Muchas gracias a todos por vuestros comentarios. Me estan enseñando mucho, aunque siento deciros a los que no os gusta el tono de la historia, que de momento va a seguir en la misma tonica
Voy a colgar la segunda parte (el primer capitulo son 3) y si os gusta ire colgando el segundo capitulo segun lo vaya escribiendo, aunque puede que tarde bastante mas que en colgar estos.
Aqui va la segunda parte
Guardo el colgante en un bolsillo de mi chaleco, nuca salgo de casa sin el. Saber que esta ahí me da fuerzas, a veces es casi como tenerte a mi lado. Pero solo casi. Además quiero que este colgante sea lo primero que te de cuando te vea, bueno no, ambos sabemos ya que va a ser lo primero que voy a darte. Sumida en estas cavilaciones bajo casi sin darme cuenta al sótano inferior. Este guarda el arsenal y seria nuestro ultimo punto de resistencia en caso de ataque. Si, seria una ratonera, si no fuera porque milagrosamente, tiene conexión con el metro. El porque de esto, es solo una incógnita mas entre miles “te estábamos esperando Silvia” me recibe Ángel con una sonrisa. Franqueo la puerta que da acceso al arsenal. Allí esperan mas de un centenar de hombres y mujeres. Apenas hay personas mayores entre ellos, ya que saben que no están hechos para este tipo de misiones. Ojala entre los jóvenes abundara esa sensatez “los menores de 18, fila al frente ¡YA!” Y lo que veo confirma lo que pensaba. Ante mi forman una veintena de chicos desde los 17 a los 14 años. Son muy pocos los que se esconden entre la multitud. Son los que vendrán conmigo, los que han probado su valor en una docena de batallas. Y los otros. Podría decir que sus ansias de combatir son propias de su edad, pero no, solo quieren matar utulwes, quieren que sus vidas sirvan para algo “Ninguno de vosotros vendrá hoy” declaro “No es justo , nosotros ya...” El chico enmudece cuando clavo mis ojos en el. “Ya tenéis la experiencia suficiente” “Lo se, y se que estas ansiosos por matar utulwes” “¿Pero a cuantos habéis matado ya?. No os preocupéis tendréis vuestra oportunidad.” “Quedan muchos invasores por matar” Aparto mi mirada del chico “Además vosotros sois el futuro” “Si no volvemos, quiero que los chicos mas valientes que he tenido el privilegio de conocer, sean los que continúen la lucha” Y al recorrer con la mirada a los chicos que tengo delante, veo como sus expresiones de desilusión, se convierten en expresiones de orgullo. “podéis retiraros” contemplo como se retiran en perfecto orden. Se que he hecho bien, y que este es otro pedazo de humanidad, que ellos no me han podido arrebatar.
Una vez que se van, miro detenidamente a aquellos que quedamos. Para esta misión necesitare un equipo grande. Rápidamente voy eligiendo a los mas veteranos, desgraciadamente perdimos gente en la ultima salida. Así que examino detenidamente a los que no han sido elegidos . “Tu, tu... y tu también” Y escojo a aquellos con mas experiencia. Los elegidos dan un paso al frente “El resto podéis volver a vuestras ocupaciones” Y los veo salir, murmurando, pero sin poner ningún reparo.
Me doy la vuelta y observo detenidamente al grupo elegido “Bueno chicos repartamos el armamento” Dice Alejando dejándome con la palabra en la boca. Rápidamente vamos abriendo las cajas, y sacando armas y municiones. Al menos ya no nos enfrentamos a ellos con cuchillos y armas cortas. Hoy contamos con armamento militar. Fusiles automáticos, e incluso algunos explosivos. Mientras los mas novatos van escogiendo entre las armas que quedan, los veteranos comprueban el buen funcionamiento de las suyas. El sepulcral silencio, acompañado solo por el seco ruido de armas amartillándose, me hace pensar ¿Cuántos volveremos hoy? ¿Volveremos alguno de esta misión? ¿Cambiara esta misión en algo el curso de la guerra?. Pero sobre todo, será hoy el día en que... “A ver, atenderme todos” grita Carlos, e interrumpo mis cavilaciones para acercarme al grupo “Ahora os presentare el brienfing de la misión” Dice mientras extiende un mapa de Madrid sobre una caja Es un mapa actualizado a mano para reflejar las zonas de Madrid que ya no existen “Esta es la plaza de Santa Ana, desde aquí se producirá la extracción de los prisioneros” “ Para llegar hasta allí, usaremos las líneas de metro, hasta que salgamos por el socavón de la calla Montera cerca de la estación de Sol” Su pasado militar se hacia evidente en la forma clara y sosegada que tiene de describir la misión Una vez cerca de la plaza, esperaremos la llegada de la nave de transporte utulwe, en ese momento atacaremos y acabaremos con los guardias. Tras liberar a los prisioneros, volveremos a la base siguiendo la misma ruta” “Alguna duda caballeros” No hay dudas y no, no es la tenue luz la que hace que todos estén lívidos como muertos. Que los mas veteranos intenten a duras penas ocultar su miedo , mientras las caras de los novatos reflejan que son perfectamente conscientes de la dificultad de la misión. El silencio, acompañado por largos suspiros, se asemeja a una marcha fúnebre, a nuestra marcha fúnebre.
