Me hace gracia la última foto. Dos tipos de personas: los soldados, uniformados, bien vestidos, con su fusil y su sombrero; los campesinos, con ropa vieja y oscura, sin nada que llame la atención y un perro al lado.
Y de pronto aparece un tío vestido de blanco, encapuchado, con aire amenazador, al que le asoma un arco de metro y medio, lleva una pistola en el lateral y en el otro seguramente el hacha. ¡Y el soldado aún le levanta la mano para que se detenga! Deberían estar todos los soldados acribillándole a balazos desde que si silueta se distinguió en el horizonte.