The Persistence: Guía de juego novelada.
* Contiene spoilers a mansalva, lógico, sirve en cierta forma de guía del juego, para quien tenga paciencia y guste de la lectura.
** Guía aún incompleta...de hecho, no es seguro ni que guíe a nadie ni que se complete alguna vez... quizás debería cambiar el título del hilo...
Capítulo I.
Mi nombre es Zimri Eder y he muerto ocho veces. Pero hoy vuelvo a la vida, con todos mis recuerdos, habilidades y conocimientos intactos.
Y un cuerpo adulto absolutamente a estrenar.
Soy un clon de mí misma al que le han transferido sus propios recuerdos.
Esto es posible en The Persistence, una nave intergaláctica de investigación.
Y la responsable es Serena Karim, ingeniera de la nave, también muerta, pero cuya "huella digital" ha tomado, en cierta medida, el control de los sistemas de la nave.
Me necesita para realizar cinco tareas, cinco misiones que puede que nos ayuden a escapar con bien de la atracción de un agujero negro que amenaza con engullir la Persistence.
El "nacimiento" es indoloro y aséptico.
Estoy en Recuperación, cubierta 0.
Chequeo mis niveles de escudo, vida y materia oscura, aumentados desde mi primera copia, pero aún lejos de los niveles máximos.
Compruebo mis fondos, poco más de tres mil fabchips y menos de mil de ADN. Imposible mejorar el clon o el traje con estos fondos.
El arsenal del que dispongo se reduce a una cosechadora de ADN, tampoco muy mejorada.
Y eso es todo.
Mi objetivo actual: encontrar el cuerpo de la Capitana, en la cuarta cubierta, y obtener su ADN.
Por el teletransportador tengo acceso a las cubiertas 1,2 y 3.
La decisión más sensata es empezar por la cubierta 1, y conseguir armas y recursos. La opción de ir directo a la tercera y aprovechar el sigilo para subir a la cubierta 4 es factible (lo he probado en vidas anteriores), pero avanzar por la cuarta sin armas....
Bueno, ya está bien de circunloquios, que hay mucho que hacer.
Entro en el teletransportador, después de configurarlo para ir a la cubierta 1.
No es una sensación agradable, pero tras un momento de negrura aparezco en la cubierta 1.
Respiro profundamente el viciado y corrompido aire de la Persistance. Tenso los músculos, desde el cuello hasta las piernas. Qué bueno es estar vivo. "Pues intenta no morir tan estúpidamente como las veces anteriores", pienso para mi. Fácil de decir...
Serena sólo habla cuando tiene algo nuevo que contarme, así hace tiempo que no la escucho.
La habitación del teletransportador está vacía, por suerte...aunque siempre lo están...por que??? Misterios del Universo.
Al fondo, la compuerta.
Me acerco tranquilamente, con la luz del traje apagada.
La iluminación en la Persistence es entre tenue e inexistente...mejor, hay citas que ganan en penumbras.
Cuando estoy a 1 metro de la puerta, dos persianas metálicas se abren para que pueda ver lo que hay al otro lado. Esta característica la impusieron los cerebritos de Prevención de Riesgos (son todos unos capullos, joder), para evitar accidentes. Si estuvieran ahora por aquí, se iban a hartar de rellenar partes de accidente...si, aún conservo el sentido del humor...no se puede mejorar genéticamente como la salud o la fuerza, pero me es necesario para soportar este repetitivo infierno. Por suerte, viene de serie.
Veo a un Ingeniero, uno de los varios tipos de clon defectuosos. Los llamo así porque parecen lelos, van de un aparato a otro y no parecen hacer más que mirarlos. Y son débiles. Muy bien.
Así y todo, hay que ir con calma, aquí los descuidos se pagan con la vida. Y solo se puede crear otro clon más, así que esta es prácticamente nuestra última oportunidad.