“Me niego a creerlo” grito dando un fuerte golpe en la pared “Todavía no estamos muertos, y no me queráis convencer de lo contrario” todos me miraron entre asombrados y asustados por mi reacción “Es cierto, joder” “Claro que la misión es peligrosa. Pero acaso queda algo que no lo sea” “Al menos somos libres, y si no el donde ni el cuando, al menos si elegiremos el porque de nuestra muerte” dije pausadamente mirándolos a todos “Y ese privilegio amigos míos, no lo tienes las personas que salvaremos hoy” “En nuestras manos esta su futuro, el futuro de la humanidad, nuestro futuro” Imaginaos que fueran vuestros padres, hermanos, hijos, los abandonaríais, los dejaríais a la muerte, la esclavitud, o lo que sea que les espere ahí arriba” Tome aliento y vi como todos me miraban, sin miedo, cargados de esperanza “No quiero mentiros” “No somos héroes, si vencemos hoy, no ganaremos la guerra” “Ahora si” dije elevando la voy “Si luchamos hoy, pase lo que pase, hasta el final, jamás nos derrotaran” Todos asintieron en silencio”Es cierto Silvia” me dijo Alejandro “Gracias por recordarnos por que vivimos” “Te seguiremos hasta el final” “Lo se Alex” “créeme que lo se” y me di la vuelta con una expresión sombría “ Vamonos, no nos sobra tiempo para alcanzar el objetivo” dijo Carlos y todos se dirigieron a la salida. Ya no se les veía el miedo, ahora solo había determinación, confianza, en ellos mismos, pero sobretodo, en mi. Mientras bajaba, las escaleras hacia el metro, les observaba. Se que me seguirían hasta la muerte sin vacilar, sin otra razón mas que el que crean en mi. Hoy ellos luchan por mi. Y yo, ¿por qué lucho? ¿Por qué voy a realizar esta misión? ¿Por qué arriesgo las vidas de mis amigos? Lo hago por el futuro de la humanidad, porque los prisioneros podrían ser nuestros hermanos, padres, amigos o tu. Porque no, haber porque no, el destino ya nos ha tenia demasiado tiempo separados, se que sigues vivo, porque no puedes estar allí. Si tan solo fuera verdad... La luz, que borraría toda esta oscuridad, calor, un abrazo. Tu sonrisa, un beso, que me darías al ver la cara de tonta que estoy poniendo. Es que solo con... Eso, estar juntos, nada mas importa. Estar unidos contra todo, a pesar de todo. Ojala, así juntos, seriamos invencibles, no habría nada en el universo que parase la fuerza de nuestro amor. Ojala... yo solo quiero que sepas que...
“¿Silvia estas bien?” me pregunto Luis sacándome de mis reflexiones “Si claro, perfectamente” conteste en un tono mas borde de lo que pretendía “¿Seguro Silvia?” me dijo con expresión seria. “!Que si coño!, déjame en paz” le aparte bruscamente, y me dirigí a la cabeza del grupo en el túnel del metro. Pobre Luis, no se lo merece. Ya me disculpare con el si salimos de esta, pero ahora tengo cosas mas importantes en las que pensar.
