En mi opinión debe haber al menos cuatro elementos principales:
1º) al menos dos personas formadas, que se comuniquen en la misma lengua, educadas y que
respeten al adversario que sostiene una opinión contraria.
2º) conocimiento suficiente del tema que se debate.
3º)
Igualdad entre las partes.
4º) Formular desde el principio una toma de posición clara apuntando los matices que sean necesarios.
Si hay desigualdad entre las partes, no existe debate, sino que vencerá quien tenga más poder o una posición más alta. No hay debate entre el presidente de una empresa y un conserje de la misma empresa, por ejemplo. Y si no hay respeto entre las partes, tampoco es posible un debate.
Si las partes no conocen el asunto que se debate, tampoco puede existir un debate. Yo puedo debatir sobre temas que conozco, pero no sobre asuntos de los que no tengo ni idea. La tarea de formación es previa al debate como es lógico.
En un debate se tienen que confrontar argumentos y datos, nunca personas. Sin embargo, es posible ser muy combativo, y duro, en un debate, sin pronunciar una sola falta de respeto.
Pongo un ejemplo de debate imposible. Dos empleados de una gran empresa, uno de nivel superior al otro (y por tanto, el primero jefe del segundo)
El empleado de menor nivel defiende que, conforme al informe que hizo el técnico Z, hay que tomar determinadas medidas técnicas.
El empleado de mayor nivel, descalifica el informe, diciendo que ese técnico que hizo el informe es un (<descalificación>) e insulta al otro empleado por tomar en serio el informe.
Aquí es absolutamente imposible un debate, porque no hay ni igualdad entre las partes, ni respeto.
Hay que ser capaces de formular, desde el principio, una toma de posición clara, con los matices adecuados. Por ejemplo, en un debate sobre la pena de muerte (gran clásico) una persona podría marcar una posición a favor de la pena de muerte, pero solamente en el caso de delitos de terrorismo, y no en los demás; y otra persona podría mostrarse en contra de la pena de muerte en cualquier caso. O podría mostrarse de acuerdo pero sólo para determinados casos y otros no. Pero lo que no se puede hacer, es lanzarse a debatir sin saber a dónde se quiere llegar, de qué se quiere convencer a los demás. Por eso es imprescindible conocer bien el tema sobre el que se debate. De hecho, la razón por la que muchas personas tendrían una opinión sesgada, se debe precisamente al desconocimiento que tienen del tema.
En debates académicos es interesante utilizar la técnica de pedir a quien esté a favor de una opinión concreta, que se prepare y defienda la contraria. Por ejemplo que quien esté a favor de la pena de muerte, defienda su abolición, y al revés, pedirle a quienes estén en contra, que la defiendan. Así se aprende a construir un discurso con argumentos y datos y no solamente con retórica.
En un debate académico, el primero que falta al respeto al adversario, pierde.