosas mas importantes en la vida.
Con el bolsillo repleto de dinero me dirigí a al Púb. de Jhony. Era una zona que prácticamente desconocía de la ciudad, a esa hora aun quedaban borrachos tirados en las aceras, gastando su vida de forma miserable. Tras preguntar varias veces encontré el local. Aparque el coche y entré pues la puerta estaba abierta. Era un lugar oscuro y húmedo, a la izquierda había una tarima con barras de brillante metal preparada sin duda para espectáculos excitantes. A la derecha había una barra donde un hombre contaba enormes fajos de billetes. Cuando me acerque a el alzo la mirada.
-El club esta cerrado ¡Márchese!- dijo con una voz que daba tintes de alcohol-
-¿Eres Jhony? –pregunté-
-¿Quien quiere saberlo? –contesto sacando una pistola de debajo de la barra y apuntandome con ella- Dilo rápido sino quieres un agujero en la frente. Si eres policía no saldrás vivo de aquí.
-Soy un cliente de Andrea -dije con la voz mas calmada que conseguí mientras observaba como le temblaba la mano-
-¿Andrea? –Tras unos instantes bajo el arma- Ella no ha vuelto, dígame si esa zorra le robo la cartera o la droga y yo me encargare de castigarla.
-No, quiero comprarla –dije con la mejor cara de póquer que pude ofrecer- Me ha gustado su técnica, deseo montar mi propio negocio en las afueras y estoy buscando chicas.
-Bueno... si quiere chicas, tengo muchas –Contestó Jhony sonriente, le faltaban varios dientes, tenia el resto negro y carcomido, lo que hacia que su sonrisa se convirtiese en un mueca grotesca - Pero es que Andrea ya esta casi vendida a un amigo… y ademas es una chica difícil...
-Pagaré por las molestias –Dije sacando 18.000 euros y poniéndolos sobre la barra- ¿Es suficiente?
Jhony tomo el dinero y lo contó con manos expertas en ese menester, su mirada pareció ganar en intensidad.
- Suficiente, espero que disfrute de ella –Contesto ofreciéndome la mano- Si se cansa siempre puede revendérmela si no esta muy estropeada, puede quedarse con el coche pero cuidado pues es prestado –supuse claramente que esto significaba que era robado- acepte un consejo amigo, pues parece novato en esto… trátelas con firmeza, una bofetada de vez en cuando nunca viene mal para que sepan quien manda.
Durante unos segundos desee ser una persona violenta y poder golpearle en esa horrible cara. Guarde la furia y tras estrecharle la mano, me marche de aquel asfixiante local. Tome el coche y lo deje en un vado a varias manzanas de mi edificio, confiando en que se lo llevaría la grúa. Andrea me esperaba nerviosa sentada en el salón, se había puesto una de mis camisas que le quedaba cómicamente grande. Cuando abrí la puerta se levantó de un salto y corrió hacia mi.
-Andrés ¿Qué ha pasado? ¿A dónde has ido? –preguntó exaltada-
La tome de la mano y me senté con ella en el sillón. Durante un instante me quede mirando sus hermosos ojos y deseé sumergirme en ellos, perderme en su inmensidad.
-Andrea escucha bien lo que voy a decirte –me aclare la garganta y continué- He ido a hablar con Jhony y te he comprado, no por favor no me interrumpas, ahora eres libre, yo no te pido nada, no tienes ninguna deuda conmigo, puedes coger el coche e irte pero sino tienes adonde ir puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras conmigo.-
Andrea tardo unos segundos en comprender estas palabras, pero enseguida se le ilumino la mirada y una gran sonrisa surgió en su rostro junto unas lágrimas brillantes.
-Andrés…. Nunca nadie había hecho algo así por mi…- dijo entre sollozos-
-Solo siento no haberte conocido antes- contesté besando su mano-
Andrea se abrazo a mi cuello y así estuvimos abrazados durante mucho rato mientras ella lloraba. Es extraño como me enamore de ella, de una desconocida, pero así es la vida, no sabes que te va traer y para mi fue un milagro.
Desde aquel día han pasado ya 3 años. Fue realmente un día muy extraño casi un sueño. Andrea no se fue de mi lado, se quedo junto a mí. Me hizo el hombre más feliz del mundo cuando decidió casarse conmigo. Andrea esta ilusionada con tener hijos, pero nos lo tomamos con calma. La convencí de que retomara los estudios y ahora esta cursando derecho en la faculta. Andrea nunca olvidó sus orígenes, con mucho esfuerzo creó una asociación benéfica dedicada a rescatar mujeres de la prostitución, alojándolas en nuestra propia casa al principio. Gracias a su labor más de 40 chicas han retomado una nueva vida lejos de las calles. No puedo estar más orgulloso de ella.