“Atención equipo, estamos abandonando territorio seguro” “Preparad las armas, y estad alertas ante la mínima señal, podría haber merodeadores” “Luis, Ana y Alex se encargaran de la retaguardia” “Tomas, Carlos y yo dirigiremos el grupo” todos los veteranos empezaron a ocupar sus posiciones habituales “Los nuevos en el centro” “A partir de aquí avanzaremos en formación y en completo silencio” Y los mudos asentimiento, fuero acompañados por los sonidos, familiares ya, de amartillamiento de las armas. Después comenzamos nuestro camino por el oscuro túnel
El aire corría fresco, aun a pesar de estar ya casi en verano, y había cierto ambiente de humedad. Al menos hoy, no tendremos que cruzar ningún tramo a cielo abierto. Es increíble lo bien que han resistido los túneles de metro a los bombardeos. Pocos tramos se han derribado, y el resto siga casi intacto. Es una forma perfecta de moverse, si no fuera claro, por los merodeadores. Recuerdo el primer merodeador que matamos, aquel día, cuando salimos del coma, y desde entonces nada... ¿¡Que pasa!? Empuño mi pistola de plasma, Carlos ha visto algo, tanteo mi espada. Nos hace señal de que nos paremos. Por mas que me esfuerzo, no consigo distinguir nada en la oscuridad. Carlos se adelante, y la adrenalina recorre mi cuerpo. Falsa alarma, nos indica Carlos. Respiro aliviada, y ordeno seguir la marcha. Hay demasiado ruido, es por lo que odio salir con un grupo tan amplio. Se nos oye a centenares de metros. De todas formas, es lo que hay, los necesito a todos y cada uno, Me fijo detenidamente en el diseño de mi pistola. Pasamos por la estación de Opera tapiada por los escombros. Es extraño, por mucho que los hemos intentado, no hemos conseguido utilizar la tecnología de los utulwe. Ni siquiera los científicos de Gredos han conseguido nada. Y sin embargo la tecnología de sus enemigos, se adapta perfectamente a nosotros. Recuerda bastante a la nuestra. Aun así nadie sabe nada. Nadia ha vuelto a ver sus naves desde las “luces en el cielo”. Es todo tan extraño, hay gente que sabe mucho mas de lo que dice, de eso me di cuenta en Gredos. Algún día si esto termina, quizá podamos averiguar el por que del cambio de estrellas. El porque aparecimos en la otra punta de la galaxia. El mismo día en que caímos en coma. Aquel día en que tu....
Una luz roja, “¡Merodeador!” “todo el mundo al suelo” grite mientras me lanzaba al suelo, al tiempo que la pared de mi espalda estallaba en pedazos. Piiiiiiiiii “Cuidado retaguardia” creo gritar, mientras en pie Carlos, dispara su M-16 como un poseso contra el utulwe, otros también disparan. Me levanto de un salto y miro hacia el utulwe que cae al suelo agujereado. Todo ha sido demasiado sencillo, empiezan a acercarse al utulwe derribado “Otro, en el techo cuidado” grita Lucia, y veo caer al merodeador disparando. Alguien grita y yo corro hacia allí. Demasiada gente para usar mi pistola. Saco mi espada monofilamento, y aparto de un golpe a uno de los nuevo “¡Muere!” El merodeador se da la vuelta y para mi ataque. Casi me destripa con su garra. Yo paro sus dos ataques, pero me gana la posición “¡Cabron ¡” y ataco, el esquiva. Pierdo el equilibrio y voy de bruces al suelo. Ruedo para esquivar la garra, que raja el suelo donde me encontraba. “¡Maldito seas muere!” grita Javier al tiempo que se lanza sobre el merodeador esgrimiendo un bate. El primer golpe le alcanza de lleno en un costado. Pero el utulwe ni se inmuta, mientras Javier intenta el golpe definitivo, el merodeador gira sobre si mismo, con una garra corta el bate por la mitad, mientras que con la otra le secciona la pierna derecha. Javier cae al suelo chorreando sangre como una fuente macabra. ¡¡Mierda, no!! Y ataco. Esta no cabron, eh. No consigue esquivarla del todo y le abro un profundo corte en la pierna y mientras el se recupera, lanzo un tajo descendente. Silencio, respiro y el sonido de un cuerpo al caer partido en 2. Sin sangre, esta espada es totalmente aséptica. ”¡¡Traed el botiquín ,coño!!” grito desesperada. Pero le miro, ha perdido mucha sangre y esta entrando en shock. Me acerco a el, le abrazo”Javi has sido todo un valiente” le susurro, sonríe “Por fin veras a los tuyos” le digo. Luego le empiezan a dar espasmos, le aprieto contra mi pecho, y al poco los espasmos cesan y no queda nada. Le apoyo suavemente en el suelo y me levanto “Tomas, Mellado, llevad el cuerpo a un cuarto de almacenaje” Obedecen y empiezan a trasladarlo “Pero Silvia, no podemos dejarle aquí, así” me dice Eva, una de las nuevas “Ves acaso algún sitio para enterrarlo” Le contesto bruscamente. “pero...” “No Eva, no tenemos tiempo, si no nos damos prisa, mas de un centenar de personas, desearan estar como el. “Vale” me contesta finalmente. Me doy la vuelta y compruebo si hay mas heridos. Podía ser peor, solo hay un herido en una pierna por un shuriken. Al menos ha dejado de sangrar y puede andar. Aparte de eso solo hay unos cuantos, que presentan algunas contusiones. “Vamos reagrupaos” Grite, y los murmullos cesaron “Continuamos la marcha”. Yo también sentía lo de Javier, pero ya había visto morir a tanta gente. Además nuestras responsabilidad ahora, es salvar a esas personas.