Me agacho, espero a que el Ingeniero de la espalda a la puerta y miro a la cerradura de la puerta, que cuenta con un sensor de iris. Una vez identificada, la puerta se abre para facilitar la entrada.
Me teletransporto a espaldas del Ingeniero, en el rango de acción del cosechador de ADN, y pulso el gatillo. Dos cables salen disparados y se clavan en su nuca, proporcionando una descarga eléctrica que lo inmoviliza mientras extrae ADN. En este caso lo mata, con otros no es suficiente, y hay que tener cuidado.
Recojo unos fabchips que portaba el desgraciado (37, no da para nada, pero de poco en poco...).
Lanzo un barrido de materia oscura y veo que no hay ningún engendro cerca.
Recorro el oscuro pasillo, rebuscando en cada esquina, armario, conductos de ventilación a ras de suelo... fabchips y tubos de ADN, símbolos de Erebus o armas...scavenger en un pasado, siempre con alma de basurero.
El sonido se propaga muy lejos en la silenciosa Persistence.
Oigo los gritos de los clónicos engendros, escupidos por defectuosas máquinas de clonado como la que restituye mi ser cada tras muerte.
Y asusta, provoca una tensión de la que no eres consciente hasta que una tubería cercana suelta vapor con estruendoso escándalo y saltas con el escudo activado...
Consulto el mapa, que por efecto de...no se de qué, la verdad, "generador de super-estructuras", pero cada vez el mapa es diferente.
Busco la ubicación de la sala médica, siempre vacía de monstruosidades y repleta de botiquines y otros bienes, incluidas armas. Muy lejos.
El generador DDS, si se activa crea un campo que protege a la nave, y lo que más me interesa, refuerza mi escudo de energía. Hay que ir armado, algún gigante que habrá que matar, y normalmente acompañado. No es un riesgo excesivo una vez lo conoces.
Y las máquinas expendedoras/fabricadoras de arsenal: armas de fuego, cuerpo a cuerpo, experimentales, granadas...hay que tener fabchips para que funcionen, y símbolos de Erebus para desbloquear las armas y sus mejoras.
Dada la actual distribución, decido sobre la marcha llegar hasta una dispensadora de armas cuerpo a cuerpo, y conseguir mi arma favorita: el pacificador. Un cuchillo con hoja de cristal. Suena a broma, pero a pesar de su fragilidad (un uso) es letal. Ya la he mejorado al máximo, gastando como 10 símbolos de Erebus. 6 pacemaker por 1.500 fabchips, caro pero rentable.
Me asomo a la compuerta que da acceso a la habitación con el expendedor, un gimnasio. Miro por los cristales y no veo a nadie...raro, normalmente hay bichos por todos lados. Así que recurro al sonar de materia oscura, y detecto a dos pululantes. Uno es un Ingeniero, ningún problema. Pero el otro es un media cara, y estos van armados y, como me avisó Serena, "tiran a matar". Como yo, contesté. Pero ellos tienen mejor puntería, y si te cogen ventaja, estás jodido.
Y estos dos están bastante juntos. Trazo la estrategia: colocarme tras el armado y liquidarlo extrayendo su ADN, cauteloso por si no muere. Del otro nos ocuparemos sobre la marcha.
Están alejados de la puerta, así que entro tranquila, agachada y con la linterna apagada. Intento no andar, usando el teletransporte, ya que el media cara tiene el oído fino...aún sin orejas. Estudio sus movimientos y elijo la zona de ataque, esperando a que el Ingeniero este lo más lejos posible...pero no se separan más de tres metros.
