Había un español que era un crack falsificando billetes. Tenía las medidas de seguridad tan bien hechas que a simple vista era prácticamente imposible detectarlos; marcas de agua, hologramas, diferentes texturas, papel de varias capas, fluorescencias... Hasta algunas máquinas de detección de billetes se los tragaban.
Si eso lo podía hacer un tío desde una nave industrial en un pueblo, ¿qué no podría hacer un estado?
PD: a ese tío más que meterlo en la cárcel yo le hubiera dado curro de asesor en alguna casa de la moneda. Que crack.