La luz al final del túnel, me indico que ya habíamos llegado a nuestro destino. Escogí señalando a otras 4 personas, y empezamos a escalar por la montaña de escombros que había dejado el socavón. Encima de nosotros, el silencio. La silenciosa Madrid. El Madrid de la muerte, en el que el silencio, es el grito aterrador de todo lo que se ha perdido. Se oye el trinar de los pájaros, lógico, pues ellos son ya mucho mas numerosos que las personas. Examinamos los alrededores del socavón, nada, los esqueletos vacíos de los pocos edificios que quedan en pie. Ni rastro de los invasores en el suelo, y de momento sus negras naves no cubren nuestro cielo. Solo la nave nodriza esta en el cielo inmutable, como la negra marca que nos indica que ya nada es igual. Avisamos al resto del equipo, y abandonamos el socavón. Seguimos avanzando hacia nuestro objetivo. Todo el mundo agradece ver de nuevo el cielo, aunque sea el cielo lo que le has haya traído esta destrucción. Las calles que rodean a la plaza de Sol se conservan intactas. No así la propia plaza, que es poco mas que una escombrera humeante. Aun a pesar de esta intactas, los coches y demás mobiliario urbano atravesado en medio de la calle, hace imposible un avance rápido. Las calles también salpicadas de restos humanos, aunque al menos la naturaleza ha hecho su trabajo, y Madrid ha dejado de tener ese olor que sabe a muerte. Espera ¿Qué es sonido? “Todo el mundo buscad refugio” grito con todas mis fuerzas. Mientras que todo el mundo corre a buscar refugio, al oír ese zumbido tan familiar, el sonido de la muerte para muchos de nosotros. Acurrucada bajo una mesa de un antiguo todo a 100, oigo como el zumbido se acerca. Miro hacia la calle, todavía temblando, intentando ver la sombra de lo que nos acecha. Es uno de esos grandes vehículos gravitatorios con forma de araña, los cuales regularmente patrullan las calles de Madrid. Por dios que no nos vea, si sus putos sensores nos detectan, todo se ira a la mierda, no tenemos nada tan gordo como para derribar a esa cosa. De repente otro ruido mas familiar distrae mi atención, el sordo sonido de motores a reacción. Se oyen al principio lejanos, pero se ve que se están acercando considerablemente. Joder son aviones de los nuestros. El vehículo que nos acechaba, se eleva para enfrentarse a ellos. Se oyen suspiros de alivio. Todos se relajan aunque sigan escondidos. Pero yo no, mi curiosidad vuelve a superar a mí instinto de supervivencia, y desoyendo a los que me indican por señas que no salga, me arrastro hacia la calle. Cuando miro al cielo, veo el impresionante espectáculo que se desarrolla delante mía. A un lado 5 avines en perfecta formación, se acerca atravesado el cielo de Madrid. Mientras a su encuentro se dirigen 3 estilizadas formas negras, que pasan silenciosamente por encimas de nuestras cabezas. Tras unos segundos de tensa expectación, de nuestros aviones salieron varias tandas de mísiles, que si dirigían hacia nuestros enemigos, dejando a su paso blancas estelas en el cielo. Algunos fueron destruidos en el aire, por los rayos negros de los utulwe, otros esquivados. Pero 3 de ellos impactaron, y una de las naves negras estallo, y sus restos llameantes cayeron sobre Madrid. Ahogados gritos de jubilo se escucharon a mi alrededor, y