Disparo el cosechador, y el caracortada chilla y se retuerce, alertando al Ingeniero que corre hacia mi...y además el armado no muere...tengo dos segundos para reaccionar antes de que me dispare y todo acabe...pero estoy entrenanda, esto ya me costó alguna muerte...así que sin pensar reaccionó instintivamente y golpeo al agonizante incompleto con todas mis fuerzas con la culata del cosechador... es suficiente para matarlo, chafada por completo la incompleta cabeza. Suelta el arma, pero el Ingeniero ya está a mi lado, y me ha golpeado con saña e inconsciencia malévola. Me trastabillo, el arma fuera de mi alcance, aturdida...pero se lo que pasará a continuación: el Ingeniero repetirá el golpe, crecido por su anterior éxito, ciego de satisfacción...y en ese momento activo mi escudo de energía. Su puño choca contra un muro que antes no existía...ahora es él quien pierde el equilibrio, se gira y deja al descubierto su nuca...ya he disparado, está frito en segundos.
Respiro, cierro los ojos, expiro lentamente...oigo aullidos a lo lejos... más y peores horrores acechan...
Veo un botiquín en la otra punta del gimnasio, recojo el arma: una Centinela, buena y fiable, pero poca cosa fuera de las cubiertas inferiores. Dos balas...bueno, menos es nada. El botiquín y la habitual rapiña de fabchips, ADN, símbolos de Erebus...y me pongo frente a la máquina expendedora. Se abre y un haz de verde luz busca mi retina para confirmar mi identidad. Tras el escaneo, el menú, y elijo la pacificadora. Tras el proceso de fabricación, recojo mis seis cuchillos.
Ya no me siento indefenso.
Seis son insuficientes, pero la máquina tarda en volver a estar disponible, no voy a quedarme aquí tanto tiempo.
A mi derecha dos puertas interiores automáticas que conducen al otro lado del gimnasio. Estas se abren en cuanto detectan movimiento cercano, así que hay que ir con precaución.
Escaneo y... un mutante traicionero: se esconden agachados tras escritorios, cajas, vigas...y atacan por sorpresa....por suerte, gritan desesperados al hacerlo, y es por ello que no son letales de necesidad, ya que pegan fuerte. Me hago el despistado, si vas tras ellos te esquivan cobardemente haciéndote perder el tiempo, como jugando un escondite mortal.
Así, le ofrezco mi espalda, con la Centinela en la mano, preparada.
Oigo su grito y su carrera asesina hacia mi. Giro el cuello y en el momento justo activo el escudo, que repele el ataque. Y en el mismo movimiento apuntó la pistola a la cabeza...Pumm!!! El disparo resuena entre los silenciosos pasillos de la Persistence, la bala atraviesa el cráneo y el cerebro del escurridizo muta-clon... suspiro de alivio... demasiado pronto, ya que el muy cabron sigue con vida y su furia homicida aumentada. Esta vez no tengo tiempo de precisar el disparo, así inclino hacia abajo ligeramente el arma y disparo al pecho, impactando contundentemente el proyectil en el esternón.
Por el rabillo del ojo izquierdo percibo dos puertas automáticas, hasta ahora ocultas a mi vista, que se abren al paso de dos Ingenieros que, atraídos por el ruido de los disparos, corren dementes en busca de sangre. Mi sangre, por desgracia.
Mi ánimo titubea, y esa mínima desconcentración tiene un coste: el escurridizo, ya en las últimas, saca fuerzas de flaqueza y me golpea... la alarma de salud de mi traje suena, la barra está en rojo y marca 25 en la escala percentil de Bolt-Jorfs sobre recursos vitales de formas de vida basadas en el carbono, estándar desde el año 2034.
Así, estoy a un simple sopapo de la muerte.
Mi brazo derecho, en un acto reflejo, ha descrito un arco que estampa la culata de la Centinela en el ya destrozado cráneo del escurridizo, que, por fin, muere.
Los dos ingenieros ya han lanzado sus golpes, uno de los dos acertará, y la vida abandonará, por 9 vez, el fabricado cuerpo que lo alberga, obligando a Serena a imprimir el décimo y último clon, acercando terriblemente el fin último y definitivo de nosotras dos y de la nave Persistence...lo que acabaría, al menos, con estos nauseabundos engendros del infierno que la ciencia ha fabricado...
Fin del capítulo I.