[Ya acabo mi retiro obligado en tierras lanzaroteñas. Feliz año a todos.]
[Corregido sin indicaciones de VDLM]
Dicén que escribir me ayudará a recuperarme, pero no entiendo porqué he de recuperarme. Se bién lo que pasó, yo estaba presente cuando cometió su acto de traición y murió en mano de los agentes. Fue la voluntad de Karl, ¿Por qué habría de recuperarme?
Quizás esa era la razón, a mi abuelo no le gustaba el credo de Karl, que él le perdone por su pecado. Continuamente nos hablaba de los viejos tiempos, antes del advenimiento de Kart, cuando todas las personas eran iguales y no existía un dios terrenal real, solo recuerdos de dioses muertos, las personas vivían en agrupaciones territoriales, país le decían y se creaban guerras por algo llamado dinero.
Siempre intentó que conociera la historia, me obligaba a leer a escondidas libros que había ocultado durante la gran guerra santa contra la herejía, libros sobre épocas de castillos antiguos y revoluciones sociales. Recuerdo que me sorprendía como en los libros no hacían mención alguna al gran Karl, ¿Cómo podía ser? ¡Todos los libros de la escuela hablaban de alguna forma o otra del gran Karl!
Durante años conspiré secretamente con mi abuelo, aprendiendo de él y de sus heréticos libros. Pero un día, al llegar a la universidad, me di cuenta, ¿Por qué era tan importante saber que un día no existía un dios terrenal? ¿Acaso el mundo era mejor? ¿La gente era mas feliz?... los libros de mi abuelo hablaban de torturas, asesinatos por simple usura e incluso cosas peores… Karl, que todo lo sabía, nos había librado del mal inmerso en nuestros corazones y nos devolvió al edén.
Mi abuelo nunca lo aceptó cuando renuncié. Incluso llamó al señor con esa palabra prohibida, cuya única mención en voz alta era condena de muerte… llamó a nuestro Dios mutante.
Con los años mi abuelo se tranquilizó, dejo de luchar y decidió aceptar el día a día en su habitación del asilo estatal. Pero cuando hace una semana un enviado del señor nos dio un edicto divino, en el que anunciaba la elección de mi hermosa prima Casandra, como nueva concubina en su harén celestial, supe que haría algo. Traté de detenerle… convenciéndole de que nos debíamos sentir afortunados, pues este era un inconmensurable honor que se otorgaba hacía nosotros, ¡incluso ella podría darle un hijo que pertenecería a la dinastía divina! ¡nuestra família sería elevada a la santidad!
El día que llegaron a buscar a Casandra, mi abuelo estaba en primera línea y cuando el enviado de dios se acercó a ella, sacó de su bolsillo un viejo revolver. Lo continuó disparando cuando las balas de los policías atravesaban su propio cuerpo.
Mi abuelo murió sobre la acera, tras cometer un acto del máximo pecado. Se que para él Karl no era mas que una broma de la evolución, pero para mi es mi diós y solo puedo rezar para que pueda perdonar este pecado y conceda paz a su alma.