sonreí al ver que no estaba sola. Cuando volví a mirar ambas formaciones habían chocado, y uno de los nuestros caía derribado. Ahora todos danzaban juntos envueltos en un baile mortal. Sus naves eran mucho mas maniobrables, mientras que las nuestras eran mucho mas rápidas. Aun así cada vez que uno de sus rayos negros rozaba uno de nuestros aviones, este estallaba, eso ocurrió 2 veces. Pero a cambio nuestros mísiles derribaron a uno de los suyos. El ultimo de ellos intento escapar, olvidando que nuestros aviones y mísiles, eran mucho mas rápidos. No pudo esquivarlos a todos y cayo derribado. Ahora yo también me uní a los gritos de alegría, y los que permanecían escondidos, salieron con nosotros. Que bien sabe la victoria pensé, con la sonrisa en los labios, y mucho mejo sabe la venganza. “Vamos démonos prisa, todavía tenemos mucho por hacer” les dije a todos “Si, señor” me contestaron al unísono. Cosas como esta suben mucho la moral, y empezamos a andar ahora mucho mas decididos
Poco a poco non vamos acercando a la plaza de Santa Ana. Estamos solos quitando el penetrante silencio, y algunos grupos de personas que vemos cuando exploramos el terreno. Nosotros les vemos, y ellos nos ven a nosotros .Nada mas ocurre. Esto es normal, unas 100 mil personas seguirán vivas en Madrid. Escondidos, en un millar de refugios como el nuestro. Aunque nuestro grupo es de los mas grandes. No hay comunicación, no hace falta, ellos no están en peligro, y se dedican a luchar contra el invasor, o simplemente a sobrevivir. No existe la desconfianza, a todos nos une el odio. Hoy ya nadie duda de la palabra de otro, acaso queda algo por lo que merezca la pena mentir. La persona a la que hubieses odiado hace medio año, luchara hoy contigo, y puede que mañana te salve la vida, o quizás ya lo hizo ayer. Hoy la humanidad esta mas unida que nunca, aunque sea una unidad nacida del odio. Quien sabe... Si sobrevivimos a esta guerra, el futuro puede que sea muy interesante. Ahora entiendo, mi amor, lo que querías decir en esa nota de despedida. Pero aun así... No merece la pena, no si no estas conmigo.
Minutos después la plaza de Santa Ana apareció a nuestra vista, en un perfecto estado de conservación. Miro el reloj, las 4 y media. Todavía hay tiempo. “Agrupaos aquí” y todos se acercaron lentamente “Bien, nos dividiremos en 3 grupos” “El primero lo dirigiré yo” “El segundo grupo será para ti Alex” este asintió “ El tercero quedara al mando de Carlos” “Si mi comandante”. “Recordad es muy importante que no ataquemos hasta que los utulwe estén preparados, y baje la nave de transporte” “ Ya que es en ese momento, cuando estarán mas distraídos” “En un principio, los grupos de Carlos y Alejandro abrirán fuego cruzado sobre los utulwe” “Y luego mi grupo avanzara, eliminando a todos aquellos que hayan conseguido cobertura” “¿Todo claro?” “Si, señor” contestaron. “Bien chicos, luchad sin miedo, pues la derrota ya la tenemos anidada en nuestros corazones” “Y la victoria, nos dará la esperanza necesaria, para seguir luchando un día mas” Respiro haciendo una pausa “Y eso señores, es lo único que nos mantiene con vida”. Un tenso silencio, que refleja esa mezcla de miedo y anticipación. “Vamos despleguémonos” dice Alex y su aura de confianza nos envuelve a todos.
