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Dicen que cada persona tiene su vida, sea buena o mala. La mía es la peor de todas, mi nombre es Glenn O'Hara y soy inspector de policía en la comisaría del barrio irlandés de Ciudad Central. Donde si no ¿verdad?
De nacimiento soy irlandés pero hispano de corazón, nací en la ciudad portuaria de Dún Laoghaire (a catorce kilómetros de Dublín) y crecí rodeado de meros, lubinas y demás pescado. Recuerdo mi adolescencia entre tripas y sangre mientras abría en canal los pescados que más tarde mi padre llevaba a su pescadería. Un aspirante a Popeye que dejó el mar para convertirse en un Sherlock Holmes de una gran urbe. Cuando tengo tiempo y mi trabajo me lo permite me relajo sentado en mi butaca favorita escuchando a los Dropkick Murphys mientras la ciudad se muere lentamente.
En este relato contaré el que es y ha sido el caso más reconocido de toda mi carrera. La historia de cómo ayudé a capturar a uno de los asesinos en serie más sádicos que ha habido en todo el continente. Empecemos.
Sir_Fortesque escribió:¿tienes ya todo el libro estructurado? ¿toda la historia ya pensada y sabiendo como la vas a contar?
devioz escribió:Yo, personalmente, quitaría los dos ultimos parrafos y seguiría hablando de los personajes, despues detallar un poco a cada victima para que el lector pueda empezar a atar los cabos por si mismo, eso lo hace todo mas divertido al momento de leer.
1
Era una fría mañana de invierno, en el cielo no había ni un pájaro ya que habían huido hacía un año. Eso tendría que haber hecho yo, huir bien lejos de esa maldita ciudad de tres millones de habitantes. Por la mañana recibí una llamada que alertaba de una pelea en un callejón, en el setecientos veinte de Kings Street, una calle regentada por prostitutas y drogadictos.
Los periodistas se aglomeraban a la entrada del callejón, esos malditos insensibles que siempre están sedientos de noticias malas para subir audiencia.
Entre varias bolsas de basura yacía el cuerpo de un chico joven, estaba bocabajo y con la cara volteada mirando hacia la pared. Sus ojos estaban abiertos y su expresión era de terror absoluto. El pobre parecía que había visto al mismísimo diablo y efectivamente era verdad.
— ¿En qué piensas? —Le dije a mi compañero de aquella época.
El nombre de mi compañero era Getxa Etxeberria Izara tenía veintiséis años, ojos azules y pelo rubio casi albino. Era delgado de cuerpo pero sin parecer un cadáver, medía uno ochenta y seis más o menos y era de España, exactamente del País Vasco.
—Estaba pensando en lo que ha tenido que sufrir este chico antes de morir a manos de ese cabrón. Toda su vida truncada de la noche a la mañana. —Dijo el vasco con semblante triste.
—Sí, es una pena que muera gente tan joven. —Le animé.
Se le veía mucha sangre en el pecho pero ya estaba seca, sus ojos estaban abiertos y vacíos de vida como los de las demás victimas. Pronto apareció el tipo más raro de toda la comisaría.
Patrick Halland McDonelli conocido por todos como “el sangres”, veintitrés años, pelirrojo natural, delgado como un papel y de Dundalk. Como su apodo indica es uno de los expertos en sangre y es mi cuñado. Su hermana está casada con la mía.
—Le han cortado el cuello. —Dijo mirando la mancha.
— ¿No me jodas? —Le contestó Getxa mirándole de reojo.
Como siempre cogió su cámara de muchos mega píxeles e hizo docenas de fotos de las manchas de sangre y del cadáver. Su apodo también hace referencia a su pasión por las películas de serie B y gore.
—Ese corte en forma de sonrisa significa que el asesino se está cachondeando de nosotros. —Expresó moviéndose de delante atrás.
—El psicópata ese nos lleva mucha ventaja. No sé como coño vamos a pillarle, no hay ninguna prueba ni un pelo, ni sangre del cabrón ese ni nada.
— ¿Y si es una tía?
—Eso es improbable, para matar de esa manera a hombres seguramente más altos que ella tendría que medir más de dos metros y medio. —Le conté mi opinión.
Se quedó callado unos momentos.
—Quitad de ahí. Estáis pisando el charco de sangre.
No nos habíamos dado cuenta que estábamos posados sobre un charco de sangre oscura. Nos quitamos e hizo más fotos.
— ¿Seguro que te gusta tu trabajo? —Le pregunté.
—Sí.
Hacía dos meses que había entrado a formar parte de nuestro equipo, siempre había sido un chico alegre y con una sonrisa pintada en la cara pero desde que llegó a la ciudad siempre tenía la misma mala leche cada mañana, cada tarde y seguramente cada noche. Entendía que decirle adiós a tu tierra es terrible y más si dejas allí a los que más quieres como hizo él.
Dicen que cada persona tiene su vida, sea buena o mala. La mía es la peor de todas, mi nombre es Glenn O'Hara y soy inspector de policía en la comisaría del barrio irlandés de Ciudad Central. Donde si no ¿verdad?
De nacimiento soy irlandés pero hispano de corazón, nací en la ciudad portuaria de Dún Laoghaire (a catorce kilómetros de Dublín) y crecí rodeado de meros, lubinas y demás pescado. Recuerdo mi adolescencia entre tripas y sangre mientras abría en canal los pescados que más tarde mi padre llevaba a su pescadería. Un aspirante a Popeye que dejó el mar para convertirse en un Sherlock Holmes de una gran urbe.
Cuando tengo tiempo y mi trabajo me lo permite me relajo sentado en mi butaca favorita escuchando a los Dropkick Murphy’s mientras la ciudad se muere lentamente. Como todo lo que tengo alrededor mío siempre acaba muriendo, mi madre murió hace tiempo en los sangrientos atentados de Omagh y mi mujer en un incendio después de veinte años estando juntos.
Menos mal que me queda mí teaghlaigh mhór que en gaélico significa "gran familia", tengo siete hermanos, conmigo ocho, claro. Entre ellos hay dos mellizos, chico y chica y un par de gemelos. Si, tengo un hermano gemelo, somos de los que llaman “idénticos”. Además también tengo un apoyo muy grande de mi hijo Derek.
En este relato contaré el que es y ha sido el caso más reconocido de toda mi carrera. La historia de cómo ayudé a capturar a uno de los asesinos en serie más sádicos que ha habido en todo el continente. Empecemos.