Ocupamos los edificios aledaños a la plaza, agazapados, esperando en silencio. Al poco tiempo, el sonido de pasos confirma nuestras expectativas. Laura, nuestras observadora, usando una especie de periscopio, observa detenidamente la plaza. “Ya están aquí” susurra y reanuda su observación. “Ya se han colocado, solo son 10, 5 a cada lado, los rehenes están en el centro, atados, habrá mas de 100 personas” dice Laura “Preparados, tomad posiciones de tiro, escoged un blanco y esperad la señal” susurre y todos apuntaron las armas. A lo lejos se oye ya el ruido de la nave de transporte, de momento va todo según lo planeado
Disparos, mierda. “¡¡¡Morid malditos!!!, pagareis por lo de mi familia” oigo gritar a alguien. Es Pablo que sale disparando, del edificio de los hombres de Carlos. Será jilipollas, lo ha echado todo a perder, ahora no contamos ni con los primeros disparos, ni con el factor sorpresa y además vamos a herir a muchos rehenes. Los disparos de Pablo solo hieren a un par de utulwes y a varios rehenes, antes de que caiga atravesado por los shuriken utulwes. Malditos discos dentados, que lanzados desde sus rifles, cortan carne y hueso como si fuera mantequilla. Solo tenemos una oportunidad “¡¡Vamos, todos a la carga!!” grito mientras lo hombres de Carlos y Alejandro disparan, y caen muertos antes los disparos de respuesta. “Rehenes, al suelo” grita Alejandro y su voz recorre todo el campo de batalla. Rápidamente los rehenes se echan al suelo y se cubren como pueden. “No podemos salir, ese no era el plan” dice Luis “Ya no hay plan, salir ahi , matar o morir, esa es nuestra única oportunidad” conteste furiosa “Si no venís, saldré yo sola” “Morid Invasores” grito desesperadamente y salgo por la puerta disparando. Detrás de mi los gritos demuestran, que otra vez mas, no estoy sola. Disparo mi pistola de plasma y 2 utulwes quedan en vueltos en un fuego azul. Salto y caigo rodando, justo para evitar los proyectiles, que sin embargo alcanzan a alguien detrás mía. Ruedo para ponerme detrás de unos escombros, e intento recuperar el aliento. Disparos, gritos y olor a carne quemada. Ya hemos matado a mas de la mitad de los soldados, y el resto se repliega ordenadamente. Bueno, al menos puede que salgamos de esta. “Mira la nave, esta bajando” Me dice Luis, que se acerca reptando a mi posición. Que extraño “No me gusta nada esto” le digo. Los disparos bajan en intensidad “Fuego de Cobertura” “Reagrupaos” grita Carlos. A el esto tampoco le gusta. Nuestros mejores tiradores, que están con Carlos, abren fuego obligando a los utulwe a agachar las cabezas. “Bien, reunios” grito a los supervivientes de mi unidad y miro hacia la nave
La nave aterriza y se abre la compuerta trasera, de ella salen 4 utulwes, escoltando a uno que lleva capa. “Mierda, joder, es un puto arconte” pienso en voz muy alta. De repente un misil sale disparado hacia ese grupo, sonrió, pero el misil explota en el aire cuando el Arconte levanta una mano. Luego uno de los escoltas que porta un gran cañón, dispara, y un chorro de energía negra atraviesa la pared del edificio de los tiradores. La explosión resultante sacude el interior. Otro disparo, y 2 hombres parapetados detrás de un muro son alcanzados. “Joder Silvia, nos mataran a todos” me dice Luis. “No, tenemos que salir y eliminar ese cañón” contesto, mientras me incorporo disparando.. Detrás mía con un grito, emergen disparando los pocos que quedan de mi unidad. “Victoria o muerte” dice Alejandro mientras avanza con su unidad Uno de los utulwe cae bajo mis disparos. Pero sus disparos matan a mas de los nuestros. Veo como el ututlwe del cañón apunta hacia nosotros “No dispares” le grita Alejandro. Cierro los ojos, es el fin. No pasa nada, abro los ojos “No vas a disparar” vuelve a gritar, y siento dentro de mi , una mezcla de ira, odio y un fuerte dolor. De repente el utulwe del cañón cae al suelo con las fosas nasales chorreando sangre. Los utulwe se quedan paralizados mirando a su compañero. Tengo a tiro al arconte. Varios invasores caen bajo nuestro fuego. Click Click Click. Mierda no funciona, se habrá quedado sin energía. Arrojo mi pistola y desenfundo mi espada. Aunque varios disparos alcanzan al arconte, este ni se inmuta. Cargo en silencio, y su cara hace una extraña mueca parecida a una sonrisa. Desenfunda su espada justo a tiempo para detener mi estocada. Y contraataca rápidamente. Es el triple de rápido que yo, y 10 veces mas hábil, cada segundo que pasa, parece que sobrevivo por los pelos. Me limito a parar los golpes de su espada, su rostro no refleja ninguna emoción mientras me ataca
Las espadas de energía sueltan chispas al chocar, y el me va ganando terreno poco a poco, con la intención de que tropiece con los escombros. Apoyo mi pie en una roca, intuyendo su próximo movimiento. Se abalanza sobre mi, yo giro mi cuerpo cuando ambas espadas chocan, el se desequilibra y cae rodando el suelo, aunque yo consigo alcanzarle y le abro un corte en su muslo. Intento ensartarle con mi espada, cuando veo por el rabillo del ojo, que algo se acerca a mi. Un utulwe enarbolando un espada, me pilla por la espalda. Antes de que llegue a golpearme, su cabeza es traspasada por una bala, y quedo totalmente pringada de sus restos. Me doy la vuelta rápidamente para acabar con el arconte, pero en un solo segundo, e impulsándose con una mano, se pone en pie de un salto. Ataco con todas mis fuerzas, mientras el, mermando por la herida, me esquiva a duras penas. Volvemos a alejarnos y yo desenfundo mi pistola Desert Eagle. Con su cara en una mascara de furia, carga contra mi. Disparo a su cabeza y el para las balas con la armadura de su antebrazo. No le he hecho nada, doy un pequeño paso a un lado. El me ha perdido de vista al cubrirse la cabeza, y eso me permite esquiva su estocada, por apenas unos milímetros. Noto como el calor que desprende su espada me abrasa la cara. Pero mi espada en un arco horizontal secciona su cuello. Su cabeza no se separa de su cuello hasta que el cuerpo del arconte toca el suelo.
Respiro, y veo como Alejandro se deshace fácilmente de un utulwe. Los 4 utulwes supervivientes se retiran a la nave, junto con algún rehén desquiciado, que en busca de cobertura, se ha metido dentro de la nave. La nave de transporte se eleva en el cielo, sin que nuestros fútiles disparos puedan hacer nada por evitarlo. Me doy la vuelta para examinar a los rehenes. Entonces se escucha un ruido sordo procedente del cielo , y vemos como la nave utulwe cae al suelo envuelta en una humareda. “Mueran los invasores” “Dios salve a los mártires” se escucha vitorear a la gente. No puede evitar sonreír. Siento algo pena por esas personas que atados a un cinturón del explosivos se infiltran entre los prisioneros. Yo no puedo juzgar a esa gente. Ellos dando su vida acaban con muchos de los invasores. Cada cual debe vivir su vida, si quiere. Mientras ellos van desatando a los prisioneros, me fijo en todos y cada uno de ellos. Caigo al suelo, con el pelo tapándome la cara. No estas, lo sabia, lo sabia joder, pero aun así no, no ¡no puedo mas! Otro día sin ti, yo solo quiero salir de esto, yo solo quiero estar contigo. “¿Silvia, estas bien?” me pregunta Alejandro apoyándome la mano en mi hombro. “Estoy bien” contesto mientras me incorporo “Silvia , ya sabias que era muy difícil, y además no creo que el...” “¡Déjame en Paz!” le digo casi gritando “Tenemos mucho trabajo que hacer, vamos” Y me dirijo, sin mirarle, hacía donde están los prisioneros.
Todo están sentados con los ojos ausentes, como si no se creyesen que siguen vivos. “Saludos a todos” y todos aquellos ojos ausentes se centraron en mi “Soy la comandante Silvia Viñallonga Cruzado, y me alegra ver que se encuentran bien” “Les llevaremos a un refugio seguro donde podrán descansar y si lo desean quedarse de residentes permanentes” Los mas fuertes entre los prisioneros consiguen musitar un gracias “Lo siento por las bajas que hayamos podido causar, a todos nos duele mas que nada, pero señores era necesario” Y los refugiados vuelven a asentir. “Hoy señores, se les ha devuelto la vida, y aun mas importante, se les ha devuelto la capacidad de elegir su destino. Esta noche será una noche de celebraciones” Sonrío “Poneros en pie y seguidme, no tenemos mucho tiempo, y aquí no estamos seguros. Poco a poco comienzan a levantarse, e incluso los heridos, tanto en el cuerpo como en el alma, andan con fuerzas renovadas. Tanteo en el bolsillo de mi chaqueta, para encontrar tu colgante, esta muy caliente, mucho mas que mi cuerpo. ¿Un milagro? La escena que acabo de ver se le parece. Se que tengo que ser fuerte, por mi, por ellos. Pero acaso es tanto pedir el ser fuerte contigo, no pierdo la esperanza, se que tu tampoco. Con eso, echo a andar sobre los escombros de mi vida.